Una larga serie de
malentendidos en los procesos parlamentarios de la
Junta de Gobierno han generado una crisis en el
liderato del Ateneo Puertorriqueño. (juan.martinez@gfrmedia.com
). |
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miércoles,
1 de agosto de 2012
El Nuevo Día
Por Ana Teresa Toro
El problema con las luchas internas es que, por lo general, de
internas tienen poco. Sobre todo porque sus repercusiones suelen
salpicar a aquellos a quienes se está destinado a servir.
El caso más reciente en lo que a instituciones culturales se
refiere aconteció ayer, luego de que se difundiera en horas de la
mañana un parte de prensa -enviado por Roberto Ramos Perea,
miembro de la Junta de Gobierno del Ateneo Puertorriqueño- en el
que se informó que el presidente de dicha institución, José Milton
Soltero Ramírez, había invalidado en la reunión de la Junta
-celebrada el lunes en la noche- todos los actos y decisiones que
se hayan llevado a cabo desde el pasado mes de abril de 2011 hasta
el presente. Esto incluía -como se destacó en el comunicado- el
otorgamiento de la Medalla Betances al dúo Calle 13 y al
presidente de la República Dominicana, Leonel Fernández, así como
actos como el homenaje al preso político Oscar López.
Mencionar a Calle 13 bastó para que la noticia corriera por los
medios y las redes sociales. El propio René Pérez de Calle 13
reaccionó sorprendido a través de su cuenta de Twitter.
Al poco tiempo, Soltero Ramírez negó dicha información y reiteró
no solo que no habrá retirada de medallas sino que, como
institución, se reafirman en los motivos que tuvieron para
otorgarlas.
Todo este debate público sirvió para destapar una evidente lucha
interna que lleva décadas cuajándose en las entrañas del Ateneo.
Por un lado, Ramos Perea plantea que las medallas no tienen
validez pues su puesto fue impugnado por Eduardo Morales Coll,
expresidente del Ateneo, en la mentada reunión.
“Si se anula mi nombramiento quedan anuladas todas las decisiones
de la Junta, porque todas las decisiones tienen que ser tomadas en
el pleno por todos los miembros”, recalcó Ramos Perea.
La controversia agarró vuelo pues, además de su puesto, fueron
impugnados los nombramientos a la Junta de Gobierno de Elma
Beatriz Rosado, viuda de Filiberto Ojeda Ríos, y del arquitecto
Ricardo Magriñá, quienes acudieron el lunes a su primera reunión.
Las tensiones no son nuevas. Desde el pasado 8 de diciembre
Morales Coll -quien presidió el Ateneo por 30 años- pidió que se
anulara el puesto de Ramos Perea en la Junta por entender que
existía un conflicto de intereses. Esto, debido a que además de
ser secretario de la Junta, Ramos Perea es empleado del Ateneo,
pues labora como rector del Conservatorio de Arte Dramático,
director del Archivo Nacional de Teatro y Cine y editor de la
Editorial Lea del Ateneo.
Esta moción, que fue derrotada en aquella ocasión, fue la que se
planteó nuevamente el lunes.
Tecnicismos e interioridades
Pero más allá del conflicto interno -y hasta cierto punto de corte
personal- que se perfila, lo que merece la pena cuestionarse es:
¿Dónde queda la credibilidad del Ateneo en medio de todo esto?
¿Cuánto daño le hace a la legitimidad y rigor de los premios y
reconocimientos que otorga?
“Lo que pasó anoche (el lunes) es que se hizo un informe de la
delegación que fue a Santo Domingo a entregar la Medalla Betances
al presidente Leonel Fernández y se discutieron unas quejas que
presentó el expresidente del Ateneo Eduardo Morales Coll, sobre
decisiones que se habían tomado fuera de los estatutos del
Ateneo”, manifestó en entrevista con El Nuevo Día Soltero Ramírez
quien admitió que, al momento de entrar como nuevo presidente, la
pugna entre Ramos Perea y Morales Coll ya era evidente.
“Hay una lucha de poder entre ambos por razones de liderato y
poder, porque el Ateneo es una institución con gran respetabilidad
en el país”, dijo no sin antes admitir que “a ninguna institución
le hace bien que una misma persona la presida por tanto tiempo”,
en referencia a las tres décadas que Morales Coll estuvo al frente
de la institución.
Los estatutos que, según el presidente, fueron violentados son
aquellos que establecen que no se pueden legitimar nombramientos
que no fueron sometidos públicamente con diez días de antelación a
la Asamblea en pleno.
“En el caso de Magriñá y Rosado, fueron sometidos con siete días
de antelación. Todos los reclamos son como ese, de carácter
procesal”, reiteró Soltero Ramírez. “Si se atropellan los
estatutos, el Ateneo pierde su visión”.
Dicha discusión provocó que Ramos Perea renunciara a su cargo como
secretario de la Junta de Gobierno, mas no a su puesto como
miembro de la Junta ni a sus otros roles en el Ateneo; y el que no
se llegara a elegir a un nuevo presidente, algo que podría
beneficiar a los miembros de la Junta Edgar Quiles, Carlos
Severino y Daniel Nina, quienes según fuentes, han manifestado
interés en ocupar el cargo.
Queda en medio de todo esto otro cuestionamiento. Pues, así como
Morales Coll ha buscado la salida de Ramos Perea, lo mismo ha
sucedido a la inversa. Según la minuta de la reunión efectuada el
6 de junio de 2011 en poder de El Nuevo Día, Ramos Perea presentó
una moción para que se llevara a cabo un proceso de expulsión en
contra de Morales Coll. Esta fue avalada. Pero la Junta nunca
actuó sobre ello. Entonces, ¿por qué unas acciones de la Junta son
legítimas y otras no? ¿En dónde queda la credibilidad de un cuerpo
que no ejecuta sus propias decisiones?
En un mes habrá una nueva reunión, probablemente un nuevo
presidente y, al momento, tanto Ramos Perea como Morales Coll
continúan como miembros de la Junta. Al cierre de esta edición y
tras múltiples intentos por contactarle, Morales Coll no estuvo
disponible. De momento, hay medallas pero faltan respuestas.
Frente al Ateneo, la estatua de Ramón Emeterio Betances recuerda
lo necesario.
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