Johnny López «El
Bravo» Por Bibiana Hernández
Creó un estilo musical propio e inimitable. Nació en Puerta de Tierra el 4 de mayo de 1944. Vivió en el residencial San Agustín solamente hasta los seis años. Pero afirma que su corazón está en nuestro barrio, porque así se lo inculcaron su mamá y su abuela y bisabuela maternas. Juan Enrique López Llanos, conocido internacionalmente como Johnny El Bravo, es el quinto de seis hijos varones (Fernando, Pedro Jr., Jorge, Francisco “Paco” y Antonio “Toñito”) que procrearon el santurcino Pedro López Llopis y su esposa Genoveva Llanos Pi, ama de casa natural de Puerta de Tierra. “Papá pintaba autos en la Oldsmobile del barrio. En casa vivíamos papá, mamá, mis cinco hermanos, mis dos primos hermanos, mi abuela Dolores Pi Montañez, mi bisabuela Valeriana Montañez, y yo. Aun siendo pequeño recuerdo la vía del tren, la playa de la 8, y las rebosadas que papá traía a casa los viernes. Recuerdo haber trabajado como aprendiz de hojalatería y pintura en el taller de Daniel. Yo tenía once años, ya no vivíamos en el barrio, pero bajé las notas en la escuela y mi mamá me dijo que ahora iba a aprender lo que era un oficio. Papá me llevaba. Duré seis meses. También recuerdo a Pablo Villegas, nuestro vecino. Es padrino mío y de todos mis hermanos. Cuando cumplió cien años lo visité, salió hasta por televisión. Recuerdo que mi mamá fue quien le presentó a la que luego fue su esposa y madre de sus hijos”, nos cuenta Johnny con alegría. Cuando Johnny tenía seis años, la familia se mudó al entonces nuevo residencial Las Casas. Luego su abuela se ganó la lotería y compraron casa en Puerto Nuevo. Es por eso que los hermanos mayores de Johnny estudiaron en el Colegio San Agustín, pero él estudió en las escuelas Alejandro Tapia, Antonio S. Pedreira, la Escuela de las Américas, y Gabriela Mistral. En esa época Johnny comenzó a jugar béisbol, su gran pasión, al nivel de doce años, teniendo sólo nueve, por su desempeño sobresaliente. Contando entre sus compañeros a Santos Alomar y a Mako Oliveras, era segunda base, pero a los diecisiete años se lesionó un brazo y no pudo seguir jugando. Sus comienzos en la música vienen desde niño. En la escuela “tocaba” sobre su pupitre mientras otros amiguitos cantaban. Según crecía se dio a conocer, sobre todo en Navidades, por lo bien que tocaba los bongós y las congas de modo autodidacta y natural. Luego lo empezaron a llamar de grupos establecidos hasta que fundó su propia orquesta, Johnny López y su Combo, que cuenta con más de cincuenta años de carrera. Su hermano Toñito siempre ha cantado con él, pero otro de sus primeros cantantes fue Miguel Clemente. Johnny nos indica: “Miguel era de Puerta de Tierra, de la parada 3. Cantaba en las Fiestas de Cruz del barrio y fue el primer cantante de Cortijo.” El apodo artístico de “El Bravo” vino por el empresario neoyorquino Catalino Rolón. Cuenta Johnny que “la orquesta iba a tocar pero el show fue suspendido y Rolón no me avisó. Me recompensó grabándome mi primer disco, y desde entonces nos presentó como Johnny ‘El Bravo’ y su Combo porque él decía que si había un Pancho El Bravo en Cuba, en Puerto Rico tenía que haber un bravo también.” Algunos de los muchos éxitos de Johnny son “La Barola”, “Cuca Puruca”, “Las Leyes Del Tránsito”, “Mundo Moderno”, “Oh, Sagrado Corazón de Jesús”, “María Magdalena”, “Guede Zaina, “Oh Jo Ah Ja” y “Celeste”. Ha grabado más de doscientas sesenta canciones en veintidós LPs. Entre muchos otros premios, ha recibido el Agüeybaná de Oro (Orquesta del Año-1970), el Cordero de Oro (Orquesta del Año-1971), y un Disco de Oro (“Guede Zaina”-1973). En el 2015 entró al Salón de la Fama de Puerto Rico, y también recibió el Congo de Oro como orquesta de año en Barranquilla, Colombia. En noviembre de 2018 Johnny fue galardonado como parte de los Cien Mejores de la Cultura Latinoamericana y a finales de 2019 será publicado el libro “Una leyenda de la música: Johnny El Bravo”, escrito por el profesor Joaquín Dejanós, ex catedrático de la Universidad de Barranquilla. Pero el mayor galardón que Johnny aprecia en su vida es haber conocido al Señor Jesucristo. Con voz seria y serena, y mucho sentimiento, Johnny indica: “En 1993 tuve un encuentro personal con el Señor. Mis amigos Marcos Malory y Yasmín Mejías siempre me invitaban a la iglesia, pero yo siempre posponía. En una ocasión íbamos ellos y yo en ruta de Salinas a Coamo. Yo estaba pasando por momentos difíciles con el disgusto por los grupos de merengue, hasta recibí amenazas de muerte. En el trayecto yo miraba al cielo, y vi literalmente al Señor Jesús, abriendo Sus brazos hacia mí. Comencé a llorar sin parar, y les pedí a Yasmín y a Marcos que se detuvieran. Ellos oraron por mí y desde entonces sigo en los caminos de Dios.” En 1995 Johnny creó el ministerio musical “Los Pleneritos”, en el que niños alaban al Señor a ritmo de plena. De dicho proyecto surgieron “Los Pleneros de la Fe”, que cuenta con doce CDs y gran éxito dentro de la música cristiana y secular. Johnny ha sido pastor, es evangelista internacional y ha llevado el mensaje hasta a puntos de drogas sin temor ninguno. Su ministerio incluye visitación y prédica de la Palabra en hogares de rehabilitación, a reclusos, y también a confinadas, ya que es un firme defensor de la mujer y enemigo acérrimo de la violencia doméstica. Por eso marcó su regreso a la salsa popular en el 2015 con su canción de 1973 “No la trates mal”, al notar el alarmante aumento en los casos de violencia de género. Junto a Johnny, perseverando en este caminar de fe, se encuentra siempre la que ha sido su esposa por cuarenta y cinco años, Sara Rivera. Ambos son padres de dos varones: Johnny John y Henry John López Rivera. “Mientras estuve en el mundo de la música popular, mis hermanos mayores me cuidaban. Pero en todo momento Dios me guardó”, nos dice este bravo siervo de Dios, lleno de humilde fe, y original de Puerta de Tierra por cuatro generaciones.
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