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Por Johnny Torres Rivera
El U.S. Naval Reserve Officers Beach Club fue un Club de Playa privado, erigido para el uso y disfrute exclusivo de los Oficiales de la Reserva Naval de los Estados Unidos de
Norteamérica en un predio de 2.5 cuerdas. Su edificación fue incluida en el acelerado programa para la construcción de instalaciones y bases navales en Puerto Rico en los comienzos del 1940, como consecuencia del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Lo que aún queda en pie de esta magnífica obra se ubica en la costa norte de la isleta de San Juan, entre el Balneario El Escambrón y la playa de Baja Mar. Al otro lado de la avenida Luis Muñoz Rivera se encuentra la Casa Cuna del Municipio de San Juan. En esos terrenos estuvo instalada la estación militar de radio NAU, propiedad de la Marina (Navy) y a la cual los terrenos del club de oficiales estaban integrados y conformaban una sola parcela.
El 31 de octubre del 2002, la Administración de Servicios Generales (GSA) cedió al Municipio de San Juan, la "Radio Station parcel” conforme al Programa Federal de Donación de Propiedad Excedente de conformidad con las disposiciones del Federal Property and Administrative Services Act de 1949, según enmendado entre otros por la Ley Pública 94519 aprobada el 17 de octubre de 1976.
El Municipio obtendría el terreno bajo un uso condicionado a funciones educativas o de trabajo social.
El 24 de septiembre de 2003 el Departamento de la Marina escribió una carta al
Reserve Officers Beach Club notificando la terminación de su contrato y el cierre de la propiedad.
Para entonces la Fundación Surfriders de Puerto Rico y el restaurante Pelican Dumas
ocupaban también parte del lugar.
El Naval Reserve Officers Beach Club se construyó inicialmente con el propósito de ofrecer un sano entretenimiento y fomentar actividades sociales, deportivas y recreativas para los Oficiales de la Marina y sus familiares.
En las zonas comunes se compartían en un clima de confraternidad y camaradería los espacios en familia, ya fuera en los amplios pabellones de madera, techados con zinc corrugado y barandas de baja altura; o en las mesas redondas con sillas colocadas en un patio exterior, en cada una su respectiva sombrilla de playa. El pabellón principal tenía el piso cubierto con losas, lo cual lo hacía apto para pista de baile. En otras áreas el piso era en terrazzo. A la derecha se encontraban dos gazebos rectangulares y al final de estos un fogón al aire libre para cocinar a la parrilla.
A la izquierda estaban tres casetas. Todas construidas en concreto armado. La primera dedicada a la oficina administativa. Las otras dos, una para los caballeros y la otra para damas, eran los vestidores, baños y duchas. Las paredes exteriores habían sido decoradas cubriendo su superficie con tablas de madera. Los portales y techumbre construidos en madera, los techos recubiertos con material de asfalto granulado para cobertizos.
Detrás de estos vestidores estaba la cancha de baloncesto y más al fondo el área de juegos para niños con tobogán, sube y baja y columpios. Una alta verja de alambre eslabonado dividía del resto del complejo el área destinada para dos canchas de tenis.
La instalación se construyó sobre una pendiente hacia la playa. Al estar toda su área superficial a nivel horizontal quedó entonces una porción inferior formando un voladizo. Este espacio fue aprovechado para construir un masivo mirador que ofrecía una amplia y espectacular vista al mar y playas vecinas.
A la orilla del mar se bajaba por dos escalera, una al lado del mirador y la otra cerca de las canchas de tenis. El fondo marino de esta sección de playa es de poca profundidad y rocoso, por lo cual se utilizaron explosivos para fragmentarlo. De esta operación se obtuvieron grandes peñascos, los cuales se utilizaron para crear tres franjas de arrecifes artificiales, que adentrándose desde la orilla hacia el mar encerraban y le brindaban cierta protección contra el oleaje a la playa. Presentaba esta orilla cierta peculiaridad. A veces se cubría de arena y en otras ocasiones solo mostraba su suelo lleno de pedruzcos.
A mediados de los años cincuenta ocurrió un lamentable incidente. La playita era privada y verjas de alambre eslabonado la separaban de las playas contiguas. Pero con el correr del tiempo el salitre del mar corrolló y destruyó la verja, dejando una vía franca de entrada. Los niños, niñas y jóvenes de la localidad comenzaron a entrar y bañarse en la playa. En vez de reconstruir la verja, los "marinos" optaron "dar una lección". Desplegaron toda una operación militar disparando con rifles a la muchachada balas de goma, lanzaron gases lacrimógenos, detonaron cartuchos de dinamita lanzados al mar y quemaron la ropa que quedó abandonada en la orilla tras la despavorida desbandada.
Ya para los años del 1970 el establecimiento mostraba signos de deterioro.
En el 1978 uno de sus miembros, William González, donó una sumad de
dinero que se utilizó para restaurar el pabellón frente a la cancha de
tenis. El Club contaba con unos 95 miembros, entre ellos oficiales retirados y profesionales.
Uno de ellos, Bob Leith, le expresó al alcalde de San Juan, Jorge Santini, su interés en invertir allí si se trataba de un desarrollo
privado. Pero Santini indicó que planifican establecer allí un hogar para niños maltratados.
A mediados del 2010 ya se encontraba en total abandono. El 26 de julio de 2016 un incendio provocado por un deambulante causó serios daños a las dos estructuras que otrora fueron los vestidores y baños.
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