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Por Johnny Torres Rivera La presencia de la Cruz Roja en Puerto Rico se remonta al año 1893, cuando Puerto Rico estaba todavía estaba bajo dominación del gobierno de España. La Cruz Roja Española fundó el movimiento en Puerto Rico el 7 de julio de ese año. Manuel Fernández Juncos, miembro del gobierno español y delegado español de la Cruz Roja en Puerto Rico, fue la persona encargada de fundar la Comisión Provincial de la Cruz Roja Española a través de Puerto Rico, nombramiento que recibió del teniente general,
Camilo García Polavieja, marqués de Polavieja, presidente de la Cruz Roja Española.
Manuel Muñoz Barrios fue elegido presidente de la Comisión Provincial, y la ilustre dama Dolores Aybar de Acuña aceptó igual
cargo, al frente de la Sección de Damas. "Y es con orgullo que los puertorriqueños recuerdan el acto de valor del Dr. José Celso Barbosa, quien
durante el bombardeo de la bahía de San Juan, por la flota americana que dirigía el Almirante Sampson, en
mayo 12, 1898, cruzó la bahía en un bote entre balas y metrallas para cumplir su deber como uno de los
doctores agregados a la Cruz Roja Española"(Rodríguez Aguayo).
El mismo Marqués de Polavieja, bajo
cuyos auspicios se organizó en Puerto Rico la Cruz Roja Provincial, declaró disuelta
dicha institución con fecha 20 de septiembre de 1898, cuando la Cruz Roja Americana comenzó a tener su presencia en la isla a través de su cuerpo del oficio de enfermera.
En 1917, diecinueve años después que Puerto Rico vino a ser parte de los Estados Unidos, el Sr.
Henry Dooley dio los primeros pasos hacia el establecimiento de un capítulo de la Cruz Roja Americana, convocando
con ese propósito a una reunión el 14 de mayo del mismo año. Se organizó el capítulo, eligiendo su comité
ejecutivo, por el término de un año, formado por los siguientes señores: presidente, Henry W. Dooley; vice-presidente, Emilio del Toro; secretaria, Sra. de Adolph G. Wolf y tesorero, José E. Benedicto. Los otros
miembros del comité eran: Charles Hartzell, J. Hernández López, J. W. Blanco, H. L. Cochran, Juan B. Huyke,
Sra. de José Lugo Viñas, Sra. de J. S. Belaval, Sra. de J. R. F. Savage, Sra. de M. Rodríguez Sera, Luis
Sánchez Morales, M. O. Sewell, J. Guzman Benítez, Sra. de H. H. Hutchinson, Sra. de W. A. Glines, Dr. W. W.
King y Martín Travieso.
Este comité envió los documentos de incorporación y toda la información necesaria a las oficinas
nacionales de la Cruz Roja Americana en Washington. El Capítulo de
Puerto Rico de la Cruz Roja Nacional Americana quedó establecido el 31
de junio de 1917, después de firmada por el Presidente Woodrow Wilson,
de los Estados Unidos, la Carta Constitutiva del mismo, el día 24 de
mayo de dicho año.
La Junta de Directores para el 1939 estaba compuesta por: Pablo Berga,
Presidente; Etienne Totti y Provi U. del Valle, Vice-Presidentes; Rafael
Sapcho Bonet, Tesorero; Natalia Guzmán Benítez, Secretaria; Dr. E.
Garrido Morales, Dr. José M. Gallardo, Víctor Braegger, Dra. Marta
Robert de Romeu, Jean S. Whittmore, José E. Colom, Rafaela E. de Gómez,
Ramón Valdés,Coronel Luis R. Esteves, James R. Beverley, Patria Córdova
Dávila, Dr. A. Pernos Isern, Clemencia F. de Travieso, Coronel John W.
Wright, Secundino Lozana, Comandante John A. Wilson, Jorge Bird Arias,
Carmen O., Vda. Aponte, Inés L. de Marín, Rosario T. de Serrallés,
Enrique Calimano y Juan R. Garzot; Administrador General, Comandante
Antonio R. Silva.
Sus Presidentes, hasta el
1948 fueron: Capítulo de P.R.: Henry W. Dooley, 1917-18; Charles W.
Hartzell, 1918-20; Emilio del Toro, 1920-21; Juan B. Huyke, 1921-22;
Arturo Rodríguez, 1922-24; Manuel Mendía, 1924-28; Jorge Bird Arias,
1928-29; Antonio Fernos Isern, 1929-31, CXCIII/21; Pablo Berga, 1932-39;
Etienne Totti, julio de 1939-1942; Roberto H.Todd,Jr., 1942-45; Antonio
R. Matos, 1945-46; Jean Springstead Whittemore, 1946-48; Mr. Víctor
Braegger, 1948.
El solar en que está enclavado el edificio fue vendido por el gobierno
insular en virtud de leyes, Ley Núm. 3 de 26 de junio de 1929 y de 1934, siendo sus autores los
senadores Manuel A. García Méndez y Enrique González Mena y el
presidente de la cámara Miguel A. García Méndez, durante los mandatos
de los gobernadores Horace M. Tower y Gen. Blanton Winship.
Mediante la Ley Núm. 3 de 26 de junio de 1929 (“Ley 3”), el Gobierno de Puerto Rico vendió al Capítulo de Puerto Rico de la Cruz Roja Americana (el “Capítulo”), por la suma de un dólar, un terreno de 563.25 metros cuadrados, localizado en el Barrio de Puerta de Tierra de San Juan. La Ley 3 requería que el Capítulo edificara, dentro de los cinco (5) años subsiguientes a la aprobación de dicha ley, un edificio cuyo costo no fuera menor de $15,000, y que se destinaría exclusivamente para la instalación de las oficinas del Capítulo y demás dependencias necesarias para el trabajo en Puerto Rico del Capítulo. La Ley 3 disponía que de no cumplirse con dichas condiciones, el solar y el edificio pasarían a ser propiedad del Pueblo de Puerto Rico.
La Cruz Roja Nacional Americana
durante la presidencia de John Barton Payne, contribuyó con los
materiales de construcción. La
División de Edificios Públicos del Departamento del Interior preparó
el proyecto y los planos. El arquitecto: Rafael Carmoega. Autor del
proyecto: Joseph J. O' Kelly. Planos: Gonzalo Fernós. La Administración de Auxilio de Emergencia
de Puerto Rico, bajo la dirección de James R. Bourne y el Capitán
William A. Font, llevó a cabo la mano de obra.
El edificio fue construido por la PRERA bajo la dirección de Carlos
González y Luis Ferrer. La
inauguración del edificio se llevó a cabo en agosto 18, 1935.
La
caoba centenaria de que está construida la puerta principal que procede
de las tablas del techo de la casa del gobernador Frey Nicolás de Ovando (A.D. 1510), fue
donada por el Gen. Rafael Leónidas Trujillo M., presidente de la
República Dominicana. Hicieron
asimismo valiosas donaciones, Jorge Bird Arias, Arturo Lluveras, Mario
Mercado, Fernando Calimano y Jaime Sifre hijo. El trabajo realizado por la organización durante sus comienzos fue extenso. Entre las actividades llevadas a cabo se destacan las siguientes:
En su primer año se estaba terminando de construir el campamento "Las Casas", que iba a ser el cuartel de entrenamiento de la cuota de soldados para el ejército americano correspondiente a Puerto Rico. El Capítulo Puertorriqueño de la Cruz Roja, consciente del trabajo que esta movilización acarrearía, organizado ya en toda la Isla su "Servicio del Hogar", comenzó sus actividades. Cuando los soldados tenían que abandonar sus hogares muchos dejaban sin recursos padres, esposas, hermanos y niños, por carecer de ellos. Este
problema se hizo muy serio pues el por ciento de personas que dependían en absoluto del socorro del Capítulo
de la Cruz Roja en Puerto Rico era mayor que el de cualquier otro capítulo de la Cruz Roja Americana
Nacional.
El Departamento del Servicio del Hogar del Capítulo no disponía de fondos y en respuesta a una petición
hecha a las oficinas nacionales, de $25,000.00 a $27,000.00 fueron enviados a Puerto Rico con los cuales
inmediatamente se dio comienzo al trabajo de dicho servicio. Los fondos que envió la Cruz Roja Nacional se
agotaron rápidamente. Se solicitaron nuevos fondos y unos $20,000 a $25,000 fueron donados por las
autoridades de la Cruz Roja Nacional para el trabajo del Servicio del Hogar. Pero esto sólo era una fracción de
las absolutas e imperiosas necesidades de los sub-comités, y con el fin de facilitarles la labor que se habían
impuesto, los comités del "Servicio" se abrogaron grandes responsabilidades personales tales como tomar
dinero prestado bajo su propia responsabilidad individual, sus propias garantías personales, los oficiales y
comitentes de modo que se pudiera conseguir alimento, y otros menesteres para las mujeres y niños que
dependían enteramente, durante esos meses, de la Sociedad de la Cruz Roja.
La "Primera Reserva Auxiliar" preparó y envió a los soldados del ejército americano 120,000 vasos de cristal
de guayaba, contribución única en su clase y de tan tamaño esfuerzo que de ello se ocupó la prensa nacional y
los círculos mundiales de la Cruz Roja. Por donación de los cosecheros y fabricantes de tabaco de la Isla, el
Capitulo pudo enviar 1,500,000 cajas de cigarrillos a los muchachos del ejército americano en Francia.
Servicio durante el terremoto: Fue en el 1918 que el gran terremoto hizo tanto daño en la Isla, causando la
muerte de cientos de personas y la pérdida de millones de dólares. Con la cooperación de los comités locales
de las poblaciones de la zona afectada, se puso en acción la gran máquina de la Cruz Roja, estableciéndose
hospitales de emergencia y dándose a los necesitados alimentos, ropas y ayuda monetaria, todo lo cual
represento un desembolso de más de $30.000. Se reconstruyeron algunas casas averiadas y se construyeron
casas de emergencia para las familias pobres cuyos hogares habían sido destruidos. Cincuenta casas de
campaña donadas a Puerto Rico por la Cruz Roja Nacional fueron utilizadas en este trabajo de socorro.
Otras actividades: Mayagüez, que había sufrido los efectos de aquel terremoto, fue visitado por otra
calamidad, el fuego de uno de sus teatros principales, donde hubo muchos muertos y heridos. Otra vez más, la
Cruz Roja ocupó inmediatamente su puesto, estableciendo un hospital donde recibieron auxilio los heridos.
Durante los meses de noviembre y diciembre de 1918, los comités locales reportaron más de 150,000 casos
de influenza , volviendo nuevamente la Cruz Roja a cumplir su elevada misión.
En el 1921 se fundó el servicio de enfermeras bajo la hábil dirección de la Srta. Kathleen D'Olier; se prestó
auxilio a los pobres perjudicados por los fuegos de Arecibo y Aguas Buenas; ayuda a los atacados de
influenza y a los puertorriqueños sin empleo en Nueva York. También se prestó verdadera ayuda a los que
sufrieron en el más desastroso fuego que se ha registrado en San Juan, el de mayo 1ro. de 1921, en el barrio
de Puerta de Tierra y que dejó en la inclemencia a más de cien familias. El sobrante de los fondos
recolectados para el fuego antes citado se invirtió en el sostenimiento del campamento al aire libre para los
niños.
Colaboró también en el estudio del problema local de la tuberculosis, bajo la dirección del Dr. J. G. Townsend
del Servicio de Sanidad Nacional. Se organizó un comité de socorro para auxilio en casos de grandes
desastres. Se abrieron en San Juan tres "Clínicas Infantiles" y más tarde una en Ponce. Fueron asistidos
pobres perjudicados por el fuego de Humacao .
La Cruz Roja Americana, capítulo de Puerto Rico, ha brindado una gran diversidad de servicios a las familias puertorriqueñas. Esta organización humanitaria que agrupa a más de 150 países es dirigida por sobre 250 millones de voluntarios que proveen alivio a las víctimas de desastre, ya sea cuando el fuego destruye su hogar, las lluvias afectan sus pertenencias, un huracán devasta su pueblo o cualquier situación afecta su comunidad, ya sea el desastre causado por el hombre o por la naturaleza. Además, la Cruz Roja ayuda a la ciudadanía a prevenir, prepararse y responder a las emergencias.
La visita de los
voluntarios de la Cruz Roja comprende una evaluación
de los daños que sufrió la familia y ofrece apoyo en
el área de salud mental.
Primera Hora 1911 |
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Su origen: La Cruz Roja Juvenil de Puerto Rico, como en todos los países donde se ha establecido y arraigado, fue una necesidad de la guerra. En la época en que
era necesario utilizar todas las fuerzas vivas de los países beligerantes se pensó en los niños como miembros auxiliares de las secciones locales de la humanitaria institución de la
Cruz Roja.
Nuestra Asociación vio la luz precisamente el año en que los Estados Unidos declararon la guerra al Imperio
Alemán. Forma parte del Capitulo de Puerto Rico de la Cruz Roja Americana y su funcionamiento esta
íntimamente relacionado con el sistema de escuelas públicas.
Su primera directiva estuvo formada por Paul G. Miller, Comisionado Insular de Instruccíón, quien era a la vez miembro del Comité Ejecutivo del Capítulo de Puerto Rico; el Presidente de la Junta Escolar de San Juan y la Inspectora de Ciencias Domésticas de las escuelas públicas, la profesora Grace J. Ferguson. Nombráronse Comités Locales en todas las municipalidades de la Isla, integrados en todos los casos por el Inspector de Escuelas del Distrito, el principal o director de escuelas de la localidad y una profesora, generalmente la de Ciencias
Domésticas.
Carácter escolar de la Institución: Llevóse a cabo la primera campaña de socios durante la semana escolar comprendida entre el 6 y el 10 de mayo de 1917, y el espíritu de actividad desplegado por los niños y los maestros, secundado por un público generoso y entusiasta.
Al terminarse la campaña, 68,013 alumnos habían hecho su ingreso en la Asociación y el total recaudado por concepto de cuotas ascendió a la respetable suma de $21,501.20.
Su concurso en la lucha mundial: La necesidad de sostener los soldados en campaña y las otras actividades de la guerra imponían un serio tributo de fuerzas y energías a la población civil de los países empeñados en la contienda. Los niños puertorriqueños encontraron en esta nueva actividad un medio de secundar los trabajos realizados para sostener a los defensores de la nación; y se les
vio tomar parte principalísima en la confección de vendajes para los combatientes y ropa destinada a los niños de Europa, en la venta de sellos de guerra y bonos de los diferentes empréstitos, en la propaganda para estimular la producción de frutos del país, y en general en todos los trabajos que pusieron a prueba el amor patrio y la lealtad de los habitantes de esta tierra.
Contribución para la Guerra: La suma recolectada en la primera campaña de socios fue invertida totalmente en la compra de tres ambulancias, que fueron destinadas a prestar servicios en los campos de guerra de Europa, dedicándose un poco más tarde una considerable suma a la dotación de una sala en un hospital francés. Los socios matriculados en los cursos de artes manuales construyeron, en horas no comprendidas en el programa de clases, quinientos sillones de extensión para los soldados
puertorriqueños que recibían instrucción militar en el campamento "Las Casas".
Cooperación del Maestro: Un detalle que merece ser recordado es el hecho de que durante los dos primeros años de su existencia la Cruz Roja Juvenil no utilizó ni un sólo centavo de sus fondos en la remuneración de servicios. La organización y dirección de los trabajos estuvo entonces, a cargo de nuestros maestros. Y fue entonces, como hoy, la desinteresada cooperación y el desvelo de estos nobles impulsores del progreso, lo que determinó el indiscutible buen éxito de nuestra Asociación, de la cual forman parte actualmente todos los alumnos de nuestras escuelas.
Mirando al porvenir: Durante la gran lucha nadie pensó en la posibilidad de hacer de la Cruz Roja Juvenil una organización permanente. Sin embargo, terminada la contienda, fue criterio unánime de los educadores que habían iniciado y sostenido el movimiento, que esta agrupación, nacida de la necesidad del momento, representaba una fuerza considerable que podría utilizarse fácilmente para secundar el programa de paz sabiamente preparado por las Sociedades de la Cruz Roja. En efecto, la Gran Guerra, que exigió un enorme sacrificio de vidas humanas, dejando tras sí la devastación y la miseria, ha hecho hacer en el corazón de los hombres, el deseo ardiente de preparar las futuras generaciones para una civilización de paz. Sólo puede asegurarse ésto asociando e iniciando a la niñez para el aprendizaje, desde su temprana edad, de sus deberes respecto a sus semejantes, no sólo en su país sino fuera de él.
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