Soldados de una
'guerra espiritual'
Por: Carmen Millán Pabón
29 de diciembre de 2002
Llevan uniformes porque son "soldados", "capitanes" y "coroneles" de un
cuerpo cuasi militar. Sin embargo, cuando "atacan" ayudan a vivir. A
vivir mejor.
La lucha de éste ejército -en el que las mujeres alcanzan los rangos en
igualdad de condiciones que los hombres- no es por poder, ni por dinero.
Desde todos los flancos combaten la pobreza, la soledad, el hambre, las
injusticias y los vicios. Ese grupo de valerosos soldados conforman el
Ejército de Salvación.
Llegaron a Puerto Rico en el 1961, por iniciativa de Doña Felisa Rincón
Viuda de Gautier, entonces alcaldesa de San Juan. Traían la encomienda
de ayudar a "aquellos que viven en la calle sin un techo que les
cobije". El primer centro de ayuda lo establecieron en La Perla.
Desde que el pastor de la Iglesia Metodista William Booth fundó el
Ejército de Salvación (Salvation Army) en 1865, en Londres, al Ejército
de Salvación siempre se ha conocido por su particular "guerra
espiritual" en las comunidades necesitadas, con los deambulantes, los
enfermos y todos aquellos "sufrientes".
Para gran parte de la población, el Ejército de Salvación son los
uniformados con camisa blanca que durante la época de Navidad piden
dinero en las puertas de los centros comerciales con una alcancía roja.
Pero éste ejército -cuya consigna es "dar la mano al hombre y el corazón
a Dios"- hace mucho más que sonar una campanita para solicitar
cooperación.
Según sus datos censales, éste movimiento caritativo internacional que
es parte de la Iglesia Cristiana Universal se ha extendido a 108 países
alrededor del mundo, y cuenta con más de 5 millones de miembros.
En Puerto Rico, se estima que son 1,142.
Según el mayor Jorge Marzán, secretario divisional para la División de
Puerto Rico e Islas Vírgenes, el Ejército de Salvación es un movimiento
cristiano mediante el cual se expresa el amor a Dios a través del
servicio a la humanidad sufriente, como "el buen soldado de Jesucristo"
del que habla el Apóstol San Pablo en la Biblia. Su servicio se realiza
desde distintos niveles de compromiso.
Jerarquía del Ejército
La milicia era bien vista en la Inglaterra de 1865, de manera que el
nuevo grupo con base religiosa y una fuerte misión social se organizó
como un ejército y como tal, tienen distintas gradaciones de rangos.
Los "adherentes", adoptan la misión del Ejército de Salvación, pero no
están dispuestos a hacer el compromiso religioso. Son voluntarios
responsables de tareas que aunque sencillas, son esenciales para que el
engranaje de la organización pueda funcionar: lo mismo sellan la
correspondencia, que sirven alimentos durante las actividades para
deambulantes.
Otro tipo de voluntariado compone la Junta Asesora. Se trata de un grupo
de estrategas financieros formado por personas prominentes del mundo de
los negocios. Son empresarios, abogados, comerciantes y ejecutivos.
Pero el diploma no los libra de tocar la campanita y pedir en las
puertas de los centros comerciales con la alcancía roja cuando hace
falta.
"Los soldados son miembros comprometidos del Centro de Adoración y
Servicio a Dios y a la comunidad sufriente", explicó Marzán. Le siguen
los "oficiales", o ministros religiosos que se preparan en el Seminario
Suffern, en Nueva York.
Los "capitanes" ya son pastores religiosos con un rango de oficial
recién comisionado. En el caso de los matrimonios, la pareja se
convierte automáticamente en "capitana", con la misma autoridad. Después
de 15 años, el "Capitán" pasa a ser "Mayor"; los próximos rangos se
adquieren por responsabilidad. Estos -"Teniente Coronel", "Coronel" y
"Comisionado" - por lo regular son líderes en algún país, o grupo de
países.
La Jefatura Internacional del Ejército de Salvación, en Londres, está
comandada por el General John Larson.
Servicio incondicional
El Ejército de Salvación "ataca" dando servicio a quien más lo necesita.
Según Marjorie Yambó directora de la División de Servicios a la Familia,
la Liga de la Misericordia cuenta con un grupo de voluntarios que visita
hospitales, confinados, hogares de niños y centros de ancianos. El grupo
distribuye efectos personales de higiene, reparte juguetes y, regala
alegría y orientación.
El Programa Puertas Abiertas le provee ayuda sicológica a víctimas de
delitos que sufrieron estrés post traumático. Después de las horas
lectivas, bajo el Programa La Llave se le ofrecen tutorías, valores
espirituales y manualidades a niños de escuela elemental. Al momento
éste programa está en Ponce y Mayagüez, pero se espera extender a
Arecibo, Bayamón y Guayama.
En Puerta de Tierra,
en el edificio donde está ubicada la "Tienda de Economías", está el
Centro de Rehabilitación de Adultos que buscan romper con el vicio de
las drogas o el alcohol.
A través del proyecto Esperanza, cientos de deambulantes reciben
servicios básicos y orientación para que retornen a un sistema de vida
adecuado. En periodos de emergencias y desastres, el Ejército de
Salvación activa sus tres camiones-cantina, preparados para servir
alimentos clientes a víctimas y voluntarios.
En Puerto Rico, ésta milicia recibe el 65% del presupuesto general
operacional de las oficinas centrales de Nueva York, área a la que está
adscrito Puerto Rico.
SEGUN ALICIA González, directora de Desarrollo y Relaciones con la
Comunidad, los servicios, mayormente se nutren de fondos no recurrentes
procedentes de propuestas locales, federales, aportaciones de
Fundaciones privadas, y, de las conocidas campañas de recolectas, como
la de la Olla Roja, en época de Navidad, y las ventas del adorno para el
árbol de la campaña Arbol del Angel, la Campaña del Angel y las
aportaciones que se solicitan por correo.
Yambó sostuvo que el año pasado, el Ejército recibió $85,000 de la
Legislatura; $50,000 del Departamento de Justicia para el Programa
Puertas Abiertas; y, $24,000 del Departamento de la Familia para el
Proyecto Esperanza.
Entre las aportaciones privadas, recibieron $150,000 de la Fundación
Angel Ramos, para la construcción del Centro de Emergencia; $7,000 de la
Fundación Shana Golstein para el Programa de Deambulantes; la Fundación
Thomas Lyle Williams aportó $50,000 para el Programa La Llave.
Sin embargo, nunca es suficiente porque la necesidad es grande.
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