Biografías

 

Ing. José A. Peterson Sixto

Por Yvonne Peterson Tapia 

 

 
José A. Peterson, mejor conocido por Cheo, nació un 3 de diciembre de 1916 en Puerta de Tierra. Era el tercer hijo de los ocho que tuvo el matrimonio de Joseph Peterson y Eoline Sixto, inmigrantes de la isla de Saint Thomas a principios del siglo 20. El matrimonio se estableció en Puerta de Tierra, haciendo de Puerto Rico su nuevo hogar.

Siendo un estudiante aventajado, se destacó en las ciencias y matemáticas desde sus grados elementales. Estudió sus grados elementales en la escuela Brumbaugh y la secundaria en la escuela Barbosa, ambas en Puerta de Tierra. Se graduó de escuela superior en Central High School. En el 1943, fue uno de seis que obtuvieron su diploma de Ingeniero Civil del Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas, actualmente el Recinto Universitario de Mayagüez.

Aunque trabajó en la práctica privada, mayormente trabajó en agencias gubernamentales, como el antiguo Departamento de Obras Públicas, que luego se convirtió en la Autoridad de Carreteras y Transportación, diseñador por excelencia del sistema vial de nuestro Puerto Rico. Fue un profesional excepcional, muy querido por sus compañeros de trabajo.

Y aunque nunca practicó ningún deporte, fue socio fundador de la organización ATOPRICO, Asociación de Turistas Olímpicos de PR, grupo creado para respaldar y apoyar delegaciones de PR en el extranjero.

Era una persona alegre y jovial, y la vida le devolvió esa misma alegría. Fue el eterno optimista, su copa nunca estuvo medio vacía, sino siempre medio llena. Dicharachero y amante de los refranes, a todos llamaba “gandul”, y a los allegados, “puchunga o puchungo”. Disfrutaba cantar con su cuñado las canciones del dúo de Quique y Tomás y del cuarteto Mayarí, siendo su danza favorita “Perla del Caribe”. Nunca olvidó sus raíces y disfrutaba bailando calipso, comiendo callaloo, y asistiendo a los carnavales de St. Thomas todos los años. Amante de los animales, alimentaba a cuanto perro realengo encontraba en su camino. Y como buen colegial, “epopeya del saber, donde se aprende a beber”, le hizo honor a su himno, le gustaba el Don Q.

En Mayagüez conoció a “su puchunga”, su compañera de vida por 63 años, Petra Tapia. Producto de esa unión fue una hija, aunque crió dos nietos.

El 8 de octubre de 2008 hace su transición dejando el legado de una vida vivida a plenitud.