“Si tú no te aguantas, te vas a volcar”: señalan deficiencias en el proyecto “Olas para todos” que limitan el uso de las personas con diversidad funcional

La iniciativa en el balneario El Escambrón, en San Juan, debe proveerle acceso al mar a esta población, pero en la práctica, diversos obstáculos amenazan su viabilidad 


elnuevodia.com/
1 de septiembre de 2024 
Por David Cordero Mercado

A principios de agosto, Karla Cardona Cortés visitó el balneario El Escambrón, donde el Municipio de San Juan prometió, mediante el proyecto “Olas para todos”, acceso al mar para las personas con diversidad funcional. Allí, sin embargo, se topó con falta de atención a la iniciativa, poca empatía del salvavidas designado, una rampa de acceso al agua muy inclinada y baños con la entrada inundada.


“En ningún momento, él (salvavidas) nos ayudó a llevar la silla al agua. El camino para la silla, llegó un momento que tiene una cuesta inclinada y, si tú no te aguantas, te vas a volcar”, relató en entrevista con El Nuevo Día.

Cardona Cortés, de 53 años y natural de Carolina, tiene un diagnóstico de perlesía cerebral que, si bien le provoca descontrol de sus movimientos y la mantiene en una silla de ruedas especializada –su equipo asistivo–, no limita su capacidad cognitiva. Actualmente, completa una maestría en Consejería en Rehabilitación en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, y trabaja en la Oficina de Servicios Ciudadanos de la Cámara de Representantes.


El día que fue a El Escambrón, le acompañaron dos amigas, y llegó advertida –por una visita previa para recibir información– de que el personal no tenía como responsabilidad asistirla para moverse de su silla de ruedas a la silla anfibia (construida con gomas y material flotante) que se usa para ingresar a las personas con impedimentos físicos al mar.

También notó que el personal designado al proyecto eran los mismos salvavidas del balneario, que no estaban en el espacio donde se guardan las sillas anfibias, sino que había que buscarlos en las torres de vigilancia.

Según Cardona Cortés, el salvavidas que la atendió no fue empático y se limitó a impartir instrucciones breves sobre cómo usar el equipo. “Le dije: ‘No te preocupes, que yo sé trabajar con la silla’. Él pensó que yo tenía problemas cognitivos y, en vez de contestarme, les contestaba a mis amigas”, contó.

Ya en la silla especial, al ser trasladada a través de los tapetes o “mats” colocados en la playa, otra persona en el área tuvo que asistirla a ella y sus dos amigas debido a la inclinación al final de la vía. “Otra condición y otra persona que no sepa manejar la silla se puede caer. Tuvo que venir un señor de la playa a ayudarnos, porque mis amigas no podían”, relató.

Al salir del mar, Cardona Cortés tampoco recibió asistencia del personal designado. “Le dije a él (salvavidas), a lo último: ‘Te entiendo porque este no es tu trabajo, aquí se necesita otro empleado’”, sostuvo, y añadió que el hombre cambió de actitud al notar que ella conocía cómo funcionaban otros proyectos similares, y que, además, entendía lo que estaba ocurriendo y podía comunicarse. Al final, el salvavidas la asistió de vuelta a su silla de ruedas.

A juicio de Cardona Cortés, “Olas para todos” necesita “un administrador que sepa trabajar con el equipo y tenga conocimiento de la población de diversidad funcional”.

“En Luquillo, (donde está el proyecto ‘Mar sin barreras’) hay una persona que administra el equipo, las sillas, y lo que se espera es que ella coja a la persona, la lleve a la silla –tiene que haber más gente, porque ella sola es difícil–, que se lleve a la persona al agua y, en el agua, te bajen de la silla y traten de buscar la manera de estabilizarte”, explicó.

El Municipio de San Juan inauguró “Olas para todos” el 21 de junio, con la promesa de que el equipo permitiría a las personas “desplazarse directamente por la arena hasta el agua, para disfrutar de la playa de una manera segura y accesible, junto a familiares y amigos”.

“Desde la administración municipal de San Juan, continuamos construyendo una ciudad inclusiva e igualitaria para todos, promoviendo política pública de vanguardia que nos posicione como una ciudad modelo”, expresó, entonces, el alcalde Miguel Romero.

Pero, en la práctica, Cardona Cortés lamentó que, sin los ajustes necesarios, el proyecto no será viable para las personas con diversidad funcional y, por lo tanto, no lo podrán utilizar.

Reclutarán personal especializado


Guillermo Papantonakis, salvavidas de El Escambrón, reconoció que, para un mejor funcionamiento, debe haber personal capacitado dedicado exclusivamente al proyecto.

“No pasamos gente a la silla (anfibia). Nuestra función sería entregar la silla y explicarle lo más básico de qué es una entrada y una salida al mar, que tengan cuidado en la rampa, por lo mismo, porque ya tenemos el trabajo en la playa. Si nos pusiéramos a explicar en profundidad, estaríamos dejando nuestras tareas principales de lado, estaríamos haciendo otro trabajo”, argumentó.


Indicó que, además de explicar el uso de la silla, los salvavidas ofrecen a estas personas la vigilancia habitual mientras están en el agua, como al resto de los bañistas.

“Como guardavidas, estamos pendientes a ellos también, pero no entramos con ellos, no hacemos el servicio. El guardavida maneja mucha gente en turno, tenemos una responsabilidad muy grande”, planteó.

“Mi trabajo es prevenir y, para mí, es más seguro tener a dos personas capacitadas que han tomado un seminario o un curso de ese servicio como tal”, agregó Papantonakis.


Sobre ese asunto, el gobierno municipal de San Juan respondió que solicitó a la American Lifeguard Association –mediante la cual contrata salvavidas– asignar dos de estos profesionales para trabajar solo en “Olas para todos”. La directora del Departamento de Recreación y Deportes municipal, Ana Lydia Rivera, indicó que el servicio iniciaría en la semana recién concluida.

“Son dos muchachas salvavidas y adiestradas para manejar la población (de personas con diversidad funcional)”, dijo Rivera.

El servicio sería fijo, los siete días de la semana, de 7:00 a.m. a 3:00 p.m.

Rivera no pudo responder, sin embargo, qué adiestramiento o certificación recibieron las salvavidas para manejar a la población con diversidad funcional en el proyecto. Durante la entrevista –a mediados de la pasada semana–, El Nuevo Día solicitó información adicional al Municipio, pero no obtuvo respuesta.

“Para mí, el mar es como liberarme un poquito de la silla, porque yo puedo caminar en el agua. Físicamente, es un gran ejercicio; emocionalmente, también ”
Karla Cardona Cortés

La importancia del mar

La oportunidad de disfrutar de un día de playa tiene un valor incalculable para una población que tiene ese acceso limitado, y Cardona Cortés es ejemplo de ello.

“Yo amo el mar. Para mí, el mar es como liberarme un poquito de la silla, porque yo puedo caminar en el agua. Físicamente, es un gran ejercicio; emocionalmente, también. Es un buen proyecto para la población”, manifestó.

Una silla de ruedas habitual no funciona en la arena, por lo que, sin las condiciones adecuadas de acceso –como las que proveen los tapetes y las sillas especializadas de proyectos como “Olas para todos” y “Mar sin barreras”– es difícil o imposible, en algunos casos, que una persona con diversidad funcional pueda disfrutar del mar.

“Cuando la persona tiene una condición muy severa, que no se puede bajar de la silla, se queda en la silla (dentro del agua), pero, en la mayoría de los casos, se busca que la persona se meta al agua”, indicó Cardona Cortés.

Para el abogado Juan José Troche, defensor interino de la Defensoría de las Personas con Impedimentos, “Olas para todos” es una iniciativa buena y necesaria “desde el punto de vista de que todas nuestras personas con impedimentos también deben tener acceso a cualquier sitio en nuestra isla”. Pero, en términos generales, recordó que los proyectos de acceso a esta población deben considerar múltiples escenarios y circunstancias.

“Hay que crear un ecosistema paralelo”, subrayó, en referencia a que los encargados deben conocer cada posible impedimento de quienes acuden a recibir el servicio y saber cómo reaccionar ante una crisis. “Es importante que el personal esté preparado en ese manejo”, enfatizó.

Asimismo, mencionó que debe haber un espacio seguro donde las personas puedan colocar sus equipos asistivos, recordando que son costosos y delicados.

“Para que sea permanente, continuo, es necesario crear un ecosistema donde pueda fluir todo el servicio de manera adecuada y evitar situaciones lamentables que puedan suceder”, anotó.

Prometen otros ajustes
En busca de soluciones, Cardona Cortés recomendó establecer acuerdos de colaboración con universidades, de manera que acudan “voluntarios, por lo menos, de lunes a jueves”, y recordó la importancia de tener un horario fijo y personal disponible, “que la gente sepa que pueden venir y van a ser atendidos”.

El Nuevo Día preguntó a Rivera, del Municipio de San Juan, por qué no se tomó en cuenta, al inaugurar el proyecto, la designación de un espacio seguro para dejar los equipos especializados de los visitantes. Respondió que, aunque no está designado de manera oficial, el mismo cuarto donde se guardan las sillas anfibias puede ser utilizado para dejar los demás equipos.

Por otro lado, aseguró que coordinaría una visita con un ingeniero para revisar la inclinación al final de la plataforma que lleva al agua y determinar si amerita ajustes.

“Sabemos que, en esa área, hay una serie de marejadas que cambian la orilla. En el momento en el que el ingeniero fue con nosotros (cuando se estaba realizando el proyecto), vio el área y entendió que era seguro”, argumentó, al adjudicar un posible cambio en la inclinación a la naturaleza de la costa.

También, se comprometió a dar seguimiento a las inundaciones en la entrada de los baños, pero el Municipio no respondió a qué se debe el problema ni cuándo se solucionaría.