Ivis Negrón Pérez/El Vocero
El evangelio que ensalza la riqueza de fe y la generosidad de la
viuda, a pesar de su pobreza material, sirvió de marco ayer para
que la iglesia evangélica luterana, San Pablo, celebrara sus 100
años de misión en medio de una comunidad humilde de San Juan.
"Dios juzga nuestras ofrendas no por lo que damos, si no por lo
que nos ha quedado después de la ofrenda", dijo el pastor
Michael Domenech del Pilar a sus feligreses durante el Oficio
Mayor del centenario de la primera iglesia luterana fundada en
Puerto Rico. Cien años más tarde, la iglesia San Pablo es una de
26 templos de la comunidad luterana en la isla.
A su norte el océano Atlántico. Al sur toda una comunidad de
Puerta de Tierra, principal razón para la existencia de la
Iglesia San Pablo.
La función evangelística de esta iglesia luterana se unió a la
necesidad de una labor social, que logró el progreso de sus
feligreses, quienes a pesar de que abandonaron físicamente la
comunidad de Puerta de Tierra, se han mantenido fieles a su
núcleo religioso.
La Mayoría de los asiduos a la iglesia pertenecen varias
generaciones de familias luteranas, que se han distinguido por
su fidelidad y constancia, explicó Sarita Falcó, historiadora de
la iglesia San Pablo.
"Desde los inicios se fijó que fuera a través de la educación a
la comunidad que se pudiera atraer más personas al conocimiento
de Dios", dijo Falcó. Cuando se fundó la iglesia San Pablo en
1900, a raíz del trabajo misionero de Gustav Swenson, se enfocó
en la asistencia a los niños y las mujeres, explicó Falcó.
Los feligreses de la iglesia combinaron los servicios en la
escuela bíblica con la educación a pre escolares en el "Head
Start". Ambos servicios se mantiene hoy. Además, ofrecen apoyo a
las reclusas de la cárcel de Vega Alta y al hogar de
deambulantes Buen Pastor en Puerta de Tierra.
"Hoy la iglesia sigue aquí, frente al Atlántico, y la brisa
continúa acariciándonos, para proclamar la fe en el poderío de
Jesucristo", concluyó el pastor Domenech Pilar.
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