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SegúnTapia y Rivera, no fue tarea fácil demoler una estructura que frente a la plaza de Colón tenia
más de veinte varas de ancho, rellenar los fosos y contrafosos y hacer desaparecer la enorme masa del
revellín de Santiago, de los baluartes y cortinas ya mencionados. Dado que una vara mide 83.52
centímetros, si Tapia y Rivera estaba en lo correcto, la muralla cercana a la Puerta de Santiago (frente a la Plaza de
Colón) medía aproximadamente 54 pies y 10 pulgadas de ancho. Dado el hecho de que todos los otros artefactos de
la esquina más oriental de las antiguas defensas de San Juan hasta el lugar donde estaba situada la Puerta de Santiago están
todavía en su lugar, el sentido del lugar cuando se "entra" al recinto creado por este majestuoso inventario es bastante impresionante.
Después de una vigorosa campaña de la prensa local y en medio de un gran júbilo, la enclave
abrió sus puertas el 17 de mayo de 1897.
La aprobación despertó singular entusiasmo en todas las clases sociales. Proyectóse primeramente un parque
en parte del espacio que ocupaban los muros y baluartes. Los jóvenes y señoritas de la buena sociedad
ofrecieron sus servicios gratuitamente para coadyuvar a la obra demoledora. Los primeros, en número de
doscientos, organizaron diecinueve brigadas de honor que bautizaron con los nombres de Ortega, Lealtad,
Rey, Reina, Regente, Colón, Matilde, Pura (en honor de la hija del gobernador), etcétera. Proveyéndose de
palas y picos en la Casa Consistorial, uniformándose con un ancho sombrero de jipi-japa y una camisola ....
Las señoritas, por su parte, formando grupos de aguadoras, acudieron, amables y solícitas, en sus
primaverales toilettes, provistas de lindas canastillas adornadas con flores y lazos, a mitigar la sed y a ofrecer
delicado sustento a aquellos jóvenes obreros del civismo. Colocóse la primera brigada bajo la dirección de la
señorita Pura Marín y León, primogénita del gobernador Marín. Improvisóse un campamento de tiendas de
campaña a lo largo de la calle San Francisco, frente a la plaza de Colón, para proteger del sol a las aguadoras.
Pareció político a las autoridades españolas de la isla imprimir cierta solemnidad al acto de sacrificar al
progreso de la ciudad un jirón del famoso Presidio de San Juan, secular exponente del poderío de España en el
Nuevo Mundo.
Dio comienzo la tarea el 28 de mayo de 1897, previamente declarado festivo por el gobernador
Marín y anunciado al público por el alcalde, doctor José M. Marxuach, en un ambiente que contribuían a hacer
alegre un sol espléndido y el esperado júbilo de la población. Arbolóse una hermosa bandera nacional sobre la
puerta de Santiago, empavesáronse las naves ancladas en el puerto y cubriéronse de colgaduras los balcones
de las residencias que circundaban la plaza de Colón. Mantenida a raya la multitud en la esquina nordeste de
dicha plaza, ascendieron al terraplén que cubría la bóveda da de la vetusta puerta el gobernador y capitán general
Marín, el general Ortega y la comitiva oficial, para presenciar la colocación del primer cartucho de dinamita.
Descendió la comitiva, despejáronse los alrededores, y el gobernador hizo explotar aquella primera carga.
Arremolináronse entonces al pie del terraplén las brigadas de honor y los trabajadores para comenzar la labor
de remover en carretillas de mano las piedras y la tierra de la enorme obra. (Adolfo de Hostos, San Juan Ciudad murada, p 260)
Tras una larga espera la población de San Juan festejó el nacimiento de su
espacio habitable extramuros.
A partir de entonces las Zonas Polémicas, se denominarán como Barrio de
Puerta de Tierra. Y con ello surgen otros usos en los espacios extramuros
del recinto fortificado, a los anteriores permitidos de labranza y
ejercicios militares, al también introducirse espacios de recreación como
son los Paseos adornados con Glorietas, donde proveer áreas de
esparcimiento para la comunidad.
"La fiesta de los obreros de honor para el derribo de las murallas y la
fecha del 28 de mayo de 1897 será para siempre memorable en la capital de
Puerto Rico".
Tras unos primeros
días de entusiasmo por la novedad, las labores prosiguieron con lentitud,
con mano de obra de presidiarios y empleados municipales. El derribo no habia terminado cuando estalló la Guerra Hispanoamericana. A partir de
entonces Puerta de Tierra se remilitariza en clave de base naval,
planteando una torcedura decisiva en el relato urbano que apenas había
comenzado a en-hebrar. |
Campamento en la Plaza de Colón
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Brigada de honor "Reina Regente" y aguadoras
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Brigada de honor "Matilde" y aguadoras.
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Aguadoras
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