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Noticias 1938

 

 


Fue un gran acontecimiento la segunda asamblea de Acción Católica


La segunda magna asamblea de Acción Católica se llevó a cabo el domingo con gran brillantez en los terrenos del Parque Muñoz Rivera. Desde bien temprano comenzaron a llegar carros y camiones de todos los puntos de la Isla conduciendo a los millares de feligreses que habrían de acudir a hacer acto de presencia en esta asamblea cuidadosamente organizada bajo la dirección del reverendo padre Murga con la cooperación de las diferentes organizaciones católicas de ambas diócesis, la de San Juan y Ponce.

Todas las delegaciones portaban estandartes anunciadores del origen de las mismas y los carros venían todos engalanados con los colores de la bandera papal, blanco y amarillo. Todos los colegios católicos de la capital tuvieron representación y sus alumnas vestían uniforme de gala. Asi también las niñas escuchas católicas.
 

Ya a las nueve de la mañana, materialmente no cabía una persona más en la espaciosa plazoleta del parque, donde fue erigido el altar en que habría de oficiar en la Santa Misa el padre Murga. Poco antes de la hora anunciada (10:00 A. M.) para dar comienzo al acto hizo su entrada al presbiterio el ilustrísimo obispo de la diócesis de San Juan, monseñor Eduino V. Byrne, quien tomó asiento en el lado del Evangelio junto con los señores Martínez Alvarez, Rodríguez Serra, Quevedo Báez, Cuevas Zequelra, Valdés y un grupo de damas entre las que figuraban la señora Joaquina de Biascoechea, López Cepero de Valdés, Margarita J. de Vadi, Consuelo Delgado y otras cuyos nombres no podemos recordar.

Ofició en la Santa Misa el padre Murga y la misma fue armonizada por el orfeón que dirige el padre Berasategui en unión del señor Moria, contribuyendo así al mayor realce del acto. Poco mas de media hora duró el Santo Sacrificio de la Misa, terminado el cual se dirigió a la inmensa multitud de fieles el padre Murga, alma y organizador de esta asamblea. Sus palabras calan como rocío refrescante entre la muchedumbre que a pie firme y bajo nuestro inclemente sol tropical cumplía con sus deberes de católicos prácticos, sirviendo de lenitivo y sedante.

Siguióle en el uso de la palabra Su Iluitrísima Monseñor Byrne, pastor de la diócesis del norte. Abordó diversos problemas sociales y exhortó a todos sus feligreses "a seguir luchando a fin de que nuestra religión tradicional, cuya fuerza se destacaba en aquel mar de almas allí congregadas, se propagara hasta los más acerados corazones a fin de sostener sobre una verdadera base de dignidad los hogares portorriqueños".

El Lcdo. Manuel Rodríguez Serra, Presidente diocesano de Acción Católica, enardeció los entusiasmos de aquella multitud con su elocuente y fácil dicción.No podía faltar en este trascendental acto la voz admonitiva de la mujer portorriqueña, alma y corazón de la fe cristiana en nuestra isla. Doña Isabel Alonso viuda de Mier, Vicepresidenta diocesana de Acción Católica, hizo acoplo de las galas que como oradora la adornan y con fácil palabra llegó hasta el corazón e Inteligencia de los campesinos que desde los más remotos puntos de la isla vinieron para hacer profesión católica.

Dona Mariana López Cepero de Valdés, Gran Regente de las Hijas Católicas de América, organización que cuenta con millones de afiliados en todo el continente americano, abordó el tema de los deberes que como madre correspondían a la mujer de velar por la paz del hogar nativo e inculcar en sus hijos como único medio para conseguir ésta la religión católica.

Cerró el acto el Lcdo. Rafael Cuevas Zeqüeira, conmoviendo a los concurrentes con su bien pensado verbo.  Inmediatamente después dio comienzo a la parada, la cual por lo bien que había sido dispuesta hasta en sus más mínimos detalles organizóse en las afueras de los terrenos del parque prosiguiendo hacia San Juan.

Abrían la misma las niñas escuchas católicas en sus vistosos uniformes y luciendo sus insignias. Seguía la Juventud Femenina portando sus estandartes. También formaron filas los niños escuchas católicos, la Juventud Católica y la representación masculina de Acción Católica

Arcos bellamente engalanados por las Antiguas Alumnas del Colegio del Sagrado Corazón, bajo la dirección de doña Joaquina de Biascoechea, fueron levantados por las calles por donde habría de pasar la manifestación. Multitud de carros engalanados con banderas papales seguían a los de a pie. La banda del Regimiento fue gentilmente cedida por el coronel Urrutía, cooperando a entusiasmar con sus marciales himnos a los manfestantes que daban vivas a la Iglesia Católica, al Papa y a monseñor Byrne.

El reverendo padre Murga, organizador de estos actos prosiguió a pie junto con los manifestantes enardeciéndolos a su vez con sus vivas y se mostraba más que satisfecho con el éxito del mismo.

Terminada la parada, les fue ofrecido un banquete a todos los católicos que habían venido de la Isla, en la plazoleta central del Parque Muñoz Rivera. Como en los demás actos, éste se caracterizó por lo bien organizado, ya que sólo podían participar del ágape los que presentaran una contraseña que de antemano les había sido entregada en sus respectivos pueblos de origen al partir hacia la capital.

Más de treinta mil almas hicieron demostración de fe católica el domingo. Puede sentirse satisfecho el padre Murga del éxito que coronó sus esfuerzos. No hay que olvidar tampoco todas aquellas personas y congregaciones que trabajaron en la mejor organización de esta magna asamblea.

Los actos del domingo pasado han delineado y definido los derechos de la Iglesia Católica en Puerto Rico. Acción Católica incluye en su programa la mayor cooperación a la consecución de la propagación de la fe católica en la Isla.

Esta segunda asamblea de Acción Católica define en su programa la mayor cooperación a la consecución de la propagación de la fe católica en la isla. Esta segunda asamblea constituyó uno de los mayores éxitos que se puede apuntar a su haber su Secretario General, el padre Murga.

Cronista.