Lindbergh junto al gobernador Towner en el Escambrón..

Más frío que un Lindbergh

27 de enero de 2013

El Nuevo Día

Por Jorge L. Pérez 

Unidos 30 grupos para evitar el daño al medioambienteDurante su visita el afamado aviador no se caracterizó por su calor humano.

El 2 de febrero de 1928, Charles Lindbergh, el afamado aviador norteamericano que en 1927 estremeció al mundo al completar el primer vuelo transatlántico de la historia, al viajar desde Nueva York hasta París, hizo aterrizar su famoso avión El espíritu de San Luis en los terrenos del Escambrón a la entrada de la isleta de San Juan.

Allí, Lindbergh, quien luego de su hazaña se había dedicado a visitar distintas partes del mundo en una especie de gira triunfal, y llevaba los últimos meses enfrascado en lo que se denominaba como una gira de Buena Voluntad por Suramérica, Centroamérica y el Caribe, fue recibido por los principales funcionarios de la Isla, incluyendo al entonces gobernador Horace Mann Towner, quien había sido nombrado por el presidente Harding.

Lo que ocurrió a continuación se ha convertido en una leyenda: poco después de que aterrizara, alguien puso en las manos del ilustre viajero para que este se refrescara después de su travesía de dos horas y 10 minutos de duración desde St. Thomas, un vaso que contenía un jugo congelado.

Lindbergh lo probó, quedando encantado, y entonces preguntó que cómo se llamaba aquel refrigerio.

Y los propios funcionarios allegados al gobernador norteamericano, que desconocían si el refresco tenía nombre, improvisaron al instante y lo bautizaron con su nombre: un “Lindbergh”.

Luego, con el tiempo, pasaría a conocerse como “límber”, simple y llanamente.

Pero hay otra versión, un poco menos halagüeña para el visitante al explicar por qué supuestamente se le adjudicó su nombre a la bebida: la frialdad nórdica con la que Lindbergh trataba a la gente.

DE AGASAJO EN AGASAJO

Lindbergh quedaría alojado en La Fortaleza, ocupando lo que luego se conocería como “el cuarto Lindbergh”, que incluso más tarde pasaría a conocerse como el “cuarto John F. Kennedy” cuando el presidente norteamericano también visitó la Isla.

Durante su corta estadía, como era de esperarse en una celebridad de sus quilates, Lindbergh saltó de agasajo en agasajo. Pero resultó un desastre como emisario de buena voluntad: el incidente que colmó la copa, al parecer, estuvo relacionado con su presencia como invitado de honor en el Carnaval de San Juan, donde, según se dice, por alguna razón, se negó a repartir capullos de rosas, como dictaba la tradición.

Peor aún, también se negó a bailar con la reina del Carnaval, quien era nada menos que Edna Coll, nieta del escritor Cayetano Coll y Toste e hija del abogado Cayetano Coll y Cuchi, quien tendría a su vez una larga trayectoria como escritora, investigadora y académica puertorriqueña.

Muchos años después, al publicar su autobiografía, doña Edna, quien sería la madre de Fufi Santori Coll, recordaría el incidente, que describiría la renuencia de Lindbergh de entrar junto a ella al baile que se celebraba en el teatro municipal (hoy conocido como el Teatro Tapia).

Según sus escritos, ese incidente en particular le ganó a a Lindbergh la enemistad de muchos puertorriqueños, y siguió discutiéndose durante meses en la prensa del país.

Dicha actitud, según algunos, fue la inspiración de la frase “eres más frío que un límber”, aunque el propio Fufi asegura que su madre le atribuyó a la timidez el supuesto desaire del aviador.

Por la razón que fuera, lo cierto es que el refresco quedaría bautizado de esa manera para siempre, siendo un vocablo netamente puertorriqueño.


REGRESO ‘CALIENTITO’

Frío o no, tal parece que Lindbergh terminó yéndose ‘calientito’ de Puerto Rico cuando, el 4 de febrero, emprendió vuelo con rumbo a Santo Domingo: en un célebre artículo publicado por la revista Time en su edición del 26 de marzo de ese año, se explica que, al llegar a la Isla, Lindbergh anticipaba un cálido recibimiento, puesto que se encontraba entre sus compatriotas, ya que a los puertorriqueños se les reconocía como ciudadanos norteamericanos desde 1917.

Según el artículo, sin embargo, Lindbergh quedó anonadado cuando un grupo de puertorriqueños le entregó una resolución conjunta adoptada recientemente por la Legislatura y dirigida al presidente Coolidge, donde se pedía que Puerto Rico quedara liberado de los Estados Unidos para convertirse en un país independiente.

Según Time, la razón dada por el documento era “la grave situación económica que existía en el país, donde solo había trabajo para uno de cada tres habitantes de su población de 1,250,000, y que el culpable de esto era Estados Unidos”.

Lindbergh, quien había sido un aviador postal y quien, de paso, había hecho su histórico vuelo transatlántico y su posterior gira mundial con el fin de promocionar tanto el correo aéreo como las virtudes de la aviación, eventualmente le hizo llegar el documento al presidente Coolidge, quien también recibió un telegrama que reiteraba de este pedido, de parte del presidente del Senado, Antonio R. Barceló –abuelo del futuro gobernador, Carlos Romero Barceló–, y el presidente de la Cámara, José Tous Soto.

Según el artículo, Coolidge, “decepcionado y dolido”, se tomó su tiempo en contestar y, cuando lo hizo, fue por medio de una larga misiva al gobernador Towner, en la que en gran medida defendía el trato que Estados Unidos le había dado a la Isla.

Pocos años después, naturalmente, Lindbergh acaparó los titulares de la prensa mundial cuando su hijo de 20 meses de edad fue secuestrado en marzo de 1932.

Durante las siguientes semanas, el drama, bautizado como el ‘Crimen del siglo’, continuó conmoviendo al mundo hasta que el infante apareció muerto algunos meses después.

Ya para entonces, claro está, se había popularizado otra frase célebre que uno asocia siempre con el apellido del aviador: “Está más perdido que el hijo de Lindbergh”.