Mis
abuelos maternos, don Agustín Fort Hernández y doña Encarnación
Quiles Ferrer de Fort, eran muy conocidos en Puerta de Tierra;
primero vivieron en la calle San Agustín y luego en el 52 Ponce
de León. Don Pepe, como se le conocía, o don Tín, era cobrador
de rentas para doña María Aboy, dueña de varios edificios en San
Juan. Era natural de Moca, hijo de la mocana, doña Antonia
Hernández Babilonia, y del catalán, Andrés Fort Ambort. Mama
Chon era natural de Naranjito pero algunos decían en la familia
que ella había sido criada en La Perla. No se sabe con certeza.
Agustín era alto y rubio, de personalidad amable, bien relajón y
medio embustero. Le gustaba meterle embustes a la gente y el que
no lo conocía siempre caía víctima de sus mentiritas. En una
ocasión, don Pepe le dijo a una señora que su hijo Genaro se
casaba pronto con una dama de dinero. Invitó a la señora a la
recepción en la casa, ubicada en la Ponce de León. La señora se
apareció para la fecha fijada y tocó la puerta. Al ser recibida,
la señora dijo que venía para la boda de Genarito, a lo que mi
madre contestó que no había boda, que no era cierto que Genaro
se casaba. La señora insistió que don Agustín la había invitado
para la boda de Genaro. En fin, mi madre tuvo que ser sincera
con la señora y asegurarle de que no iba a haber boda.
A pesar de este incidente y quizás otros, don Pepe fue un padre
modelo, un ciudadano consciente, un vecino ejemplar y una
persona caritativa. Crió a sus ocho hijos e hijas y varios
nietos. Tanto él como mama Chon eran personas que daban lo que
tenían por tal de que otro pudiera comer o tener techo. Era muy
conocido que Chon cocinaba comida en cantidad y que todos los
días no faltaba persona que llegara a sus puertas pidiendo un
poquito de comida. A menudo don Pepe permitía a personas
ambulantes, o familias enteras, pasar la noche en el zaguán. Su
caridad no se limitaba a las personas, pues era muy amante de
los animales. Solía llevar un cigarrillo en la oreja que alguien
le había regalado, aunque nunca fumó ni era amante de la bebida.
Siempre vestía con corbata y con un sombrero pra-pra o de ala
ancha.
Se dice en mi familia que mama Chon era analfabeta pero que
conocía muy bien las monedas y qué se sabía exactamente la
vuelta de dinero que le tocaba cuando compraba algo. Era dulce y
bondadosa, una mujer de su casa, que había parido 10 hijos y
amamantado a ocho de ellos. Aunque pareciera tímida, era
aventurera, pues viajó a Nueva York y Miami en varias ocasiones.
Los que somos descendientes de Agustín y Encarnación siempre
llevamos en el corazón y en la memoria incidentes que vivimos o
que nos contaron nuestros padres de nuestros abuelos. No tuve la
dicha de poder conocer a mama Chon, pues murió antes de yo haber
nacido. Sí conocí a mi abuelo y lo recuerdo tan cariñoso y
bonachón. Don Pepe murió en septiembre de 1971. Espero que los
que llevan mucho tiempo en Puerta de Tierra recuerden a mis
abuelos y les venga a la memoria una época del barrio cuando los
vecinos se conocían y se trataban como vecinos.
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