Bajo un cielo nublado, el féretro, cargado
en los hombros de familiares, salió del Instituto de Cultura
Puertorriqueña (ICP) hasta la catedral San Juan Bautista.
En las escaleras lo esperaba otra multitud de caras conocidas,
artistas plásticos que -como él- reconocen en esa labor una
manera de reflejar sus vidas. Una vez en el interior de la
iglesia, bajo los techos arqueados de arquitectura medieval, el
arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves, recibió el ataúd
para dar comienzo a la celebración de la misa en homenaje a “Tefo”,
como era conocido Tufiño.
“Su muerte nos ha llenado de dolor, pero Dios no abandona a
nadie”, expresó González al comienzo del acto religioso. Luego,
dirigiéndose al fenecido en un acto simbólico dijo:
“Compatriota, gracias por tu contribución al patrimonio
artístico. Gracias por tu legado a la humanidad. Que descanses
en paz”.
Una vez finalizados los actos religiosos, a los que también
asistieron el secretario de la Gobernación, Fernando Bonilla; el
alcalde de San Juan, Jorge Santini; y la legisladora Albita
Rivera, la multitud acompañó el féretro hasta el cementerio
Santa María Magdalena de Pazzis, ubicado en el mismo casco
antiguo.
Alegría lo despide
Don Ricardo Alegría esperó en el cementerio la llegada del
féretro. Allí, como parte de su mensaje, habló sobre sus
experiencias de más de medio siglo como amigo de Tufíño.
Los hijos de Tefo, Nitza, Rafael, Pablo, Salvatore y Rima
rodearon el ataúd y escucharon atentos a Alegría. “Mi más
sincero agradecimiento por darme el privilegio de estar con
ustedes en este momento. Para mí la vida de Tufiño está muy
vinculada a la mía, porque lo conocí cuando éramos niños, en la
Plaza de Colón. Allí jugábamos y peleábamos, pues él era de
Puerta de Tierra y yo del casco de San Juan y siempre había una
rivalidad entre los grupos, pero siempre nos queríamos y
hacíamos las mismas maldades juntos”.
Los presentes escuchaban con atención las palabras del ex
director del ICP, y bajo la mirada de admiración de los hijos de
Tefo, se creó el ambiente para una despedida cálida, un hasta
luego sincero y profundo.
“Tufiño siempre estuvo al lado nuestro a favor del arte
nacional. Por eso lo tenemos que recordar como un puertorriqueño
que siempre estuvo orgulloso de su nacionalidad, de su historia
y de su cultura. A veces se habla del arte universal, pero el
arte universal no se manifiesta sin el arte nacional. Nos
despedimos de Tufiño físicamente, pero nos queda siempre el
recuerdo de su amistad, de su puertorriqueñidad, de su arte, de
su generosidad con el pueblo de Puerto Rico”, agregó Alegría.
Llegado el mediodía, Nitza Tufiño dedicó unas palabras de
agradecimiento a los presentes. Al momento de despedirse de su
padre no pudo contener las lágrimas ante la mirada profunda de
su hermano Pablo.
El pueblo comenzó a cantar al ritmo de la plena unos versos
dedicados a Tefo. También leían ávidos una décima que se
repartió en el campo santo.
Una de sus estrofas rezaba: “Seguirá siempre presente/ este
patriota del arte/ pues su obra es estandarte/ de su pueblo y de
su gente/ nuestra historia muy fielmente/ ha hecho suya su
misión/ su ejemplo ya es el guión/ que al arte da buen lenguaje/
por lo que hoy tiene homenaje/ de su boricua nación”.
De esta manera le daban un hasta luego a un artista que no
muere, porque su recuerdo y su obra quedarán presentes en la
memoria del pueblo que tanto amó.
|