Ni una sola lágrima rodó y la memoria del general Contreras comenzó a resucitar
cuando empezaron a caer ayer las rebeldes chabolas que componían el arrabal Corea,
de la zona portuaria de San Juan. La memoria del difunto gobernador español mantenida
por la calle que da servidumbre de paso al arrabal, ha estado un tanto descuidada
desde el 1928, cuando nació Corea.
Seis de las casuchas desmanteladas ayer —no se puede decir demolidas porque
esa palabra como que intima cierta solidez que los edificios de Corea no tenían.
Funcionarios de la Corporación de Renovación Urbana
y Viviendas presentes —
don José García Amador, Jaime Varas, Juan Deliz y Jacinto Castrillo — dijeron que
el total de dineros pagados
a los dueños de las casuchas montará a más de $6,000.
A una de las seis casas
derribadas hubo que dejarle dos habitaciones en pie porque los moradores se negaron
a salir. Esos son los Ludvig, marido y mujer, a quienes se les proporcionó un apartamiento en el caserío Lloréns
Torres y lo rechazaron. Los funcionarios de la CRUV dijeron que probablemente contra
estos inquilinos se haya
que incoar una acción judicial. Alfred Ludvig dijo que su esposa había adquirido
una casa para mudarse. ¿Dónde?
En el arrabal Las Casas, cuyos moradores construyeron clandestinamente en los
terrenos de Juan José Otero,
y contra los cuales hay demandas de desahucio. La casa allí fue comprada, dice
Ludvig, en $175.
La CRUV informó que las tres casas restantes serán destruidas en el curso de los
próximos diez días, salvo que
surjan circunstancias imprevistas.
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