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domingo 23 de enero de 1938 p. 10

El singular y milagroso aterrizaje del "Niña" en el Escambrón

Por Arturo Gigante

En estos días aciagos en que los accidentes aéreos se están sucediendo con una frecuencia aterradora, revive en mi mente la historia de un aterrizaje famoso logrado en San Juan de 
Puerto Rico por el pilloto W, S. Wade, en condiciones tales, que cuantas veces ha ocurrido el mismo percance a otros aviadores, todos, sin excepción alguna, o han destrozado el avión al 
aterrizaje, o han perdido la vida tratando de efectuarlo.

Aún el coronel Charles A. Lindbergh, "El Águila Solitaria" americana, cuando en su viaje de buena voluntad en compañía de su distinguida esposa trató de aterrizar en Méjico en 
condiciones similares, salvó su vida y la de su compañera milagrosamente, pues al intentar aterrizar con un tren de aterrizaje partido, el avión dio varias vueltas de campana, quedando a 
la postre completamente inútil y destrozado, siendo un verdadero milagro que sus ocupantes salieran Ilesos del espectacular accidente.

El aterrizaje a que voy a referirme sucedió hace algunos años, cuando aún no estaba establecida en Puerto Rico la "Pan American Airways", y la presencia de un aeroplano cualquiera surcando el azul de nuestros cielos era espectáculo que hacía elevar la vista a grandes y a chicos, que curiosos y atentos seguían con la vista a las raudas evoluciones del pájaro de acero hasta que se perdía en la lejanía indecisa.

Trabajaban en Puerto Rico para esa época dos aviones "Waco", pilotados por Brasil Rowe, quien ocupa un alto cargo hoy en día en una de las compañías aereas más famosas, y W. S. 
Wade, quien sucumbió trágicamente en un accidente automovilístico en la vecina República Dominicana. Estos aviadores recorrieron la isla, estacionándose temporalmente en distintas 
poblaciones donde ofrecían al público viajes y paseos locales, hasta que a su regreso a San Juan fueron vendidos a una compañía dominicana. Debido a este viaje a Santo Domingo, 
surgió en la mente de los pilotos el establecimiento de una linea aérea entre la vecina república y nuestra ciudad capital.

Dejando a Wade en Puerto Rico gestionando campo de aterrizaje y otros detalles embarcó Rowe hacia Estados Unidos, donde consiguió capital suficiente para promover esta empresa, 
importando dos aviones que fueron bautizados con los sugestivos nombres de "Santa María" y "Niña", respectivamente.

Comenzó a trabajar la compañía bajo el nombre de "Porto Rico Aerial Express" desenvolviéndose dentro de la mayor economía, y utilizando como oficinas una tienda de campaña enclavada en los terrenos del Escambrón, que a la vez servían como campo de aterrizaje, ya que para esa época nuestro parque atlético no era siquiera una idea en la mente del arquitecto que más tarde lo diseñara, y nuestro "Escambrón Beach Club" tampoco había germinado en la brillante mente de Félix Benltez Rexach, quedando toda la faja de terreno 
situada al lado norte de la de la actual carretera como aeropuerto de la naciente empresa.

Como apoderado general de la misma en Puerto Rico, actuaba Charles Duntin, muerto más tarde mientras servia a otra compañía en Miami, y era jefe de mecánicos nuestro amigo José 
Seijo, ya que en aquella época, los pilotos hacían también de mecánicos de sus propios aviones, y desde volar los mismos hasta vender tickets todo entraba en la diaria labor de Wade y Rowe, alma y cuerpo de la naciente empresa.

En estas condiciones se iba desenvolviendo la "Porto Rico Aerial Express, y a pesar de contratiempos e inconvenientes iban prosperando los negocios de la compañía, al extremo en 
que muchas ocasiones los pasajes de ida y vuelta a Santo Domingo estaban vendidos semanas de anticipación, no obstante haberse cambiado el itinerario de una a tres salidas 
semanales.

En uno de estos viajes de regreso, despegó el "Niña", pilotado por W. S. Wade, del aeropuerto dominicano, y debido a la pequeñez del mismo, partió uno de los soportes del tren de 
aterrizaje en el despegue, en forma tal que la rueda del mismo lado quedó completamente inútil e inservible, siendo mejor un obstáculo que una ayuda para el aterrizaje.

Pilloto hábil, si los hay, Wade Inmediatamente se dio cuenta de lo ocurrido, y tomando altura sobre la capital paró los motores para Informar a su pasajero de las condiciones del avión, y 
del probable resultado de un aterrizaje, explicándole que era más que probable que ambos perecieran o quedaran malamente heridos al tratar de efectuar el mismo.

El pasajero, un caballero dominicano cuyo nombre escapa a mi memoria, creyó que aquello era una broma del piloto, y como tal la tomó, y al ser preguntado si prefería intentar aterrizar en 
Santo Domingo o en Puerto Rico, replicó, bromista y despreocupado: "Aterricemos en Puerto Rico y así probaremos las clínicas del aquel país". 

Wade dirigió el avión sobre la ruta de costumbre y horas después aparecía volando sobre el aeropuerto del Escambron, para ansiedad y desesperación de todos los allí presentes, 
ignorantes de que él se había percatado del accidente, y temían que al tratar de efectuar un aterrizaje normal perdiesen la vida piloto y pasajero.

Et avión voló bajo el campo un par de veces, y a las desesperadas señales de tierra, respondió informando que conocía las condiciones en que traía el avión, pero que esperaba aterrizar 
normalmente, aunque recomendaba se enviase por una ambulancia y se avisase a una clínica, por si ocurría lo peor.

Fácil es imaginarse la zozobra que causó este mensaje, y aunque la sonrisa despreocupada del pilloto y su alegre saludo al pasar nuevamente rozando el campo tendían a dar ánimo a 
todos los presentes, también sabían todos el inminente peligro que corrían avión y pasajeros tan pronto intentasen el aterrizaje...

El avión dió varias vueltas más sobre el campo, hasta que alejándose un poco hacia el oeste mismo inició el descenso.

Impelido por la fuerza del motor, que contra la costumbre usual en este tipo de aviones Wade mantenía en marcha, oíamos claramente el silibido del viento entre los aparejos del avión, 
que rápidamente se acercaba a tierra, hasta que delicadamente vino a posar su única rueda útil en los comienzos del campo, iniciando veloz carrera sobre la misma con las alas 
ladeadas en forma tal que la otra rueda colgaba en el aire, a semejanza de un ave en pleno vuelo a la que rota e inútil cuelga monga y lacia una de sus patas.

El avión recorrió un corto trecho con una de las alas apuntando al cielo y la otra casi rozando la tierra, y según fue perdiendo velocidad fue recobrando la posición horizontal, sin que el 
piloto permitiese aún el descalabrado tren de aterrizaje tocase la tierra. Muy suavemente, sin un solo golpe y sin el menor estremecimiento, el avión perdió impulso y dócilmente recostó 
su barriga sobre la arena del campo describiendo un semicírculo en postrer deslizamiento sobre la misma, sin que hélice, alas, o siquiera la tela de que está revestido el cuerpo sufriera el 
más ligero rasguño.

Un enorme suspiro de satisfacción salió de todos los pechos mientras Wade abría la puerta de la cabina al asustado pasajero, diciéndole con la mejor de sus sonrisas, "Welcome to 
Puerto Rico, Mister".

Abrazos, felicitaciones, expansiones de júbilo y alegría indecible, y la "Porto Rico Aerial Express" que se anota un enorme triunfo, gracias a la pericia y habilidad de un piloto que supo 
convertir una probable tragedia en un momento glorioso para el futuro de la aviación en Puerto Rico, que sabe Dios a qué altura andaría, si en aquella época de experimentación y duda, 
este aterrizaje hubiese costado la vida al piloto y al pasajero.