Josefina Nieves Lebrón, profesora retirada del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR, fue otro digno ejemplo y orgullo
del barrio de Puerta de Tierra, en el cual nació y se crió. Josefina nació el 19 de enero de 1937. Fueron sus padres el comerciante riopedrense don Felipe Nieves Escalera y la toalteña doña Luisa Lebrón Rodríguez, ama de casa. Sus hermanos eran Luis Felipe y Sara, siendo Josefina la mayor. Sus padrinos la bautizaron “a lo católico” en la Parroquia San Agustín, y todos la conocían cariñosamente como "Chepina".
Los mejores recuerdos de infancia y adolescencia de Josefina transcurrieron en el Falansterio. El edificio donde se crió, en el apartamento O-7, hace esquina con lo que era la vía del tren, el cual existió hasta la década del 50. El anticipar la llegada del tren era parte de la “diversión” que le permitían disfrutar desde el balcón del segundo piso donde vivía.
Josefina cursó sus primeros estudios bajo la enseñanza de Doña Teté, maestra de nivel pre-escolar en aquella época cuando no existían los “Head Start”. Luego Josefina fue a la “escuelita” de la Iglesia Luterana San Pablo, al tope de la calle Matías Ledesma, mirando al mar. Posteriormente asistió a la escuela elemental Martin G. Brumbaugh. Luego cursó los grados intermedios en la escuela Dr. José Celso Barbosa, y la escuela superior en la escuela Román Baldorioty de Castro del Viejo San Juan.
Josefina comenzó sus estudios universitarios en la UPR Recinto de Río Piedras, donde hizo un Bachillerato en Ciencias con concentración en Educación de Economía Doméstica. Fue senadora y parte del coro del Recinto de Ciencias Médicas y trabajó como maestra de Economía Doméstica en Toa Baja y Bayamón. Para Josefina, aquellos fueron días de mucho aprendizaje y aprecio de la vida. Una vez terminó su Maestría en Salud Pública, Josefina regresó al distrito de Bayamón como Supervisora de Zona de Salud Escolar. Cuando se organizó el Departamento de Servicios Contra la Adicción y el Alcoholismo, también comenzó una sección de prevención, y Josefina se inició en uno de los Centros de Prevención en Bayamón. Fue nombrada directora del Centro de Prevención de Alcoholismo. Luego la asignaron a Cataño para iniciar y dirigir otro Centro de Prevención localizado en una escuela elemental y que también daba servicios a estudiantes de escuela superior.
De regreso a Bayamón, la reclutó el Colegio de Profesiones Relacionadas con la Salud del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR. Allá inició funciones como profesora encargada de las prácticas de los estudiantes del Bachillerato en Educación en Salud Comunal. Más adelante, Josefina realizó estudios post-graduados para obtener grados profesionales, tales como Administración de Programas, Trabajo en Equipo, Evaluación
de Programas y Personal, HOSPICE, Concepto de Muerte, Certificado graduado en Geriatría y Diploma pos-grado en Gerontología, entre otros.
Pero su participación en la Organización de Mujeres de la Iglesia Luterana fue constante. Desde su adolescencia fue líder luterana en Puerto Rico y E. U. Fue miembro del grupo organizador de la Iglesia Evangélica Luterana (ELC), de la Iglesia Luterana Americana (ALC) y de la Asociación de Iglesias Luteranas (IELA). Josefina fue la primera mujer Presidenta de la Asociación Luterana de Hispanos y sirvió dos años a la iglesia nacional como líder de los Ministerios Hispanos, etapa que para ella fue de gran crecimiento y desarrollo en múltiples aspectos de su vida. Además de esto, ocupó el cargo de Vicepresidenta en la directiva de la Sociedad de Geontología de Puerto Rico Inc. para los años 2015 a 2017.
Con respecto a su querido Falansterio, por iniciativa suya comenzaron a celebrarse en dicho histórico complejo de viviendas los ya tradicionales "Retornos". Todo comenzó, según nos indicó Josefina, en el 2003. "Acudí al Falanterio y llamé a un grupo de los que conmigo crecieron allí, para entusiasmarlos con la idea. Las respuesta fue positiva. Nos reunimos en el Falansterio y empezamos a planificar cómo hacer una reunión de ex vecinos: Tema, nombre, estrategia de comunicación, permisos, programa, etc. Pensamos que si reuníamos unas treinta personas éramos más que felices. Solicitamos cooperación de los comerciantes, y a los que asistieran, que se unieran al "plan sorullo" (cada cual trae lo suyo). Resultó un éxito el recordar, volverse a ver, mirar el patio y el Centro Comunal desde una perspectiva diferente. En fin, fue bello, emocionante y digno de repetirse. Así se hizo". Este evento se ha celebrado cada año sin interrupción, desde aquella primera vez hasta el presente.
En el ámbito personal, la experiencia de Josefina como miembro y co-fundadora de la familia Agosto-Nieves fue una muy especial. Dios la rodeó de su buen esposo, el sanjuanero Eugenio Agosto Orta, de su hijo Víctor Eugenio y de su hija Ana Mercedes, quienes para ella eran seres únicos, y de sus dos nietos, Bryan Jonile y Yamil Gabriel, todos ellos haciéndola estar orgullosa de ser compañera, progenitora y abuela, y quizás algún día, bisabuela también.
Pero Josefina también encaró difíciles desafíos en su vida, y fue retada a poner en práctica lo que por años promovió. y a ver que Dios realmente proveía lo que necesitábamos en el momento adecuado y en la cantidad necesaria. El quedar temporeramente imposibilitada de sostenerse, de caminar, de realizar las tareas que consideraba eran “un quitao”, fue la ocasión que tuvo Josefina de recibir una demostración de solidaridad de parte de sus familiares, amistades, los hermanos y hermanas de la Iglesia Luterana, el vecindario donde vivía y el de Puerta de Tierra también, y las organizaciones a las que perteneció. Esto, en adición a las muchas oraciones, llamadas y visitas de apoyo que siempre fortalecen a las personas en lo físico y en lo espiritual, ayudó a Josefina a levantarse nuevamente y continuar confiadamente en su proceso de envejecer.
Esta gran mujer de Puerta de Tierra amó la comunidad donde residió en Bayamón por cincuenta años, tanto como amó a su barrio, donde continuó asistiendo a su misma congregación Luterana de la Iglesia San Pablo. Josefina disfrutó a cabalidad la etapa de ancianidad en su vida al tener la oportunidad de ser recurso de la Asociación de Alzheimer de PR, de Servicios Sociales Luteranos, de la Sociedad de Gerontología, y otras organizaciones religiosas y seculares. Esto le permitió llevar educación a personas de la tercera edad y codearse con “viejos y viejas” capaces, retantes, interesantes y, en algunos casos, demandantes, que la hacían “ponerse al día” en el manejo de las relaciones interpersonales, y en cuidar cómo comunicarse y cómo ayudar, como parte del constante aprendizaje de todo creyente cristiano.
Desafortunadamente, Josefina falleció el día 6 de enero de 2020. Pero su legado se resume en la frase en la que siempre se reafirmaba: “¡A Dios doy gracias por Su bondad para conmigo y los míos!”
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