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Lunes 7 de Agosto de 1911 p.1

MAS DETALLES ACERCA DEL TRÁGICO FIN DEL CONDUCTOR CUEVAS

El suicida vivía en el barrio denominado "Hoyo Frío".

Un muchacho que se negó a cargar el cadáver fue agredido por un policía.

Un reporter de "El Tiempo" fue maltratado de palabras por otro policía.


"La Correspondencia" del domingo publicó la información del sensible suceso ocurrido la tarde del sábado en esta ciudad en que se suicidó el conductor de los carros eléctricos Polo H. Cuevas que figuraba en el servicio de la compañía con el número 176.

Era natural de San Juan, soltero, como de 19 años de edad y con instrucción.

Vivía desde hace algún tiempo en el sitio llamado "Hoyo frió" del poblado de Puerta de Tierra, con un hermano suyo. El encargado del puesto de la policía insular del expresado barrio es hermano del finado. Ingresó en el servicio de la compañía desde fines de Julio en que empezó á practicar y hacía 8 días que trabajaba regularmente y el sábado hizo servicio en el carro número 17. A medio día dejó el servicio para ir á almorzar y no volvió al trabajo. Al dejar el servicio entregó su cuenta y cobró las horas trabajadas.

Entre 6 y 6.30 de la tardo entró en el establecimiento de los Sres Ortega Hermanos y dirigiéndose al de pendiente José Vera, joven como de 20 años, q. atendía al despacho en el departamento de la derecha de establecimiento en donde están las ar mas de fuego para Ja venta, le pidió un revolver de los que se exponen en la vidriera. Le trajeron un revolver calibre 9 milímetros el que examinó Cuevas mostrándose enseguida satisfecho del arma y probándole dos capsulas que sacó de un bolsillo del pantalón.

Preguntó el precio y el dependiente le dijo que valia $6.50.

—Está bien—dijo—y guardó el revólver en el bolsillo de atrás del pantalón.

—Aquí no se ve—indicó.

Casi enseguida y viendo que el dependiente esperaba le pidió capsulas y dijo, colocando la boca del arma á la altura de la frente en la sien derecha.

—Voy á ver si me sirve.

El dependiente no se dio cuenta exacta del propósito del desgraciado Cuevas pues casi enseguida sonó un disparo y el suicida rodó por suelo salpicando ía vidriera con su sangre y quedando el cuerpo bañado en ella. En los primeros momentos de estupor nadie se acercó al cuerpo que se extremecia con los espasmos de la agonía.

Llegó la policía uniformada y después los "detectives" entre estos e! teniente Quiñones.

Se trató de colocar el cuerpo en una cama, que facilitaron en el establecimiento para conducirlo al cuarto de socorro ó al hospital pues no había ningún facultativo que pudiera prestar auxilio inmediato.

La policía instó á algunas personas que por allí estaban á que cargaran el cuerpo. Unos se prestaron gustosos, pero un muchacheo que parece pasaba á una diligencia urgente, hizo objeciones y fue maltratado de palabra y de obra por uno de los policías.

Un repórter de "El Tiempo" q. hizo apreciaciones —sin dirigirse al policía —respecto de la conducta agresiva de este con el paisano, obtuvo, algunas frases fuertes del guardia que asumió una actitud impropia de un agente de la autoridad.

Cuando el cuerpo de Cuevas llegó al cuarto de socorro nada pudieron hacer los médicos. El cuerpo fue entregado á sus familiares para el entierro. R.I.P.