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8 de septiembre de 1904  p.1

Lo del Polo Norte
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Ayer dimos cuenta de lla comunicación recibida por el Alcalde Todd, respecto al próximo desalojo del caserío conocido con el nombre de «Polo Norte.

Varias veces nos hemos ocupado de este asunto, en sentido de que tanto la autoridad municipal como la militar deben buscar el modo de solucionar ese conflicto, sin que salgan perjudicados los que viven en ese caserío.

El «Polo Norte» hace cuatro ó cinco años que empezó á construirse, y fue extendiéndose sin obstáculo por parte de ninguna autoridad.

Y no se diga que éstas desconocían el avance que en dicho caserío se iba realizando, pues la prensa local, ya en tono serio, ya en tono jocoso, se ocupaba con frecuencia de esa aglomeración de casitas, que el público empezó á designar con el nombre de «Polo Norte.»

¿Por qué esas autoridades no prefirieron entonces el conflicto que algún día había de surgir y no trataron de evitarlo á tiempo?

Esos terrenos, ganados al mar en tiempo del gobierno español por el departamento de Obras del Puerto, pertenecían al Gobierno Insular, quien los puso en poder del Municipio.

Cuando se proyectó el establecimiento de la Estación Naval, el Municipio los cedió graciosamente al Gobierno militar, para el objeto expresado, disponiendo de una propiedad que en ningún caso debió ceder gratuitamente, pues con ello se perjudicaban los intereses del pueblo. Pero entonces el Partido Republicano, que dominaba en el Municipio, como domina hoy, estaba en el deber de agradar al Gobierno por todos los medios posibles, y cedió, sin indemnización, esos terrenos.

Hoy que se ha extendido allí un caserío de mas de 200 casas, donde se albergan cerca de mil personas en su mayor parte trabajadores pobres, que no disponen de recursos para vivir en otros puntos más céntricos de la ciudad, llega la orden arbitraria é inhumana que los obliga á salir de allí no solo condenándoles al desamparo, porque no se le señala sitio en donde puedan establecerse, sino que se les obliga á destruir sus casas.

Nosotros creemos, que antes que se ponga en práctica semejante orden, las autoridades, sobre todo el municipio, deberían solucionar ese conflicto, señalándole sitio adecuado á donde pudieran trasladar sus casas esos ciudadanos, que tienen tanto derecho á la vida como nuestros flamantes concejales, que si ocupan hoy las curules del Ayuntamiento, en parte lo deben á los votos de esos infelices, de cuya suerte ahora no se preocupan. 

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