Ante el peligro, serenidad y entereza. Es serio, pero no invencible. Confirmada la existencia en San Juan de una afección trasmisible, es el momento de obrar rápida y radicalmente. A las autoridades toca no vacilar. Casi siempre son incompatibles los intereses materiales y las prácticas de la higiene. Si en estas momentos esos conflictos ocurrieran, las autoridades, el misma vecindario, no deben vacilar. La salud del pueblo es lo primero. Toda duda, toda transigencia, todo obtimismo, ante el peligro, podrían comprometer á San Juan y á toda la isla.
Reúna el gobierno por telégrafo la legislatura. Antes de cuarenta y ocho horas debiera estar, en nuestro concepto, en sesión. TENEMOS DINERO ABUNDANTE EN BANCOS DEL PAÍS y podemos y debemos utilizarlo en vencer al enemigo epidémico. ¿Objetará el tesorero que sin ley que lo autorice no puede disponer de esos fondos? Pues, haga la legislatura la ley necesaria para que ello pueda ser, y para que el gobierno gire en el acto y sitúe en la isla las sumas que ella tiene en bancos del exterior. Hay dinero. Lo tenemos y debemos utilizarlo en la enérgica defensa de la salud pública. No debe haber reparo, ni economía. ¿Hay que derribar un barrio? Pues se derriba; se atiende al traslado
y aislamiento de sus vecinos; se les indemniza oportunamente del necesario perjuicio personal por el bien de todos recibido.
Señor gobernador: es la primera vez que usted gobierna un pais. Es usted un hombre joven, culto, y le suponemos inspirado en los mejores deseos. No vacile, no tema. No piense en que es usted gobernador interino. Es usted simplemente gobernador. Su deber no es interino. La epidemia no espera que venga el gobernador permanente. No tema usted, señor gobernador. El pueblo le seguirá en su campaña si usted la plantea como se debe: valiente, resuelta, enérgica, poniendo por encima de todo la salud de un millón de almas que las leyes que el gobierno de su pais les impuso, cohiben de defenderse. Señor gobernador: reúna usted por telégrafo la legislatura.
No es momento de discutir, sino de realizar. La meticulosidad es procedimiento peligroso en casos de esta clase. Una casa de un barrio de San Juan parece contaminada por una enfermedad contagiosa. Practíquese en ella la desinfección absoluta. No basta el empleo de substancias químicas y la clausura. Quémese esa casa! La ciencia dice que esa es la única desinfección absoluta. Hay además un barrio, en pésimas condiciones higiénicas, en donde esa casa está sitúada. Quémese ese barrio! Un riguroso cordón sanitario le rodea; dése acomodo en tiendas de campaña y en apropiados lugares, á la gente sana de ese barrio y quémese en el acto Honolulu no vaciló una hora para destruir un barrio infecto, y la epidemia cesó en el acto. Existía una terrible en un barrio de chinos en San Francisco de California, ocurrió el terremoto y el incendio. Destruyó este aquel barrio. Después del incendio, ni un solo caso ocurrió de la enfermedad.
Puerta de Tierra es hoy un peligro para 60,000 almas ó más de San Juan y para 1.200,000 almas y más de toda la isla. Las condiciones de ese antiguo suburbio de la ciudad, son pésimas. Hacinamiento de población; desaseo de calles y patios; terrenos en una parte pantanosos; caseríos sobre paletuvios; y todo el gran conjunto, envuelto en los vientos del oeste que se saturan en los terribles basureros, que no se sabe si sirven más para sanear á San Juan, que para rellenar terrenos sumergidos.
Puerta de Tierra hoy no es suburbio. El desarrollo dé San Juan le ha convertido en zona urbana, y en esas condiciones, es UN SERIO PELIG RO PARA SAN JUAN, PARA EL PROPIO BARRIO y para la completa suma de barrios que forman la capital.
Es necesario que se encierren los gérmenes del mal dentro de un círculo de fuego. Eso es más barato que abandonar á la muerte centenares de personas, por conservar una parte del caserío de la capital, en su gran mayoría formado por edificaciones malsanas. Es allí el agua escasa. El ambiente, especialmente en ciertos dias de calma y ciertas horas húmedas, es oleada de emanaciones humanas, de substancias orgánicas en suspensión, de polvo de calles pantanosas en donde el barrido depositó deshechos de las viviendas. El mosquito señorea. Los trabajadores numerosísimos de "La Colectiva" se quejan de las acometidas de enormes y agresivas moscas. Es de allí, de allí cerca del foco que se forma exprofeso, con los detritus de toda clase, orgánicos también, de San Juan. Y esas moscas lo invaden todo, lo tocan todo; son agente trasmisor de toda clase de gérmenes.
Señor gobernador: no vacile. Dinero, cuanto sea necesario, y para ello legislatura que legalice sus actos; desinfección absoluta; quemar casas infectas, barrios sufectos, ropas y muebles infectos. Los grandes basureros sean quemados todos los días ó cambiados de lugar, si fuera posible resolver tan difícil problema topográfico; y si fuera necesario, destruir por medios radicales barcos, atracajes, ancones, carga, equipajes etc, no se vacile. Esa es la verdadera higiene, la verdadera defensa en tales casos.
Señor gobernador: proceda y espere, si su valor y radicales medidas prueban la energía de su esfuerzo, que toda la isla se ponga a su lado y
le de las gracias.
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