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Ayer, á la hora reglamentaria, se celebró la inauguración del nuevo curso escolar en el Refugio de Niños Desamparados.
El Presidente, señor Fernández Juncos, reunió los niños en el salón de clases y les presentó al nuevo maestro, don Julio Cabrera. Habló en términos sencillísimos para ser bien comprendido por los afilados, pero con el poder emotivo que tiene
siempre la palabra de este educacionista. Recordó los buenos, servicios prestados en aquella misma escuela por los maestros Rodríguez y
Miranda; habló en elogio de la obra maternal del Aya del Establecimiento, doña Juana López;
recordó á los niños que fuera de aquel recinto había muchas almas generosas que contribuían á sostener el Refugio y que se interesaban por la orfandad desvalida.
Encareció el ejemplo de algunas damas de la ciudad, y de Santurce, que visitan y auxilian el
Refugio con verdadero interés, entre las que recordamos los nombres de la Sra. Muñoz de del Valle, la Sra. de Mr.
Hatch, y la de D. Jesús Rossy, y dos religiosas americanas, y recomendó á los niños la gran virtud del
agradecimiento, recordándoles que los seres más desgraciados de la tierra no eran los huérfanos pobres allí donde existe caridad, sino los que no fueran capaces de amar y agradecer.
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