Al rescate de un mural de Tufiño

6 de mayo de 2012
 Jorge Rodríguez, EL VOCERO
 

Nueva vida a un mural del maestro Rafael Tufiño que estaba olvidado en escuela de Las Piedras.


El maestro de conservación César Piñero junto al profesor de pintura Aníbal Román restauran el mural sobre el trabajo en las cortes españolas de Ramón Power y Giralt (1775-1813). Foto EL VOCERO/Dennis Jones

Antes de su estado actual, el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) conoció la existencia de un mural del fenecido maestro Rafael Tufiño (1922-2008), ubicado en la Escuela Ramón Power y Giralt del municipio de Las Piedras, pero en ese entonces −cerca de un quinquenio antes de la muerte del celebrado pintor−, la burocracia impidió negociar su entrega aunque los involucrados todavía recuerdan que había enchufes instalados sobre la pieza que sufría además de una penosa agresión.

“Ese fue un mural producto del Proyecto de Murales y Obras de Arte, comisionado a artistas puertorriqueños para los espacios públicos cerca de los años 70; e incluso hubo una ley que destinaba el uno por ciento para las obras de arte que acompañaban aquellos espacios. En una época se cumplió con ese mandato y recuerdo que el mural estuvo por mucho tiempo en la escuela de Las Piedras. Durante mi incumbencia como directora del ICP tratamos de que se nos diera, al ver que estaba sufriendo de una agresión, sobre todo por desconocimiento del valor que la obra tenía. Recuerdo que tenía unos enchufes sobre la obra y sentimos que una pieza tan importante estuviera abandonada”, recordó la doctora Teresa Tió, curadora de la exposición retrospectiva “Rafael Tufiño, el pintor del pueblo”, instalada en el Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR) y el Museo del Barrio (MB) en Nueva York.

Mas no fue sino hasta el año 2009, cuando el Programa de Escuelas Siglo 21 tomó auge, que la Autoridad para el Financiamiento de la Infraestructura (AFI), encontró que tenía esa obra de arte y dio los pasos para utilizarla. Se sometió entonces el Proyecto de Ley Núm. 40, que declaró la obra como patrimonio histórico. Se dispuso además que el ICP y el municipio de Las Piedras realizaran todas las gestiones necesarias para restaurar y preservar la obra de Tufiño.

“Expertos en el área –de los que habemos pocos− fuimos e hicimos el examen original para rescatar la pieza de la escuela. Esta estaba escondidita en un salón de clases, pintada sobre masonite compuesto de pulpa de madera, que en ese período era un sustrato muy popular y aun lo sigue siendo. Es un material bien acídico y se deteriora muy fácilmente dado que es bien atractivo para los insectos, con glucosas, azúcares y nutrientes. Cuando llegamos a AFI, el primer problema que tuvimos era que la obra tenía comején activo y estaba adherida a una pared de concreto con cemento de contacto. Una vez determinamos eso, buscamos una técnica para poder desprenderla y trasladarla hasta el taller”, declaró el conservador de objetos de arte César Piñero.

Una vez trasladó la pieza −que se compone de cinco paneles− al taller Fine Arts International de la Urbanización San Ignacio de San Juan, fue fumigada, cerciorándose los profesionales a su cargo de que el gas no dañara la coloración y el material. Se hicieron varias pruebas y actualmente los conservadores se encuentran en el asunto de cómo proteger la capa pictórica, mientras se consolida lo carcomido y deteriorado. El comején caminó por detrás del mural y terminó saliendo a la superficie. Usualmente, según ilustró Piñeiro, el comején deja la superficie intacta para que no se sepa que está ahí y se interfiera con él. En este caso, el termes se atrevió a traspasar la capa pictórica, a menos que se rompiera accidentalmente, creando áreas de faltantes.

“Había además cinco receptáculos adheridos con tornillos a través del masonite a la pared de concreto. Todo eso se removió. Esto es un verdadero proceso de restauración porque es complicado. De hecho, este es un trabajo interdisciplinario. Una de las cosas que hicimos fue llamar a unos colegas para examinar si en verdad esto era óleo o acrílico, porque para poder limpiarlo apropiadamente queríamos saberlo. Hicimos unos exámenes con fluorescencia de Rayos X para determinar cuáles eran los pigmentos, y otros con una máquina que determinaba el medio, que era el acrílico. Estamos realizando otras pruebas para determinar cuáles hongos tiene para saber cómo vamos a mitigar este asunto”, agregó Piñero sobre su fascinante trabajo científico.

Aparte de todo esto, una vez se identifiquen los hongos es que se sabrá cómo limpiarlos. Otro asunto es limpiar los grafitis que leen Pablito, Toni, Anita, Edgar, Johnny, Andy y hay además un retrato. Se pueden ver algunas huellas de los pupitres reclinándose hacia atrás y huellas del pintor de la escuela que dejó caer gotas de látex sobre la obra.

Este taller de conservación ha servido a otras instituciones como la Casa Blanca, los Smithsonian Museums y el National Trust for Historical Preservation de Washington, D.C.; el Museo Nacional de Historia y el Museo del Templo Mayor de México; el Henry Ford Museum de Michigan, el Ohio State Capitol y el Atlanta History Center de Estados Unidos; el Museo de Arte de Puerto Rico, el Museo de Arte Contemporáneo, el Castillo Serrallés de Ponce y el National Park Services de los castillos San Cristóbal y El Morro de Puerto Rico, entre muchos otros.

Trabajan igualmente con el profesor Johnny Lugo, quien es conservador científico, y el doctor Antonio Martínez, quien es físico, ambos asociados al Centro de Caracterización de Materiales en el Departamento de Ciencias Naturales de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Ellos tienen la maquinaria para hacer estos exámenes y diagnósticos, proveyéndoles información para continuar con este proyecto.

“Esta pieza revela una paleta de colores de Tufiño muy popular que utilizó en varias pinturas con los naranjas, violetas y azules. La obra tiene actualmente un valor estimado de $500 mil dólares. Los custodios son AFI y el ICP, quienes una vez esté restaurada la obra decidirán dónde instalarla”, concluyó Piñeiro.