Los trabajos prepartorios del Capitolio de Puerto Rico han sido iniciados. En el departamento del Interior, en verdad muy activo este año, se están dando Ios primeros pasos para el cumplimiento del decoroso propósito de erigir un edificio que albergue al tribunal-Supremo y las dos Cámaras legislativas.
Para ese fin la legislatura dedicó 300 mil dollars para gastar en dos años 150 mil dollara en cada uno. Así
pues, no parece haya tiempo que perder.
Podemos informar que técnicos del departamento del Interior han consultado con los señores magistrados del Supremo, acerca de la superficie de cabida que ellos consideran necesario para situar y repartir las ofcinas del alto tribunal. Igual consulta, se hará á los presidentes y comisiones permanentes de régimen interior de ambasa cámaras. Esos datos parecen constituir el punto de partida para los cálculos de los anteproyectos. Es necesario que el edificio albergue ancha y dignamente, las oficinas de la administración de la isla, mostrando de un lado nuestra cultura y de otro, dando á Puerto Rico una casa suya en donde sí todavía imperfecta é injustamente desconocida, pueda nuestro pueblo mostrar su personalidad.
Pero, en opinión de personas peritas, los comienzas de la obra no están exentos de dificultades. La ley prescribe un concurso de proyectos, debiendo premíarse los mejores con $5,000, 8,3000 y $2,000, respectivamente, eligiéndose el mejor.
Y es el caso que para un proyecto de esa importancia, difícil será que muchos ingenieros se arriesguen en estudios, puesto que $5.000 es suma muy pobre para compensar los gastos del desarrollo de los proyectos.
Se trata de ante proyectos, de planos de fachadas, de plantas bajas y altas, de basamento, de adornos y detalles. Eso no se hace con poco dinero. La mente de la ley fue facilitar que ingenieros de los Estados Unidos acudieran á la competencia, pero no parece fácil que la cuantía de los premios, anime á los ingenieros del continente á poner manos en esa obra.
Sólo parece verosímil que esos estudios y esa competencia queden limitados á ingenieros del país. No pensamos que nuestros ingenieros necesiten otra cosa que ponerse á trabajar y tan ilustrados y diestros los consideramos, como á los muy competentes que tan hermosas obras realizan en las ciudades norteamericanas. Pero no creemos á despecho de quedar solos en la competencia, que nuestros compatriotas tengan margen de ganancia en la factura de proyectos de grandes edificios, premiados con $5,000. Suele, en casos tales, y es cosa corriente, pedirse para esas compensaciones el 3, 4 y 5 por ciento sobre el presupuesto de la obra. El capitolio debe costar $300,000. Dentro de esa apreciación, debería remunerarse el trabajo, al mejor estudio, por supuesto, en $15,000.
Éstas dificultades solo pueden ser vencidas, si es que se quiere ganar tiempo y no esperar á que llegue la ocasión en que se pueda modificar la fey, fiando el asunto al patriotismo puertorriqueño. Los ingenieros del país, los que le aman, tal vez sobrepongan su propio interés y emprendan la obra exclusivamente pagando, con el premio, los gastos que ella irrogue, y sin ganancia alguna.
Y como aliciente acaso se considere procedente una sugestión que "La Correspondencia" ofrece aquí.- Que la circunstancías de ser autor del proyecto ó proyectos del capitolio, se considere, en igualdad de circunstancias, como título de preferencia para las subastas de las obras del edificio.
Da ese modo, el ingeniero autor del proyecto vencedor sería el director técnico de la obra. Y en verdad que eso sería muy natural: quien concibió la obra, que la realice. |