EL VOCERO
Noviembre 30, 2024
Glorimar Velázquez
Este año, Sylmari Burgos Ramírez ayudó a más de 50 adultos mayores a registrar su marbete digital en la biblioteca del Fuerte de Buchanan donde trabaja. Esa ayuda digital también la proveyó Cristina Larregui López luego del huracán Fiona, cuando, por iniciativa propia, decidió ayudar a llenar solicitudes de fondos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) en la Biblioteca Centro para Puerto Rico de la Fundación Sila M. Calderón. En la primera semana más de 300 personas llegaron en busca del servicio.
Esos son ejemplos de algunos de los servicios que ofrecen estos espacios. Aunque las bibliotecas muchas veces son percibidas como lugares para leer o buscar libros, la realidad es que son lugares de apoyo en el aprendizaje y la recreación de las comunidades, reiteraron Burgos Ramírez y Larregui López, presidenta y vicepresidenta de la Sociedad de Bibliotecarios, respectivamente.
Ambas cuestionaron que algunos de los municipios grandes no cuenten con una biblioteca pública. Por ejemplo, en el caso de la Biblioteca Carnegie en San Juan -que pertenece al municipio- cerró desde el 2011, y la del Municipio de Caguas, en el 2017.
Aunque no hay un número exacto, tanto Burgos Ramírez como Larregui López, y la catedrática del programa graduado en ciencias de la información del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Noraida Domínguez, confirmaron que muchas bibliotecas públicas han cerrado en los últimos años, situación que les preocupa.
De acuerdo con las entrevistadas, son muchas las razones por las que estos espacios han dejado de operar, entre ellas, el paso del huracán María, la pandemia y la falta de fondos.
“Las bibliotecas municipales están en decadencia porque han ido cerrando. Como la de Bayamón que pasó a Ana G. Méndez, las personas han ido y la encuentran cerrada. Hubo otras que se agarraron de la pandemia para cerrarlas. Pasa el huracán María, las bibliotecas quizá no quedaron en las mejores condiciones, pero eran salvables, y con la pandemia las terminaron de cerrar”, mencionó Larregui López.
Burgos Ramírez destacó que no existe política pública para sustentar económicamente estos espacios. Comparó la situación con Estados Unidos, donde parte de los impuestos van dirigidos a financiar las bibliotecas públicas. Ambas resaltaron el hecho de que muchas veces las bibliotecas operan con donativos o fondos federales que se agotan y no tienen continuidad de ingresos.
Dato relevante
La Biblioteca Carnegie cerró desde el 2011, y la del Municipio de Caguas en el 2017.
Además, algunas de las que están abiertas, como la de Trujillo Alto, evidencian la falta de recursos, indicó Domínguez.
“La falta de presupuesto está muy atado a la visión que tenga el alcalde de qué es una biblioteca, cuál es el rol y la importancia que le dé en su plataforma de gobierno. Es una falta de reconocimiento de que las bibliotecas son un elemento medular en la educación de la sociedad, en la recreación, en que deben ser espacios en donde la comunidad pueda encontrar servicios que le permitan desarrollarse y tener mayores oportunidades de empleo, de educación. Han cerrado porque sus líderes municipales no han reconocido ese valor que tiene la biblioteca”, añadió.
Las tres entrevistadas coincidieron en que la falta de ingresos impide que las bibliotecas puedan invertir en cafeterías, muebles modernos, empleados en horario nocturno y mayores servicios -como clases de música o lenguaje de señas- que las hagan más atractivas, como sucede con algunas librerías.
“Aquí hubo un caos cuando Borders cerró, pero nadie formó un caos cuando las bibliotecas cerraron. Borders cerró porque la gente se sentaba a leer, pero no compraba el libro. Lo usaban como una biblioteca. Las personas iban, se tomaban un café, leían. Si crean espacios así, créeme que las personas van a ir”, comparó la profesora.
Aquí hubo un caos cuando Borders cerró, pero nadie formó un caos cuando las bibliotecas cerraron. Borders cerró porque la gente se sentaba a leer, pero no compraba el libro. Lo usaban como una biblioteca. Las personas iban, se tomaban un café, leían. Si crean espacios así, créeme que las personas van a ir.
Noraida Domínguez
Catedrática en Ciencias de la Información en la UPR
Biblioteca Carnegie y de Caguas en reconstrucción
En el caso específico de la Biblioteca Carnegie, ubicada en Puerta de Tierra, cerró en el 2011, bajo la administración del exalcalde Jorge Santini, para ser remodelada. Sin embargo, nunca abrió.
“Desconozco cuánto tiempo estuvo en remodelación, no abrió, luego del huracán Maríá tuvo daños bastante significativos en los techos. Se hizo una mitigación para que se pudiera utilizar el espacio y luego vinieron los temblores y ahí se le prestó el espacio a la escuela Juliana Acosta, que es especializada en teatro en el Viejo San Juan. La escuela estuvo en un proceso de mitigación, se resolvió y los estudiantes volvieron a la escuela”, aseveró Víctor Rivera Flores, director de Arte y Cultura del Municipio de San Juan, en entrevista con EL VOCERO.
Afirmó que la colección fue recogida y está siendo custodiada en un espacio en el departamento de cultura. “Se va a llevar a cabo un proceso de digitalización y luego se van a poner otra vez dentro de la colección de los libros que pasan al Municipio de San Juan”, explicó el director.
Actualmente, los salones del edificio son utilizados para dar talleres de bellas artes gratuitos y para oficinas administrativas.
“Más adelante se contempla que sea un espacio cultural y educativo y estaría la parte de la biblioteca. Ahora mismo estamos en proceso de mitigación, se hicieron las reclamaciones de los seguros. Luego, va a salir un proyecto de diseño y pasaría a subasta para luego trabajarse la reconstrucción”, expresó Rivera Flores.
En cuanto al cierre de la biblioteca Dr. Pedro Albizu Campos de Caguas, el ingeniero Juan Alicea, asesor de la Oficina Municipal para la Recuperación y Reconstrucción de la Ciudad, informó que el proyecto de reconstrucción abarca daños significativos ocasionados por los huracanes María y Fiona, con costos estimados de $398,000 y $89,000, respectivamente. También, se identificó la presencia de asbesto en el piso del segundo nivel, lo que requiere medidas de mitigación para la remoción de este material.
“En un esfuerzo por adelantar los trabajos, se realizó una subasta para la remoción del asbesto con un presupuesto estimado de $18,800. Sin embargo, solo un suplidor participó, presentando una propuesta de $155,400, excediendo ocho veces el presupuesto inicial. Por esta razón, la subasta no fue adjudicada. Es importante señalar que la causa base de los daños a la estructura fueron provocadas por filtraciones significativas en el techo, que fue ya corregido”, aseveró.
Agregó que, en cuanto a los trabajos restantes, la Oficina Municipal para la Recuperación y Reconstrucción está a la espera de que concluya la evaluación ambiental EPHP (Environmental Planning Historic Preservation) por parte de FEMA, para continuar con el proceso. Una vez se reciba esta evaluación, se llevará a cabo una nueva subasta que incluirá tanto la remoción del asbesto como los trabajos de reconstrucción de la biblioteca. “Nuestra expectativa es que dicha subasta se realice durante el verano”, puntualizó el ingeniero.
Esfuerzos por recopilar información
Sobre la falta de información sobre el cierre de bibliotecas, la presidenta de la Sociedad de Bibliotecarios la adjudica a que hay diferentes categorías, es decir, algunas pertenecen a municipios, al Departamento de Educación y a organizaciones sin fines de lucro. Ante la ausencia de datos específicos sobre el cierre de bibliotecas en el país, tanto la Sociedad de Bibliotecarios como la profesora Domínguez realizan esfuerzos en esa dirección.
La catedrática está a punto de publicar una investigación que trabaja con la doctora Consuelo Figueras, retirada del programa de la UPR, y se enfocan en los servicios que las bibliotecas públicas ofrecen a los jóvenes.
“Por medio de entrevistas, visitas, documentos, hemos ido actualizando la información hasta llegar al 2020. La investigación surge con la misma preocupación de ir a bibliotecas y verlas cerradas y esa es una situación que está ocurriendo con demasiada frecuencia, especialmente en las bibliotecas públicas municipales. Vemos que hay tantas que han cerrado a lo largo de los años que quisimos investigar y saber qué está pasando con las bibliotecas en Puerto Rico”, explicó la catedrática.
Larregui López indicó que la sociedad junto con Libraries Without Borders US trabajan un directorio nacional de bibliotecas en Puerto Rico, enfocado en bibliotecas y espacios que ofrezcan colecciones de libros, talleres, entre otros servicios. “A través de ese directorio queremos una plataforma robusta que las personas cuando busquen bibliotecas, les aparezca información certera de dónde está, qué servicios ofrece, horario, entre otros detalles”, abundó la vicepresidenta de la entidad.
Cambio en programa UPR
Considerando los cierres, a preguntas de este medio sobre dónde pueden trabajar los profesionales que se gradúan del programa de ciencias de la información, la profesora Domíguez destacó que los egresados pueden laborar en cualquier organización donde se produce información porque es hacia donde se ha dirigido la preparación universitaria.
“Parte del cierre de muchas bibliotecas es porque las siguen viendo como un espacio tradicional donde tal vez lo que encuentro dentro de esa biblioteca es un mostrador y un préstamo de libros. Hoy día una biblioteca es mucho más, hay servicios de apoyo directo a cada persona y que necesita manejar de forma apropiada la información”, recalcó la educadora.
“En términos del programa cambió de ser uno de bibliotecología y se amplió a las ciencias de las información porque está enfocado en que toda persona debe ser competente en el uso, manejo, apropiado de la información, que hoy día sabemos que se divulga en una diversidad de formatos, no son solo libros, hay formatos digitales”, añadió Domínguez.
Reconoció que siempre habrá estudiantes que tienen la meta de trabajar en la biblioteca, “pero también hay compañías que necesitan una persona que les desarrolle una base de datos para el manejo de su documentación, pues un profesional de la información es ideal para eso”. |