Margarita Ramos González
Por
Bibiana Hernández Suárez
Fue
una veterana artesana puertorriqueña, pero además fue, es y será un
baluarte importantísimo y perfecto ejemplo de la forma de ser de los
puertaterrenses.
Margarita Ramos González nació el 3 de agosto de 1951. Fueron sus
padres el Sr. Marcelino Ramos Rodríguez, maestro de obras natural de
Maunabo, y la Sra. Felícita González Rivera, ama de casa natural de
Arecibo, pero criada desde pequeña en San Juan. En segundas nupcias,
doña Felícita contrajo matrimonio con el Sr. Enrique Velázquez
Algarín, quien fue padre de crianza de Margarita, y reconocido por
los sanjuaneros como el portero del cine Rialto en la calle San
Francisco, del cine Royal en la calle San Justo, y del cine Roxy en
la calle Cruz. Margarita fue nacida y criada en La Perla, pero llegó
a Puerta de Tierra hace más de 40 años, la mitad de ellos residiendo
en el Falansterio. Tuvo tres hijos, el primero nacido en la calle
Luna, la segunda nacida en La Perla, y la tercera nacida en Puerta
de Tierra. Además, tuvo seis nietos.
La trayectoria de la vida de Margarita, tanto en el ámbito
profesional como en el humano, fue muestra de su amor, tanto por la
ciudad antigua, como por el barrio de Puerta de Tierra. Los trabajos
artesanales de Margarita, quien fue autodidacta, son originales y
muy creativos. Su principal renglón lo fue el trabajo en madera.
Además de colores, pinceles, papel y carboncillo, entre los
materiales que utilizaba se encuentran sólidos cortes de maderas
nativas llamados “chuletas”, plumas, hojas, cristal, piedras,
conchas y pequeñas cáscaras de semillas. Estos elementos le servían
como medio artístico y también le proveían algún detalle natural que
ella siempre buscaba y aprovechaba antes de empezar a crear su arte.
Margarita observaba sus piezas para luego irlas desarrollando de
acuerdo al mensaje que le inspiraban. Con su siempre firme pero muy
amable carácter, Margarita nos indicaba: “Es como cuando usted mira
una nube, que adquiere personalidad. Lo mismo pasa con un árbol o
una piedra, uno agudiza la mirada y desarrolla lo que ve”. Lo que sí
fue constante en sus trabajos era el enaltecimiento de las
costumbres y tradiciones de nuestro país y la promoción y
preservación de la identidad puertorriqueña, fuera de toda ideología
política.
Por
dos décadas Margarita fue artesana adscrita a Fomento Económico de
Puerto Rico, al Instituto de Cultura Puertorriqueña, a la Oficina de
Turismo y al Municipio de San Juan, los cuales la acreditaron
oficialmente como artesana. También era una líder cívica por
naturaleza. Siempre buscaba envolverse o crear iniciativas
comunitarias, desde representar a nuestro barrio alrededor del mundo
por medio del Museo de Historia y Comunidad de Puerta de Tierra y la
Brigada PDT, hasta la coordinación de clínicas de salud, servicios
de vacunación y de voto electoral para personas encamadas, y
repartición de alimentos a familias necesitadas.
De la misma forma en que Margarita amaba a Puerta de Tierra, así
mismo se identificaba con toda la isleta de San Juan. La defendió y
reafirmó, sobre todo a nuestro barrio, conociendo muy a fondo su
historia y uniéndola a sus propias experiencias de vida para ofrecer
su testimonio cultural. Por eso sus recuerdos fueron amplia fuente
de referencia sobre lugares, personas o acontecimientos relacionados
a la Perla, al Viejo San Juan y a Puerta de Tierra, y Margarita los
compartía gustosamente con la pasión, seriedad y conocimiento que la
caracterizaron en todas las facetas de su vida. Ella siempre decía:
"Los artesanos somos historiadores orales, y es muy grande el
respeto que se debe tener a los artistas que nos sentimos y estamos
tan orgullosos de nuestra historia y nuestro país, y la vivimos y
expresamos más allá de teorías o estudios universitarios, ya que
traemos las tradiciones desde nuestros padres y abuelos, e incluso
desde nuestros ancestros los taínos.”
Nuestra amiga y hermana Margarita, digna puertaterrense adoptiva,
ejemplo de rectitud, honradez y perseverancia incansable, falleció
el 15 de junio del 2021, pero seguirá con nosotros su legado de fe,
amor al prójimo y respeto por nuestro barrio y su historia.
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