El Centro para el Grabado y las Artes del Libro de Puerto Rico abrió sus puertas en la Biblioteca Carnegie
domingo, 18 de febrero de 2018
Por Mariela Fullana Acosta
Hay ideas que viven con uno, que por alguna razón siguen en la mente como un latido. La artista puertorriqueña Consuelo Gotay -una de nuestras grandes grabadoras- tuvo hace varios años la idea de crear un taller de grabado en el país, como aquellos que se organizaron a partir de los 50 y que ayudaron a formar a tantos artistas.
La falta de espacio y tiempo, sin embargo, le impedía desarrollar dicho proyecto, el cual tenía perfectamente diseñado en su cabeza. Pero el año pasado, luego de que la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, puso a su disposición un espacio en la renovada Biblioteca Carnegie en Puerta de Tierra, Gotay vio la oportunidad para concretar lo que llevaba ideando hacía décadas.
Fue así que nació el Centro para el Grabado y las Artes del Libro de Puerto Rico, que abrió sus puertas a principio de mes, y que ofrece una serie de cursos para los adultos interesados en aprender desde grabado y caligrafía, hasta colografía, imprenta manual y confección de libros tridimensionales. El espacio sirve, además, como lugar de encuentro para artistas, especialmente grabadores que quieran enseñar o incluso aprender de sus colegas. El lugar también cuenta con un pequeño espacio que funciona como taller personal de Gotay, quien sabía que la única manera de llevar a cabo esta iniciativa, era trabajando desde allí.
“Por alguna razón yo tenía tan claro que esto algún día iba a darse que empecé -desde los 90- a recopilar equipo. La mayoría de las cosas que hay aquí son mías personales, de mi taller, y cosas que me han regalado, así que no es que haya habido una gran inversión”, cuenta Gotay desde una de las áreas del amplio salón que sirve como hogar de este nuevo centro artístico.
La artista explica que la relación con el municipio de San Juan surgió por el proyecto Paseo de Letras, del que forma parte y donde ofrece talleres de creación de libros a niños y niñas. Fue durante uno de esos talleres en una comunidad en Santurce que la alcaldesa de la capital se le acercó para saber si se animaba a desarrollar un proyecto si le ofrecía el espacio. “Le dije ‘lo tengo planeado hace más de 20 años’. Y empezamos a buscar lugares, estuvimos como dos años buscando, hasta que llegué aquí”, cuenta.
Indica que el municipio le cedió el espacio, así como unos tablilleros en madera que eran parte de la biblioteca y que se encontraban en desuso. Fuera de eso, todo ha estado a cargo de ella y de los artistas que forman parte de esta primera fase del proyecto, entre ellos Raquel Quijano, David Gasser, Ada Rosa Rivera y Yolanda Velázquez.
La primera sesión de los cursos, los cuales tienen un costo de $180 por ocho semanas, ya comenzó con 20 estudiantes matriculados, lo que indica que había una necesidad de un lugar como este.
"Lugar de esperanza"
Consuelo Gotay expresa que era importante crear este Centro para el Grabado y las Artes del Libro de Puerto Rico, pues entiende que este arte de alguna manera nos define y era importante darle continuidad.
“Yo estoy convencida de que el grabado puertorriqueño es importante para nosotros por la trayectoria que ha tenido el grabado en América Latina a raíz de las bienales de grabado y todo el desarrollo que ha tenido desde los años 50. El grabado de alguna manera, por su contenido, nos define culturalmente, nos define como país”, manifiesta.
Precisa que, aunque este arte ha estado “un poco en peligro” a partir de la década del 80, son cada vez más los jóvenes interesados en aprenderlo, y que de ahí también el interés de crear este taller profesional.
“Esto es como un lugar de esperanza donde la gente que practica el grabado se junta. Las conversaciones aquí son impresionantes y muchos compañeros ya han dicho que esta es nuestra casa. La idea es que este sea el sitio que, si vas a pensar en el grabado, pues vengas aquí”, expone con felicidad.
La artista, en tanto, prefiere hablar de continuidad en vez de un resurgir del grabado puertorriqueño, pues entiende que los grabadores y grabadoras siempre han estado ahí, trabajando, pero de forman marginal. “Hemos estado al margen de lo que es el mainstream porque nosotros no somos mainstream, no somos la última moda, nosotros somos los grabadores. Alguien en un momento dijo que nosotros no y nosotros seguimos”, comparte.
Gotay recuerda que el arraigo del grabado en Puerto Rico surgió con el nacimiento de la clase media en el país que, así como podía comprar un carro, podía adquirir grabados, ya que su carácter múltiple los hacía más accesibles que una pintura. La sección de gráfica de la División de Educación de la Comunidad (DivEdCo), surgida en los 50, también ayudó al auge y desarrollo de este arte en el país que desde entonces no se ha detenido.
Una muestra son los artistas que todavía lo practican con éxito como Anna Nicholson y Osvaldo de Jesús, quienes también se han unido como colaboradores de este hermoso proyecto, que no solo servirá de taller sino de espacio de exhibición.
“No creo que tengamos aquí el Museo del Grabado, pero estamos interesados en usar más espacio de la Biblioteca Carnegie para exhibir. Para empezar, vamos a tener una pequeña galería aquí donde vamos a tener exposiciones individuales y colectivas. Mientras tanto, vamos a tener en las paredes obras a las que tenemos acceso, como el Unicornio en la isla (de Lorenzo Homar) que lo tengo y lo voy a enmarcar y ponerlo allí. Mi hijo tiene el Portafolio del Café (de Rafael Tufiño) y le voy a pedir prestados algunos y así ir pidiendo prestadas obras para que los estudiantes las vean y llamar a gente de historia del arte para que escriban, hablen sobre ellas, para conversar”, dice con emoción.
“Esa es la idea, que estas cosas empiecen a pasar”, agrega.
Luego de recorrer el centro, conversar con estudiantes y colegas amigos, y mostrar la nueva novela ilustrada que trabaja con el escritor Eduardo Lalo, se le cuestiona a Consuelo Gotay qué le apasiona del grabado.
Ella sonríe y dice “es que eso es lo que yo soy, yo soy grabadora”.
“Este es el arte yo amo, que me encanta. Me encanta la estampación, la impresión, el corte con herramientas, eso me gusta mucho. Me gusta el hecho de que se pueden hacer muchos ejemplares y que hay una característica casi como si fuera rústica, de cuando tú cortas, imprimes, casi no te puedo explicar por qué. Es como si le preguntaras a una bailarina o a un bailarín por qué bailas, pues bailo. ¿Y hasta cuándo vas a bailar? Pues hasta que se me caigan los pies o algo así. Y me encanta en este espacio la idea de poder compartir eso con otros compañeros, eso es maravilloso”, concluye con la satisfacción de haber insistido en sus ideas.
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