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La Fiesta de Navidad que todos los años ofrece la Y. M. C. A. a los niños del Instituto de Ciegos resultó muy lucida este año.
El señor Ramón Vales, Director del Departamento Juvenil, dió la bienvenida a los concurrentes y presentó al señor Manuel Bueno, Secretario General de la Y M. C. A., quien en breves palabras explicó a los presentes el motivo de estas fiestas que se vienen celebrando desde que era Director del Departamento Juvenil.
El programa estuvo a cargo de una de las profesoras del Instituto y casi todos los alumnos tomaron parte. Los concurrentes aplaudían con mucho entusiasmo cada vez que estos niños terminaban un número del programa, y muchos se preguntaban, cómo, estos niños sin vista podrían hacer tantos cosas que ellos no sabían. El programa fue amenizado por un grupo compuesto por los niños pobres que asisten las sábados por la noche a la Y. M. C. A. y que gustosamente se ofrecieron para alegrar a los cieguitos, con aguinaldos, boleros y seís "chorreaos".
Al terminar el programa los concurrentes fueron obsequiados con mantecado, bizcochos y dulces, obsequio de la Asociación y que fueron con mucho gusto servidos por las señoritas María Teresa de Manzano y Lucila Betancourt. Estas amables señoritas también hicieron de "Santa Claus", presentando a los niños los regalos que fueron hechos por las siguientes personas: Oscar Hjorth, Julio E Suñé, Aníbal Costa, Ángel Rivera Torres, Carlos Rivera, Rafael Calor Mota, Augusto Calor Mota, Gilberto Sandín, Ismael Gentiles, Gilberto M. Font, Rafael Vidal, Rafael Florit, Antonio Díaz, Manuel Tejeiro, Domingo Rodríguez, Elisa Colberg, Porfirio Días, Isidoro del Valle, Ismael Rodríguez, Felipe Campos, J., Aida Ester M. de Vales, José L. Pérez, Octavio Picón y Antonio Sarmiento.
Terminada la presentación de regalos, el señor Vales expresó a los niños el deseo de la Y. M. C. A. de verlos nuevamente el año próximo cuando se celebre otra vez la fiesta, y deseándoles muchas felicidades en Pascuas y Año Nuevo. Les pidió a los músicos que tocaran algunas piezas, las cuales los cieguitos acompañados de sus mamás bailaron con gran maestría. Una cieguita como de ocho años bailó una rumba con tanta soltura, que es difícil igualarla.
A las cinco y media sde la tarde y muy contentos de haber pasado un rato muy agradable, se dirigieron los cieguitos y sus directores a su hogar, en guaguas cedidas gustosamente por el señor Rafael Arcelay.
"Y" MAN
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