Por RAFAEL SANTIAGO SOSA
Jefe de Redacción
El fuerte de San Gerónimo —una de las más antiguas reliquias históricas
de Puerto Rico— amenaza ruinas y ha dejado de ser, por las condiciones de abandono en que se encuentra, una importante atracción turística.
Observamos, durante una visita al fortín que sus techos de ladrillo y barro amenazan con derrumbarse y presentan cinco grandes rotos por donde penetra el sol y la lluvia; que las fortificadas paredes exteriores están parcialmente
corroídas, dejando entrever las capas interiores de ladrillo a alguna
profundidad; y que las gritas y troneras presentan un cuadro de absoluto abandono.
En cuanto a la suciedad interior, comprobamos que el Fuerte lo están usando personas irresponsables que abusan de la falta de vigilancia, dejando allí basuras que afean todo el contorno. Hay bastante yerba en una de las secciones superiores que dan a la garita del lado norte, mientras que en el interior, el mal olor a materias fecales y la humedad que reina en todo el recinto, hacen impenetrable el viejo polvorín y plaza de artillería.
El baluarte de San Gerónimo estaba bajo la jurisdicción del Departamento de Ohras Publicas, y más tarde pasó al Gobierno de la Capital, tras una concesión, a base de su vigilancia y conservación. Tales son los récords obtenidos de la Oficina de Turismo.
Una restauración de emergencia costaria alrededor de $89.000, porque tal es el estado de abandono, suciedad y destrúcción en que se encuentra actualmente. San Gerónimo habla soportado, hasta ahora, todo el maltrato del tiempo, pero
en los últimos años tanto el tiempo como los vándalos se han unido para destruir esta antigua reliquia histórica.
QUITAN LETRERO
Las condiciones de los techos son tan desastrosas, que hace días se colocó un gran letrero y una barrera a la entrada principal advirtiendo el peligro y prohibiendo el paso a los turistas. Ese letrera ha sido removido y aparece partido a la mitad sobre una de las murallas exteriores.
Contamos, en el techo, cinco cavidades en distintas partes, separadas entre si. El techo está inseguro y en completo desnivel. Se sostiene por grandes vigas de ausubo enclavadas en la parte inferior, pero aún asi, existe el temor
de que ae continúe desprendiendo por acción de las lluvias.
El Fuerte ha sido aprovechadon por los turistas en sus visitas anuales a la Isla, pero en estas condiciones en que se encuentra, difícilmente podrá formar una buena impresión a los que se aventuran a entrar a su interior. Existe, actualmente,libre acceso para todos, sin vigilancia ni reglamentación de clase
alguna, según apreciamos ayer, y si ésta existe, no se observa. Solamente había en sus alrededores dos parejas de curiosos. Una de éstas entró al fortín, y salió segundos después con sus pañuelos tapándose las narices. La otra se dirigió a la parte superior, a respirar el aire y observar el paisaje.
Minutos después abandonarón el baluarte, dirigiéndose al Caribe Hilton.
PESCADORES LO USAN
Se nos informó que muchos pescadores aficionados acostumbran usar San Gerónimo durante la noche, y allí m guarecen de la lluvia; preparan pequeñas fogatas para calentar algunos alimentos o preparar café, y luego continúan su pesca
desde las murallas o troneras exteriores. También se han visto maleantes y vándalos en correrías nocturnas, a veces acompeñados de mujeres.
Esta pequeña Fortaleza, por su localización, ofrece un bello aspecto en el paisaje de la laguna del Condado y las inmediaciones de los lujosos hoteles de la Capital. El Comité Asesor Histórico de la Junta de Planes y la Comisión de Monumentos Históricos de la Capital rechazaron el 11 de febrero pasado una proposición para construir en el Castillo de San Gerónimo un restaurante, aduciendo que ello degradaría el valor histórico de la estructura.
Para esa fecha, se informó que el Gobierno de la Capital había propuesto comenzar inmediatamente lqs reparaciones más urgentes para establecer más tarde allí un museo militar. Estos planes no se han cristalizado todavía y la antigua fortaleza -desde donde los soldados españoles rechazaron a los invasores ingleses que comandaba Sir Ralph Albercromby en 1797- sigue abandonada, reclamando que la mano oficial restaura sus históricos recintos.
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