El Derribo de las murallas

Fotos de las Brigadas 

El Gobernador Antonio Dubán Ramírez de Arellano surgió como figura clave de la decisión final en cuanto a la demolición de las murallas. Su análisis del valor de las fortificaciones en vista de los cambios en armamentos y tácticas militares fue atinado y bien fundamentado y fue de gran peso en la determinación final.

SegúnTapia y Rivera, no fue tarea fácil demoler una estructura que frente a la plaza de Colón tenia más de veinte varas de ancho, rellenar los fosos y contrafosos y hacer desaparecer la enorme masa del revellín de Santiago, de los baluartes y cortinas ya mencionados. Dado que una vara mide 83.52 centímetros, si Tapia y Rivera estaba en lo correcto, la muralla cercana a la Puerta de Santiago (frente a la Plaza de Colón) medía aproximadamente 54 pies y 10 pulgadas de ancho. Dado el hecho de que todos los otros artefactos de la esquina más oriental de las antiguas defensas de San Juan hasta el lugar donde estaba situada la Puerta de Santiago están todavía en su lugar, el sentido del lugar cuando se "entra" al recinto creado por este majestuoso inventario es bastante impresionante.

Después de una vigorosa campaña de la prensa local y en medio de un gran júbilo, la enclave abrió sus puertas el 17 de mayo de 1897.

La aprobación despertó singular entusiasmo en todas las clases sociales. Proyectóse primeramente un parque en parte del espacio que ocupaban los muros y baluartes. Los jóvenes y señoritas de la buena sociedad ofrecieron sus servicios gratuitamente para coadyuvar a la obra demoledora. Los primeros, en número de doscientos, organizaron diecinueve brigadas de honor que bautizaron con los nombres de Ortega, Lealtad, Rey, Reina, Regente, Colón, Matilde, Pura (en honor de la hija del gobernador), etcétera. Proveyéndose de palas y picos en la Casa Consistorial, uniformándose con un ancho sombrero de jipi-japa y una camisola ....
Las señoritas, por su parte, formando grupos de aguadoras, acudieron, amables y solícitas, en sus primaverales toilettes, provistas de lindas canastillas adornadas con flores y lazos, a mitigar la sed y a ofrecer delicado sustento a aquellos jóvenes obreros del civismo. Colocóse la primera brigada bajo la dirección de la señorita Pura Marín y León, primogénita del gobernador Marín. Improvisóse un campamento de tiendas de campaña a lo largo de la calle San Francisco, frente a la plaza de Colón, para proteger del sol a las aguadoras. Pareció político a las autoridades españolas de la isla imprimir cierta solemnidad al acto de sacrificar al progreso de la ciudad un jirón del famoso Presidio de San Juan, secular exponente del poderío de España en el Nuevo Mundo.

Dio comienzo la tarea el 28 de mayo de 1897, previamente declarado festivo por el gobernador Marín y anunciado al público por el alcalde, doctor José M. Marxuach, en un ambiente que contribuían a hacer alegre un sol espléndido y el esperado júbilo de la población. Arbolóse una hermosa bandera nacional sobre la puerta de Santiago, empavesáronse las naves ancladas en el puerto y cubriéronse de colgaduras los balcones de las residencias que circundaban la plaza de Colón. Mantenida a raya la multitud en la esquina nordeste de dicha plaza, ascendieron al terraplén que cubría la bóveda da de la vetusta puerta el gobernador y capitán general Marín, el general Ortega y la comitiva oficial, para presenciar la colocación del primer cartucho de dinamita.
Descendió la comitiva, despejáronse los alrededores, y el gobernador hizo explotar aquella primera carga. Arremolináronse entonces al pie del terraplén las brigadas de honor y los trabajadores para comenzar la labor de remover en carretillas de mano las piedras y la tierra de la enorme obra. (Adolfo de Hostos, San Juan Ciudad murada, p 260)

Tras una larga espera la población de San Juan festejó el nacimiento de su espacio habitable extramuros. A partir de entonces las Zonas Polémicas, se denominarán como Barrio de Puerta de Tierra. Y con ello surgen otros usos en los espacios extramuros del recinto fortificado, a los anteriores permitidos de labranza y ejercicios militares, al también introducirse espacios de recreación como son los Paseos adornados con Glorietas, donde proveer áreas de esparcimiento para la comunidad. "La fiesta de los obreros de honor para el derribo de las murallas y la fecha del 28 de mayo de 1897 será para siempre memorable en la capital de Puerto Rico".

Tras unos primeros días de entusiasmo por la novedad, las labores prosiguieron con lentitud, con mano de obra de presidiarios y empleados municipales. El derribo no habia terminado cuando estalló la Guerra Hispanoamericana. A partir de entonces Puerta de Tierra se remilitariza en clave de base naval, planteando una torcedura decisiva en el relato urbano que apenas había comenzado a en-hebrar.


Campamento en la Plaza de Colón


Brigada de honor "Reina Regente" y aguadoras

 


Brigada de honor "Matilde" y aguadoras.

 


          Aguadoras

 

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