Festival anual de cine puertorriqueño

El tradicional Festival del Cine Puertorriqueño del Ateneo, que se celebra anualmente, ofrece un espacio de exposición a muestras de cine nacional desconocidas o de poca difusión. 

Uno de los elementos que se pueden destacar de esta muestra es que las películas, todas de ficción, se han realizado en formato digital y éste se ha convertido en la modalidad del nuevo cine nacional ya sea por razones artísticas como por económicas. 

El Ateneo Puertorriqueño -y su Sección de Cine- fue una de las primeras instituciones culturales que reconoció el valor del cine digital y del vídeo como expresión artística cuando en 1985 fundó la Sección de Cine y Vídeo, y comenzó trabajos de capacitación en producción y filmación, así como de difusión de las nuevas muestras del cine nacional. 

Además, fue pionera en el ámbito cultural en producir cine de ficción cuando en 1990 produjo el cortometraje El curandero, como trabajo final de su primer Taller de Producción. 

Luego, en 1996, produjo el largometraje Callando amores, una película de José Orraca basada en la obra de Roberto Ramos-Perea. A través del trabajo de su Archivo Nacional de Teatro y Cine, el Ateneo mantiene estadísticas y expedientes de la continua creación cinematográfica en Puerto Rico. 

Este Archivo ha detectado que un 80% de las producciones cinematográficas en vídeo o digital que se realizan en Puerto Rico nunca llegan a un medio masivo de difusión como la TV, y sólo un mínimo por ciento llega a las salas de proyección comercial. Esta realidad expone que un gran caudal de cinematografía puertorriqueña en digital se exhibe de manera muy limitada, a través de proyecciones pequeñas o copias en DVD. 

Sin embargo, es en este cine donde se consolidan muchas de las más grandes preocupaciones creativas de la nueva cinematografía puertorriqueña como forma de arte. Muchas de estas muestras enfatizan su interés de filmar guiones de impacto social, político o cultural, así como la expresión de realidades sociales crudas y crueles que no podrían ser mostradas en la televisión comercial. 

El controversial contenido de estas películas no complacería el gusto de los distribuidores de los cines comerciales, dominados por una infraestructura de mercadeo y distribución que sigue modelos estadounidenses. Es por ello que este cine busca continuamente una pantalla, un espacio de exposición que -aunque limitado- no es censurado ni sometido.

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