Gloria
Swanson, aunque no nació en Puerto Rico, su infancia y
adolescencia discurrió en este país. Ella estudio y se graduó
(1917 aproximadamente) en la vieja Escuela Superior Central que
estaba situada en Puerta de Tierra entonces (donde hoy esta
ubicada la Casa de España). Su noviecito en esos años era Manolo
Martínez, un apuesto adolescente envidiado de todos los
compañeros de estudio y codiciado por todas las adolescentes de
la referida escuela.
Ella era hija del coronel Swanson y vivía en una de las casas
que el Gobierno de Estados Unidos construyó para los oficiales
del ejército de esa nación. Dicha casa estaba situada frente al
litoral norte de Puerta de Tierra. ¡Uno de los parajes más
bellos del mundo! (Hoy existe un parque, cerca del Asilo de
Ancianos Desamparados).
Manolo desempeñaba el grato y envidiable oficio de ir a buscarla
por la mañana. Regresarla a mediodía para el almuerzo y repetir
la misma placentera rutina por la tarde. Ocasionalmente, se le
permitía entrar a la casa para ayudarla a preparar las
lecciones. Siendo blanco, atlético, alto y bien parecido no le
fue difícil vencer los escollos y la vigilancia, que entonces
prevalecía respecto de los padres en su afán de proteger a las
hijas.
Estados Unidos aún no había entrado en la Primera Guerra
Mundial, pero ya estaba haciendo los preparativos para hacerlo.
El ejército hubo de reclutarlo. Ella se trasladó a Estados
Unidos en unión de sus padres. Su estadía en Puerto Rico le
resultaría altamente provechosa. Hablaba el español
correctamente. Al iniciar una productiva carrera cinematográfica
se fue consagrando como una artista de fama internacional.
Protagonizó dos películas basadas en novelas de Blasco Ibañez,
que había sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura:
Mare nostrum y Entre naranjos.
La vida de él, misteriosamente, dio otro giro de 180 grados.
Todos los atributos con que Dios le había dotado, y que le
abrían puertas dondequiera que él tocaba, de súbito se
troncharon al sufrir un accidente en el tren de la ''American
Railroad'' mientras la compañía a la cual estaba asignado era
transportada hacia uno de los campamentos de entrenamiento.
El accidente ocurrió así: cayó en un descuido en la vía mientras
su pie quedo atrapado en el último vagón, el cuerpo quedó
suspendido entre la vía y la plataforma y su cabeza recibió de
forma intermitente los golpes de los travesaños de la vía al
compás y ritmo de un tren en marcha. Su cara quedo totalmente
destrozada. Perdió el ojo izquierdo y habría de ser marcado para
siempre por una profunda y horrenda depresión en el lado
izquierdo del rostro.
A pesar de la distancia ella, Gloria Swanson, seguía
escribiéndole. El... acomplejado como estaba nunca contestó sus
cartas.
El ajustó su vida a las circunstancias por el sendero solitario.
Su mente estaba clara. No se afectó con el accidente. Su
sensibilidad permanecía intacta. Su mayor regocijo consistía en
relatar a familiares, especialmente sus hermanas, sus días
felices de estudiante y como novio adolescente de esa gran
estrella del séptimo arte que era la diva de todos los tiempos:
Gloria Swanson.
Sus hermanas se miraban y se sonreían con aire de incredulidad.
Pensaban que su mente estaba algo desquiciada con motivo del
accidente. Esto solía repetirse en todas las ocasiones en que la
familia se reunía y o se encontraban sus miembros como suele
suceder. Nadie le daba crédito alguno por este relato que él
hacia con atisbos de vanagloria. ''Estaba cada día mas loco'',
afirmaban con certeza y convicción.
Gloria seguía triunfando y brilló con mayor intensidad en el
cine hablado. Tenía una bella voz de soprano. Su tesitura
alcanzaba registros que nada tenía que envidiar a las primas
donas de esos años. (¡Las grabaciones lo constatan! Tengo
algunas).
Su belleza insenescente, su voz maravillosa, su prestigio, la
mantenían activa en los centros sociales y cinematográficos del
mundo. Por ello se piensa en ella para encarnar el papel
protagónico en la película Sunset Boulevard donde habría de
triunfar una vez más, como en sus mejores tiempos.
En las postrimerías de su vida... habiendo hecho una
recapitulación de ésta, se le ocurrió un día regresar a Puerto
Rico... la tierra donde discurrió su primera infancia y su
adolescencia... allí donde había aprendido a amar y a hablar el
español... Por convocatoria previa un grupo presidido por
Carlton Sweegett se reunió en uno de los restaurantes más
antiguos de América, La Mallorquina. ¡Estaban todos esperándola!
Por fin hizo su entrada... Fue saludando a cada uno por sus
nombres... En perfecto español. Entonces dirigió una mirada
escrutadora de trescientos sesenta grados. Hizo una pausa... y
preguntó con profunda tristeza... ''?Y Manolo Martínez... mi
noviecito de infancia... a quien recuerdo con especial cariño.
Debe estar muerto... pues de haber estado vivo estaría aquí con
todos nosotros disfrutando de estos recuerdos... A él lo
recuerdo con especial cariño. ¡Que lástima que no está aquí con
nosotros!'' A sus bellos ojos asomaron dos lágrimas que al
refractarse en la luz sideral de los recuerdos formaron el
arcoiris hermoso de lo imperecedero.
Hasta aquí la narrativa de hechos ciertos y verdaderos de que da
cuenta el periódico El Mundo en ocasión de la última visita de
Gloria Swanson a Puerto Rico. Los expongo como se relatan y como
sucedieron sin que tenga que añadir ni punto ni coma.
Pero... Manolo... si estaba vivo... ¿Por que no asistió? Estaba
convencido que el valía mas... mil veces más muerto que vivo.
Tuve el privilegio de estar presente en la reunión que se
produjo al convencerse sus hermanas de que no estaba loco a
consecuencia del accidente de marras... sino loco de amor... del
más puro amor que jamás haya existido. Al hablar sobre Gloria y
la publicación de la noticia y específicamente de los hechos
arriba expuestos... contestó: ''Si... lo leí'' ...Sus ojos se
inundaron de lágrimas... Sonrió, sufrió un infarto cardiaco... y
murió convencido de que moría porque no moría.
He aquí la insólita historia del humilde boricua Manolo y de
Gloria, la famosa estrella de cine que es la continuación de
otros amores de otro puertorriqueño con la más famosa diva
operística del siglo pasado y de principios de +este, la
renombrada Adelina Patti con José Ríos, hijo de un riquísimo
hacendado que la siguió por todo el mundo. Ambos simbolizan
amores eternos que nada tienen que envidiar a Romeo y Julieta,
Tristán e Isolda, Los Amantes de Teruel, Rodolfo y Mimi de La
Boheme, Abelardo y Eloísa. Como en Parsifal de Wagner, Manolo y
Gloria han escrito una historia de redención por la
renunciación; que aguarda por la inspiración de un buen
compositor puertorriqueño; y aquí hay muchos... Andiam in
comenzate. (El autor es un abogado octogenario que vive en San
Juan)
viernes, 17 de marzo de 1995
El Nuevo Día
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