Biografías

Nicolás (Nick) Acosta Romero


Por: José A. Sánchez Fournier



Nick Acosta Romero nació en la década del treinta -prefiere no especificar en cual año exactamente, "porque se vería mal"- en la comunidad de Puerta de Tierra, entonces aledaña a una de las principales áreas militares en la Isla. El ambiente de la milicia, al igual que la del deporte y de la música, lo atrajo desde niño.

Aunque nació y se crió en circunstancias difíciles, Nick Acosta Romero ha demostrado una gran capacidad para asimilar los golpes del destino, gracias particularmente a sus asombrosas manos, lo que le ha hecho ganarse dentro del deporte profesional el apodo de "El hombre con los dedos mágicos". Unos dedos y un oficio terapéutico que le han valido que famosos beisbolistas de Grandes Ligas le contraten para que vuele a las ciudades donde ellos se encuentran con el único propósito de que friccione y amase los damnificados músculos de sus
extremidades, cuidados que a ningún otro masajista se atreven a confiar.

Pero no sólo de manos poderosas y dedos hábiles vive el hombre. También la voz melodiosa y las cuerdas vocales pueden ser un pasaporte a la notoriedad, como le ocurre cuando es escogido para entonar himnos que preludian los grandes eventos deportivos.

Su madre murió cuando apenas tenía cinco años y, un tiempo después, su padre, un ingeniero civil que trabajaba como contratista con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, quedó incapacitado tras enfermarse de filaria. Ante un difícil panorama hogareño, Nick partió, como muchos puertorriqueños en los años cuarenta, hacia la Gran Manzana.
"Esto aquí estaba muy malo, demasia'o, y había que buscar ambiente en los Estados Unidos. Me fui con una tía, Monserrate Acosta, tendría yo como unos doce años. Yo quería irme para allá a estudiar y a buscar un porvenir", recuerda Nick, quien, aunque algo entrado en años, todavía cuida su apariencia de 'dandy' niuyorrican.

Fue un cambio drástico pero, acostumbrado a compartir con los soldados estadounidenses en Puerta de Tierra, Nick se acopló con rapidez a Nueva York. La milicia seguía atrayéndolo como un canto de sirena y, tras graduarse de escuela superior y cumplir la mayoría de edad, se enlistó en la Infantería de Marina, la elite de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Eso fue para el 1951, con el conflicto en Corea viviendo sus momentos más crudos.

Hasta allí se desplazó y allí combatió junto al general Chesty Puller en Inchón, en lo que fue una de las más arduas batallas de todo ese conflicto bélico. "Nosotros desembarcamos en Inchón. Y después peleamos en Pan Mun Jom. Eso fue en invierno, y nuestro equipo era de la Segunda Guerra Mundial, no era para esas condiciones. Las cosas estaban feísimas", recuerda sobre su tiempo en los 'marines'. "Si tú supieras, yo vi a muchísimos compañeros que se merecían condecoraciones, (como) la Medalla de Honor, la Estrella de Plata, pero condecoraban a unos pocos.
Todos se fajaron allí".

En Corea adquirió dos recuerdos imborrables de su tiempo en combate: un tatuaje del arquetípico bulldog de los 'marines' en el bíceps izquierdo, y la caricatura que distinguía a los miembros del 'F Company' en el antebrazo derecho.

También allí reinició su relación con el deporte de las narices chatas, una de sus pasiones. "Yo fui seleccionado al 'All Marine team' en el 52, cuando vine de Corea", recuerda Nick, quien en su adolescencia participó en el torneo Guantes Dorados de Nueva York.