Por Bibiana Hernández Suárez
Nuestro barrio tiene el honor de contar entre sus residentes a un conocido artista internacional que lleva más de veinticinco años caminando a diario por sus calles y creando su arte.
El pintor Carmelo Martínez Arroyo, conocido artísticamente como Carmelo Sobrino, nació en Manatí el 16 de enero de 1948. Fueron sus padres doña Trinidad "Trina" Arroyo, ama de casa, y don Carmelo Martínez, agricultor. Fue en esa vida humilde de campo, observando la naturaleza y los productos agrícolas, que Carmelo desarrolló su sentido del color desde niño.
Carmelo es el tercero de cinco hermanos y hermanas: Orlando, María Luisa, Carmelo, Minerva y Loida. Tiene tres hijos, Manuel, Lorena y María José, y es abuelo de Ángel Darío. Cursó estudios elementales e intermedios en su pueblo, donde posteriormente conoció a Quico, pintor de rótulos, de quien se hizo aprendiz. Luego cursó estudios superiores en la Escuela Lucchetti de Arecibo. Más adelante estudió en la Escuela Vocacional Miguel Such en ese mismo pueblo, donde estudió dibujo de construcción. Su primer maestro formal de arte fue Don Oscar Colón Delgado, quien reconoció el interés y la pasión del joven y fue su mentor y maestro. Su trabajo como rotulista lo llevó a mudarse a Río Piedras. Allí conoció al poeta José Manuel Torres Santiago, quien le habló de una escuela de arte que acababan de fundar. Por tal motivo Carmelo vino a Puerta de Tierra para estudiar en la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña, que para ese entonces estaba ubicada en el edificio del actual Archivo General. El pintor Carlos Raquel Rivera también vivía en el barrio con su familia y Carmelo visitaba frecuentemente a este gran amigo suyo. "Pertenecí al primer grupo de la Escuela de Artes Plásticas. Aprendí a pintar y a ser artista. Tuve maestros como Rafael Tufiño, Lorenzo Homar y Carlos Raquel Rivera", recuerda Carmelo.
Tras graduarse de la Escuela de Artes Plásticas, sus inquietudes artísticas lo llevan a viajar a México, Estados Unidos, Santo Domingo, Jamaica y Europa, donde conoce y recibe la influencia de los grandes pintores del mundo. En 1969, junto a Antonio Martorell, Carmelo fundó el “Taller Alacrán” para ayudar a desarrollar el talento de muchachos que habían abandonado la escuela, enseñándoles artes gráficas. Al año siguiente fundó su propio taller, Capricornio, que mantuvo abierto hasta el 1975 y donde produjo muchas obras de arte efímero. También ofrecía clases de arte a los niños. En 1981 dirigió en España un proyecto de exposiciones itinerantes de murales de artistas españoles y puertorriqueños.
Fue maestro en la Liga de Arte de San Juan, en Casa Candina y en la Universidad del Turabo. En 1992 estableció su residencia en Puerta de Tierra. ‘‘Primero viví en la calle Pelayo esquina Ponce de León, frente al asilo. Tengo gratos recuerdos de Puerta de Tierra porque fue aquí donde comencé a formarme como artista. El lugar más lindo de Puerto Rico lo tengo frente a mi casa: Bajamar. Mi serie de cuadros ‘‘Horizontes’’, fue inspirada por ese mismo paisaje del Océano Atlántico. El pintor Bolívar Rosado y yo somos amigos desde siempre. Nunca debemos olvidar que Puerta de Tierra fue el primer barrio de Puerto Rico, y es un barrio histórico. Los pintores puertorriqueños de la generación del 50, como Tufiño, Tony Maldonado, Lorenzo Homar y Carlos Raquel, se formaron bajo el padre de Bolívar, el maestro Rosado, que vivía y tenía su taller allí mismo en la Pelayo. Desde mi casa cerca de allí se veía la Iglesia San Agustín, y he realizado varias pinturas inspiradas en ella’’.
Carmelo ha participado en importantes exhibiciones individuales y colectivas en y fuera de Puerto Rico, y entre ellas, la Bienal Internacional de Pintura de Florencia en el 2000. También fue comisionado para realizar diversas obras públicas entre las cuales se encuentran el Mural “Horizonte” del vestíbulo del Museo de Arte de Puerto Rico (1999) y el mural para el techo del vestíbulo del Teatro Taboas de Manatí, “Mural Constelación Mensajera”.
Entre otras actividades, una de las más recientes en la cual Carmelo participó fue el ‘‘Pintatón’’, celebrada en nuestro barrio en octubre de 2019. En ella la comunidad se unió para limpiar y pintar toda la calle San Agustín, lo cual causó un cambio muy profundo en Puerta de Tierra, tanto visualmente como de forma emocional colectiva. Pero el maestro Sobrino, nuestro Carmelo, no solamente se limitó a aportar sugerencias y observaciones, sino que también colaboró hombro con hombro con los grupos, pintando con rolos y brochas las humildes y antiguas paredes vecinales. Normalmente los pintores se rodean de lienzos, pinceles y tubos de colores, pero ‘‘como artista y pintor, lo que más me interesa es tener contacto con el color. No importa si es para crear una obra mía personal, o si es para llevar alegría y esperanza a mi comunidad pintando paredes en la calle. Lo importante es transmitir el arte’’, nos indica Carmelo con mucho afecto por este su barrio al que tanto ama, y el cual lo considera como lo que es, otro puertaterrense adoptivo a quien todos respetamos y queremos.