Escuela Industrial Notre Dame


Ave. Constitución 256


En los comienzos del siglo XX, la Parroquia San Agustín, en Puerta de Tierra, estaba ubicada en una de las áreas más pobres de la capital. Las Hermanas de Notre Dame, en estrecha colaboración con los Padres Redentoristas, desde un principio buscaron alternativas que pudieran conjurar la situación económica de los residentes de la parroquia.

De ahí surgió la idea de enseñar a coser, bordar y calar a las mujeres de la parroquia a fin de que pudieran suplementar los limitados ingresos de las familias, muestra fehaciente del interés de las Hermanas y los Padres en el bienestar material y espiritual de los seres bajo su responsabilidad.

Así nació la Escuela Industrial Notre Dame — popularmente conocida como La Costura - que tanto reconocimiento y satisfacciones daría a las Hermanas de Notre Dame y a los Padres Redentoristas.

El experimento comenzó en un salón de clases del Colegio San Agustín el 20 de agosto de 1917. Sister Timona, la principal del Colegio San Agustín, contrató a la Srta. Carmen — Marreira, Marriera o Mareras, según aparece escrito el apellido en distintos documentos — a quien pocas semanas después le siguió la Srta. Virginia Cuevas como instructura de costura para un pequeño grupo de niñas ansiosas de prepararse para trabajar. Un mes después de comenzada la escuela, Sister Colombiere, una experta con la aguja, se hizo cargo de la escuela. Según iban terminando sus obras, Madame Louise Lucchetti se encargaba de mercadearlas entre sus amistades, quienes reconocían no sólo la obra social que se realizaba, sino la alta calidad de los trabajos. En 1919, Sister Camillus de Lellis y Sister Osear reemplazaron a Sister Timona y a Sister Colombiere. El proyecto resultó tan exitoso que un salón no fue suficiente para acomodar a todas las mujeres que querían aprender a coser y bordar, por lo que el salón de actos de la parroquia fue convertido en taller en 1923.

Una visita en 1928 del Muy Revdo. James Barron, quien estaba a cargo de la Provincia de Baltimore de los Padres Redentoristas y a la cual pertenecía Puerto Rico, amplió el panorama de La Costura. Los Padres accedieron a construir un edificio de cuatro pisos en la Avenida Ponce de León frente a la iglesia parroquial para que las Hermanas pudieran adiestrar a más mujeres. El edificio, diseñado por Antonio M. Martínez & Lázaro Costa, fue bendecido el 22 de agosto de 1929. La nueva comunidad de Hermanas de Notre Dame estaba compuesta por Sister M. "Cornellius de Lellis, la superiora, Sister Osear, Sister Colombiere, Sister Asunción, Sister Angela y Sister Concepta. Durante muchos años, hasta 300 mujeres iban a diario a trabajar a esta escuela.

La Costura sirvió además para establecer otro concepto totalmente innovador en Puerto Rico. Muchas de estas mujeres tenían hijos pequeños y carecían de medios para dejarlos mientras trabajaban. Por eso, se acondicionó un salón para que estos niños que aún no tenían edad para ir a la escuela pudieran pasar el día. Además de contar así con un lugar seguro donde dejar a sus hijos, las madres sabían que recibirían buena alimentación y asistencia médica.

Con la aportación económica de la Junta Médica Católica para las Misiones, una entidad de Nueva York, se contrataron los servicios de una enfermera y una trabajadora social. La enfermera tenía su oficina en el edificio de La Costura y visitaba con regularidad la escuela y los hogares de los niños. También los acompañaba a diversas clínicas en las que recibían atención médica libre de costos. Durante más de 50 años, las mujeres hicieron de sus creaciones con la costura verdaderas obras de arte hechas a mano que aún hoy son preciadas piezas que atesoran las personas que las adquirieron, o que han pasado de generación en generación como parte de la herencia familiar.

De hecho, antes de la visita del Coronel Charles A. Lindbergh a Puerto Rico el 2 de febrero de 1928, varias organizaciones comisionaron a La Costura para que bordaran distintas creaciones para entregarlas como regalo al héroe. Dos benefactores vieron las obras y decidieron ordenar un juego de mesa para regalárselas a la madre de Lindbergh. El mantel y las 12 servilletas llevaban bordado el monograma de la madre de Lindbergh y el mantel también tenía una inscripción en inglés que decía: "Obsequio de las Hermanas de Notre Dame a la madre de Lindbergh". Al agradecer el obsequio durante un banquete, el coronel dijo que en sus recorridos por distintos países había recibido muchos regalos y medallas, pero que era la primera vez que recibía un regalo para su madre.

Con el tiempo, las jóvenes que trabajaban en La Costura recibían bonos en efectivo para las Navidades, para las Madres y un bono especial de $25 al celebrarse los 25 años de labores el 23 de agosto de 1954.
El 12 de octubre de 1967 se le rindió tributo especial en Casa Cristo Redentor en Aguas Buenas a Sister Colombiere por sus 50 años de servicio a La Costura.
 
 

 

La fama de de la alta calidad de los trabajos de La Costura crecía. Pero como sucede tan a menudo, el paso de los años y el supuesto progreso material suplantan meritorias obras que en su época proporcionaron unos medios que se convirtieron en la balsa salvavidas de tantas familias que estaban a la deriva en el mar de la escasez. La llegada de la industria textil a Puerto Rico, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, sentenció La Costura en la Parroquia San Agustín. Ahora los artículos de ropa se podían hacer con mayor rapidez y a unos costos más baratos por medio de máquinas que a mano. Además, los dueños de las fábricas podían pagar mejores salarios que las Hermanas.
 

En 1970, 53 años después de inaugurada La Costura, el número de empleadas había declinado a solamente 15. La superiora, Sister M. Sulpicia, y el viceprovincial, Padre Roberto Feeley, tomaron la triste decisión. 'Cierra La Costura", decía el titular de un periódico local. Fin de una era de verdadero rendimiento social.

La Costura/Semillas de Amor, Hermanas de Notre Dame/Luis A. Villares 1991