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Miércoles 13 de septiembre de 1876  p.3   col.1


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No concluiremos sin hacer una súplica al Excmo. Ayuntamiento, ya que tan solícito se muestra por el bien de sus administrados. [

El ensanche de la Capital tal como lo tiene solicitado, encuentra obstáculos invencibles, según nuestras noticias. Parece que no es compatible la fabricación de casas en la primera línea con las condiciones que han menester tener los trabajos de defensa de esta plaza de guerra. 

Pero para conseguir el ensanche que tanto urge á la salubridad de la población, le queda al Municipio un medio sumamente fácil y relativamente barato: la construccion por su cuenta de un tranvía ó ferro-carril urbano de aquí á Rio -piedras, ó cuando menos á Cangrejos. No conviene, en nuestro concepto, que esa via sea construida y explotada por una empresa particular, porque ella exigiría para obtener buenas utilidades una elevada tarifa de pasaje que impediría á la generalidad de los vecinos de esta Capital construir ó alquilar casas en Cangrejos porque el pasaje diario, unido á lo que les costaría la habitación en Cangrejos ó Riopiedras, les saldría mucho más caro que el alquiler de las mejores casas de la capital, y no se fomentaría por este motivo el poblado en aquellos deliciosos sitios.

Para que el tranvía llene su objeto de disminuir la densidad malsana é insostenible de la ciudad, es preciso que así las clases proletarias como las acomodadas puedan subvenir sin grandes sacrificios á los gastos del pasaje, de tal manera que el comerciante, el industrial y el me menestral puedan trabajar aquí y vivir afuera, como acontece en la Habana, Nueva-York, Londres y otros centros.

El Ayuntamiento puede costear el tranvía estableciendo tarifas módicas que basten sólo á cubrir los réditos del capital invertido y los gastos de entretenimiento. De este modo la población se extenderá por sí misma, y andando el tiempo, una magnífica calzada, con una hilera de casas y árboles á cada lado, se extenderá desde Puerta de Tierra al pueblo de Riopiedras, y la Capital será una de las más bellas y saludables poblaciones de la América española. 

Entonces el problema del ensanche se resolverá por si mismo, y estos comprimidos habitantes, faltos de aire y luz, respirarán á sus anchas, y el Ayuntamiento á quien tan gran beneficio deberían, se haría acreedor á la eterna gratitud de cuantos aquí vivimos, pues los que se vayan á vivir, afuera ganarán mucho y los que queden, estarán más desahogados. Este asunto es demasiado importante y grave, después del luminioso informe del Arquitecto de la Ciudad, para que deje de llamar seriamente la atención de los Sres. Presidente y Concejales del Municipio. Confiamos en que, no desatenderán nuestra indicación.