Noticias - Artículos

Inicio - Home

La poco conocida victoria puertorriqueña del 1 de mayo de 1795


Noticel
Por Eric De León Soto 
Publicado: May 05, 2018 
 
Milicias criollas frustraron la invasión inglesa.

Aunque el detalle histórico pasa desapercibido entre estudiantes o profesionales puertorriqueños, la fracasada invasión inglesa de San Juan en 1797 marcó el fin de una desenfrenada campaña del imperio de Inglaterra por arrebatar el control del Caribe del reino de España en sus momentos más precarios.

Aún menos conocido es que en ese periodo de dos semanas – que culminó el 1 de mayo de 1797 – la defensiva y ofensiva contra las fuerzas invasoras estuvo a cargo de milicias locales, campesinos descalzos, negros y mulatos que a fuerza de machetes y picos combatieron y expulsaron a los ingleses exitosamente.

Ese episodio de la historia, estudiado por Salvador Brau, Arturo Morales Carrión, Miguel Meléndez Muñoz, Fernando Picó y Enrique Laguerre, no es lejano ni ajeno para los residentes de Piñones, que conmemoran a los 135 antepasados residentes de esa área que embistieron a las primeras fuerzas inglesas.

Para la directora de la Corporación Piñones se Integra (COPI), Maricruz Rivera Clemente, el episodio histórico no solo demuestra la riqueza cultural de la comunidad, sino también pone en manifiesto la astucia de nuestros antepasados que lograron derrotar un poder militar sin armas de fuego.

Según explicó el catedrático e historiador de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Juan Giusti, a finales del siglo 18 la mayoría de la población puertorriqueña no tenía titularidad de tierra, pero tenían acceso a tierra que utilizaban para la producción agrícola.


“Había bastante posibilidad de tener un modo de vida relativamente saludable, autónomo de parte de la población y entiendo que esa sociedad criolla que se forma a lo largo del siglo 18 tiene su punto de definición más notable en la resistencia a la invasión inglesa del 1797”, señaló Giusti. “En ese momento se cristaliza la sociedad de siglo 18 puertorriqueña y se ve la fortaleza que tenían, el arraigo que tenían con su país y la defensa tan fuerte que hicieron frente a una invasión de lo que era en ese momento Inglaterra, la principal potencia militar, naval y económica en el mundo”, añadió.

Inglaterra, aprovechando el desvío de recursos españoles en la Española para suprimir la revolución esclava de Haití, tomó al Caribe, encomendando al general Ralph Abercromby la conquista de los territorios en la cuenca. Abercromby, quien a principios del siglo 19 derrotó a Napoleón Bonaparte en Egipto, conquistó las islas de Trinidad, Santa Lucía y San Vicente, donde impusieron un régimen esclavista.

Según Giusti, ante la posible pérdida de Haití como una potencia esclavista, los ingleses vieron tanto a Puerto Rico como a Cuba como posibles sustitutos para aumentar la producción de bienes con una fuerza trabajadora esclava. El interés en traer esclavos era tal que algunos hacendados en Puerto Rico vieron la revuelta en la vecina isla como una oportunidad para aumentar producción bajo un régimen inglés.

“Ya tenían el plan de convertir a Puerto Rico en una colonia esclavista de Inglaterra y tenían ya un contingente de plantadores que estaban, de hecho, esperando en Haití, para que Inglaterra los transportara a alguna parte y pensaban que podían traerlos a Puerto Rico”, sostuvo el historiador, a la vez que destacó que el éxito de la resistencia frustró esos planes.

Dos semanas de resistencia

La invasión comenzó el 17 de abril de 1797, con Abercromby al mando de 11,000 tropas que entrarían a tierra y el almirante Henry Harvey a cargo de una flota de 68 buques, anclados cerca de Punta de Cangrejo en la costa de Piñones. Las fuerzas españolas sumaban 200 solados, mientras las milicias criollas informalmente entrenadas - y muchos sin fusiles - eran 7,000.


“La mayor parte del esfuerzo militar, sin embargo, los mayores números vienen de las milicias urbanas. Ahí había varios cientos en el área de Cangrejos y Loíza y van a llegar más. Estas eran milicias tipo guardia nacional que eran civiles que tenían entrenamiento los fines de semana, pero no tenían uniforme, estaban descalzos, no tenían armas, usaban machetes, un sable y usaban picas también”, dijo.

El próximo día desembarcaron 3,000 tropas en Piñones, entraron por Boca de Cangrejos en lanchas hasta llegar a la laguna San José. Un intento infructuoso para resistir el desembarco toma lugar en la entrada de Boca de Cangrejos y en el caño Martín Peña las fuerzas invasoras también prevalecen, mientras la flota de buques bloquea San Juan.

Cuatro días después de la invasión comenzó la ofensiva criolla, logrando retomar el puente Martín Peña, mientras los ingleses se ubicaron en el Alto del Olimpo en Miramar, desde donde montaron una ofensiva contra los fortines de San Antonio y San Gerónimo. En los días posteriores, los criollos logran una ofensiva sorpresa en el área de Cangrejos, donde toman a 14 ingleses de rehenes, pero sufren bajas a consecuencia de una contraofensiva naval inglesa que bombardeó el área de Condado y los fortines.


La batalla decisiva tomó lugar el 29 y el 30 de abril cuando las tropas criollas atacan desde el sur al resto de las posiciones inglesas en el caño Martín Peña. Esa ofensiva incluyó fuerzas adicionales de negros y mulatos libres que llegaron desde el este, desde donde también llegaron tropas criollas que atacaron desde la orilla norte de la laguna San José.

“El ataque final fue en tres direcciones. Básicamente desde el sur y el este, y el 1 de mayo los ingleses reembarcan. Tuvieron que dejar atrás 8 cañones, 6 morteros, más de 1,000 cartuchos, más de 300 bombas cargadas, 153 barriles de pólvora vacíos y hasta el caballo de Abercromby”, contó Giusti.


Retiradas las fuerzas inglesas, poco se sabe de lo que ocurrió con los que participaron de la resistencia, aunque Giusti destacó que no hubo reconocimiento registrado. No obstante, señaló que existen documentos que evidencian que algunos recibieron tierras como recompensa, pero hasta el momento no se ha investigado formalmente.

“Volvieron a sus vidas como campesinos, pescadores, a través del país. Habiendo conocido mucha gente de otras partes de Puerto Rico, fue una experiencia que los debe haber marcado, pero no se sabe de las historias individuales de los milicianos”, indicó Giusti, quien aseguró que aún hay mucha investigación que se puede llevar a cabo.