Por
Bibiana Hernández Suárez
En la década del 50 comenzó la época de oro
del progreso en Puerto Rico, y el barrio de Puerta de Tierra vio crecer
al que sería uno de los pioneros del desarrollo que la sociedad
puertorriqueña experimentó en esos años.
Robert John Leith, Jr., conocido en y fuera de nuestro barrio como Bob
Leith, nació en Lowell, Massachusetts, el 27 de junio de 1923. Fueron
sus padres el inspector de inmigración Robert John Leith, Sr., y la
señora Mary Catherine Lavin, ama de casa. Bob era el segundo de ocho
hermanos y hermanas.
Cuando Bob tenía seis años, su padre fue asignado al Viejo San Juan para
continuar su labor como inspector. Fue entonces que Bob conoció a Puerta
de Tierra. La familia Leith se instaló en el edificio perteneciente a la
familia Villaverde, con la cual forjaron estrechos lazos de perdurable
amistad.
Bob estudió en el Colegio San Agustín hasta completar el nivel académico
más alto de dicho plantel en esa época, octavo grado. Al graduarse en el
Colegio, Bob regresó a Estados Unidos para continuar estudiando. Después
del ataque a Pearl Harbor, por el cual Estados Unidos entró a la Segunda
Guerra Mundial, Bob se enlistó en la Guardia Costanera. Al terminar la
guerra, Bob recibió un licenciamiento honorable y regresó a Puerto Rico.
Aquí comenzó a trabajar en la Waterman Lines. Posteriormente conoció a
la puertaterrense Belén de Bari Pérez Rosado, siendo ésta la clásica
historia de amor a primera vista para ambos. Y desde que contrajeron
nupcias, Belén fue conocida como Barry Leith. La feliz pareja procreó
tres hijos: Bobby, Kathy y Myra. De ellos recibieron la bendición de
tres nietos, Franco, Katerina y Bobby John, y tres bisnietos, Carlos
Alfonso, Pía Catalina y Mila Victoria. Aunque Bob enviudó después de 56
años de unión, en su corazón continúa perenne el recuerdo de quien fue
su compañera de vida por casi seis décadas.
Haberse criado en Puerta de Tierra le sirvió de mucho a Bob, ya que al
volver a la isla ya conocía muy bien nuestro idioma y forma de ser,
además de haber recibido la mejor enseñanza en el Colegio, y el cariño
de nuestra comunidad.
Bob continuó trabajando normalmente hasta que el gobierno federal
prohibió que las compañías de transporte marítimo también poseyeran
rutas aéreas de carga. Por esta razón la compañía Waterman vendió sus
aviones, y Bob fue nombrado gerente de tráfico marítimo. Desde entonces
el transporte en Puerto Rico nunca sería igual. Así de importante fue su
trayectoria para Puerta de Tierra y Puerto Rico.
Transporte marítimo Ro-Ro |
En esos tiempos el
transporte era costoso y la utilización de vagones apenas estaba
comenzando. Se utilizaban naves sencillas y de tamaño limitado. Pero
afortunadamente Bob exploró un método creado en San Francisco,
California, usando buques para transporte por mar. Fue entonces cuando
Bob implementó este sistema, adquiriendo a bajo precio barcazas y
remolcadores militares desechados después de la guerra, para transportar
mercancías entre Miami y San Juan. El resultado fue genial. Bob había
traído a Puerto Rico el concepto “Roll On - Roll Off”, mejor conocido
como “Ro-Ro”.
Esta idea fue exitosa porque el mantenimiento y gasto de las
embarcaciones era económico y también por su amplio tamaño podían
transportar cantidades completas de mercancía de forma rápida y segura.
Así terminaron para siempre los problemas de hurtos, pérdidas, y gasto
innecesario de tiempo. Y este auge comercial fue histórico y beneficioso
para nuestro barrio de Puerta de Tierra, porque los muelles que se
utilizaron para inaugurar este sistema fueron los nuestros. Y nunca
antes en el barrio se había visto tal progreso, ya que se crearon muchas
oportunidades de empleo para los residentes del barrio. Y también era
muy curioso para la gente ver “naves de guerra” transportando bienes.
Posteriormente, Bob fundó la compañía Bob Leith Trucking, que contaba
con camiones y furgones frigoríficos. Luego continuó laborando como
agente de transporte marítimo para diversas empresas, expandiendo las
rutas hacia San Juan desde Florida hasta Texas.
Entre otras muchas cosas,
Bob fue Almirante Honorario de la Guardia Costanera, fundó el equipo de
béisbol Senadores de San Juan y el Salón de la Fama de los Deportes en
Puerto Rico, presidió el Museo-Biblioteca del Estadio Sixto Escobar,
fundó -y en ocasiones presidió- la Cámara de Comercio de Puerto Rico, y
contó con gobernadores y presidentes entre sus amistades. Pero este
puertaterrense adoptivo, a sus casi cien años, siempre fue una persona
muy sencilla, amable, inteligente y cordial. Siempre que el gobierno
requirió sus servicios, Bob ayudó a reforzar la industria y el comercio
en Puerto Rico sin importarle quién estuviera en el poder, y su
verticalidad nunca le permitió aceptar ni un solo centavo del pueblo por
su labor.
Acerca de Puerta de Tierra, con nostalgia y satisfacción Bob indicó:
“Puerta de Tierra es parte mía. Le debo mucho al barrio, al Colegio y a
la Iglesia, a la que aún asisto. Me dieron la mejor educación, a mí y a
otros muchos profesionales y ciudadanos de bien, además de enseñarnos fe
y disciplina. Fue un privilegio estudiar allí.”
Lamentablemente, Bob falleció el 24 de noviembre de 2021. Ha sido
llamado “leyenda viva” y “dínamo humano”, entre otros cumplidos
merecidísimos. Por eso es prácticamente imposible recoger tantas
vivencias y experiencias en una breve biografía. Pero este ser
brillante, excepcional, humilde y sentimental, siempre se sintió como un
residente más del barrio de Puerta de Tierra, para nuestro mayor
orgullo.
|