El día dos de mayo dió comienzo la Semana del Ateneo. El licenciado Emilio S.
Belaval, actual Presidente de dicho centro cultural, ha organizado un grupo de damas, que dividido en distintos comités tiene a su cargo la responsabilidad del éxito. El motivo primordial de este movimiento que ha de llevarse a cabo obedece a razones de orden económico.
Conocida y aceptada en Puerto Rico y fuera de Puerto Rico es hoy la capacidad de la mujer portorriqueña. Por lo tanto, para toda orcasión meritoria que se presente de demostrar sus habilidades, debe triunfar.
El Ateneo Puertorriqueño ha pedido cooperación a la Mujer para salvar las difíciles circunstancias por que atraviesa y hay que responder por la Mujer y por el Ateneo.
Todas las mujeres de nuestra isla, conocedoras del valor que el digno sostenimiento del Ateneo de Puerto Rico representa, deben prestar ayuda en la forma que puedan;
por pequeña que sea, estará llena de valor. Sin distinción de edades, de clases sociales, ni políticas, yo hago esta llamada a todas las mujeres portorriqueñas para que ya en sus escuelas, ya en sus trabajos o en sus distintos grupos sociales, respondan acordes al alcance individual de cada uno de ellos con el interés que el caso merece.
Habiendo llegado a la mayoría de edad el Pueblo de Puerto Rico a principios del siglo XIX, despertáronse en él los deseos de adquirir el precioso don de la sabiduría. La implantación de la imprenta por el gobernador De Montes y la fundación de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, por el Intendente Ramírez, abrieron las puertas de la ciencia a nuestro pueblo, viniendo a ampliar el cuadro la Real Academia de Buenas Letras y el Seminario Conciliar que fundara el buen obispo Gutiérrez de Cos, amén de las inolvidables cátedras del sabio Padre Rufo, y la nutrida enseñanza del Colegio Carpegna.
Las libertades constitucionales que por algunos momentos saborearon nuestros hombres de preparación cultural, y el influjo que llegaba de Europa de los grandes centros científicos y literarios, nos señaló, ya algo entrada la segunda mitad del siglo, la enorme necesidad de la creación del Ateneo Puertorriqueño.
El glorioso dia 30 de abril de 1876, reunidos en los galones del Ayuntamiento de San Juan cuarenta y ocho amantes del saber, oyeron de labios del licenciado Francisco de Paula Acuña el objeto de tan laudable reunión. El Lcdo. Manuel Elzaburu fue el "Alma Mater" de la creación del Ateneo. El día 29 de junio se llevó a efecto la inauguración pública de este Centro progresista que
tenía por objeto exclusivo la cultura de las ciencias, letras y artes. El Gobierno prestó su valiosa ayuda a la nueva institución.
Largo tendríamos que plumear para relatar la intensa labor del Ateneo Puertorriqueño. ¡Cuántos seres amantes del progreso y la sabiduría encontraron albergue en su augusto recinto! ¡Cuántas veces se oyó la palabra docta y elocuente de nuestros hombres de ciencias y letras prodigar sus conocimientos a los asiduos concurrentes de la sabia casa!
El Ateneo Puertorriqueño debe subsistir porque es el templo de la Ciencia, de las Artes, de las Letras. ..; el único camino para llegar a la Verdad...
En el Ateneo Puertorriqueño, vive el espíritu puro de nuestra personalidad. Es la única casa en donde el extranjero visitante puede conocer a Acosta, a Baldorioty, a Ruiz Belvis, a Betances, a Corchado, a Power, a Blanco, a Muñoz, De Diego, Coll y Tosté, Brau, Matienzo, Barbosa!
El Ateneo debe subsistir, porque los países que no tienen Ateneo están a la retaguardia del progreso, porque civilización, no es, caña, café, sino Arte y Letras...!
Es nuestro deber conservar y engrandecer nuestro Ateneo; darle vida y calor: concurrir a sus veladas y reuniones; todo buen portorriqueño debe ser socio del Ateneo; todo extranjero que aquí viva, que sea amante de la Ciencia, del Arte y de las Letras, debe ser socio del Ateneo.
En hora buena ayudemos otras instituciones de carácter cultural que han llegado a nuestras playas y aquí han tomado asiento, pero no olvidemos al Ateneo Puertorriqueño, que tiene doble mérito: el de ser Ateneo y de ser portorriqueño.
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