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Sepelio de Rafael López del Campo en
Barranquitas
martes, 12 de mayo de 2009
IPor Jorge Rodríguez
EL VOCERO
Sus restos fueron velados también al frente de su obra
monumental “San Juan Bautista”, sita al frente del
Capitolio, con el Océano Atlántico de fondo. EL VOCERO/Willín
Rodríguez |
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Ante los restos mortales del maestro Rafael
López del Campo (1936-2009), precursor de grandes obras de
envergadura, en el género del arte público, como son sus
esculturas “San Juan Bautista”, frente al Capitolio; “Don Quijote
y Sancho”, en la escuela Cervantes de Bayamón; el “Intendente
Ramírez”, en Puerta de Tierra; y “La niña de la caracola”, en una
azotea del área metropolitana, entre otras, no queda sino admirar
su creencia de que el arte y la cultura constituyen agentes de
cohesión social.
Este reconocimiento —como siempre los vivió el maestro López del
Campo— no sólo respondió a la monumentalidad de su obra sino a sus
minimalismos elaborados en bronce, madera, piedra-fósil y
terracota, que utilizaba en otro tamaño heroico, como los
describía el historiador Osiris Delgado, en “piezas pequeñas, para
pensar en grande, lo que suele percibirse en el fuerte empaque
estructural que caracteriza su escultura, sin entrar en la
delicadeza o la ternura”, al momento de ser concebidas.
Fenecido, en la mañana del pasado sábado, 9 de mayo, de una
pulmonía, según informado por la Escuela de Artes Plásticas, el
maestro López del Campo quien se desempeñara como profesor de esta
institución del 1965 al 1993, fue velado ayer en el Ateneo
Puertorriqueño y frente al Océano Atlántico, al norte del
Capitolio, donde ubica su egregia escultura “San Juan Baustista”.
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Despiden a
Rafael López del Campo
martes, 12 de mayo de 2009
El cuerpo del escultor fue expuesto ayer en
el Ateneo Puertorriqueño
Por Leyra E. González Pérez
El Nuevo Día
Acompañado de la escultura que realizó en vida de Manuel
Elzaburu, fundador del Ateneo Puertorriqueño, y arropado por la
monoestrellada, el cuerpo del escultor Rafael López del Campo fue
expuesto ayer en esa institución cultural localizada en el Viejo
San Juan.
Desde las 10:30 a.m. hasta las 2:30 p.m., familiares y amigos del
artista se dieron cita en el Ateneo para ofrecerle su último
adiós. Entre los presentes estuvieron los artistas Osiris Delgado,
Elizam Escobar, Alvin Rivera, José R. Alicea, Luis Maisonet Ramos
y Otoniel Morales.
“Lo conocí en 1969, durante mi graduación de cuarto año que se la
dedicaban a él. En aquella ocasión, me preguntó si quería ayudarlo
en la construcción de la escultura de San Juan Bautista en el
Capitolio. Y desde entonces se convirtió en mi hermano mayor. Fue
un ser humano extraordinario y de principios inquebrantables.
Tenía un amor a su patria engendrado en su cultura y en su
corazón”, expresó Morales.
“Sin duda, era el mejor escultor que tenía este país. Su obra era
única. Pero también fue un grabador de primera. Y es algo que muy
pocos conocían”, añadió Maisonet.
También presentaron sus respetos la rectora de la Escuela de Artes
Plásticas (EAP), Marimar Benítez, y la directora del Museo de Arte
Contemporáneo, Marianne Ramírez.
López del Campo, quien nació en Barranquitas en 1936 y fue el
menor de ocho hermanos, inició sus estudios en los talleres de
escultura y grabado del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP).
Allí estudió bajo la tutela de Lorenzo Homar y otras figuras
destacadas del arte de la Isla. Más adelante, se trasladó a Roma,
Italia, donde obtuvo el diploma de Profesor de Escultura de la
Academia de Bellas Artes de Roma. Fue becado en tres ocasiones por
el ICP y en 1964 ganó el Primer Premio de Escultura del Ateneo
Puertorriqueño. También fue profesor en la Universidad del Sagrado
Corazón y en la Escuela de Artes Plásticas.
“Su obra es muy importante porque trasciende. Es un ejemplo para
las nuevas generaciones de cómo una persona de escasos recursos,
que se fijó una meta, la pudo alcanzar con el apoyo de su familia
y ayudas del Gobierno. Fue un hombre honesto, devoto y apasionado
por su trabajo, que nunca pensó en su beneficio económico”,
expresó su hermana María Eduarda López.
Según relató, desde temprana edad conoció sobre el interés de su
hermano hacia las artes. Y fue ella la “culpable” de guiarlo por
ese camino.
“Vi la habilidad que tenía para el dibujo y lo matriculé en la
Escuela Miguel Such, para que comenzara a tomar cursos de arte.
Nosotros en la familia siempre lo apoyamos”, destacó.
Sus obras engalanan edificios, plazas y escuelas alrededor de la
Isla. Algunas de ellas son: Don Quijote de la Mancha y Sancho
Panza en la Escuela Miguel de Cervantes en Bayamón, Ramón Emeterio
Betances en la Plaza de la Revolución en Lares, Intendente Ramírez
en el Edificio del Departamento de Hacienda en San Juan, Manuel
González Pató en la Universidad Católica de Ponce, San Antonio en
la Iglesia de Barranquitas y San Juan Bautista frente al Capitolio
en el Viejo San Juan.
El artista falleció el sábado de una complicación pulmonar. Le
sobreviven su esposa, Pura Rosa Castro Torres, y su único hijo,
Jorge A. López.
Hoy, a las 11:00 p.m., se celebrará una misa en su memoria en la
Parroquia San Antonio de Padua. Luego, los actos fúnebres
culminarán en el Nuevo Cementerio Municipal de Barranquitas.
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