El Ateneo celebró la noche del lunes una de
sus más lucidas fiestas lírico literarias, tanto por el realce del
selecto y numeroso público como por los artistas que tomaron parte.
La niña Sol Real llamó notablemente la atención por la precocidad de su
ingenio artístico. Nada más sorprendente que una niña de tan pocos años
interpretando al piano, con aprovechamiento nada vulgar, difíciles
pasajes de selecta música clásica. Puede decirse que Sólita Real ha
comenzado una noble carrera de triunfos. Las dos selecciones del lunes,
sobre todo la mazurca de Chopín, le valieron, además de prolongados
aplausos, un hermoso bouquet de flores que recibió de manos de su
profesora, la notable pianista Séñora Tavárez de Storer, a quien también
reiteramos nuestra felicitación efusiva.
Francisco L. Amadeo, dijo unos delicados versos suyos que él titula
''Desde el Balcón". Amadeo sabe expresar sus emociones en versos llenos
de lirismo suavemente encantador. Su manera de "hacer" es sencilla,
sugerente y emotiva, como la virtud de la poesía de hoy. Los versos
gustaron y la concurrencia los aplaudió como se merecían.
La señorita Mercedes Solá leyó un interesante trabajo suyo sobre el
feminismo. Las ideas de la entusiasta feminista fueron muy bien
acogidas. Mercedes Solá ha hecho un concienzudo estudio sobre diversos
aspectos del feminismo. Fue una lástima que el trabajo no pudiera
apreciarse mejor por la voz un tanto apagada que ella dio a su lectura.
El conocido recitador José Ramírez Santibáñez deleitó al auditorio
recitando la hermosa "Canción de las Antillas" de Llorens Torres,
nuestro poeta representativo. La poesía fue recitada con admirable
dominio del buen decir y Santibáñez fue justamente aplaudido.
También gustó el cuento de Luis Samalea. Pudiéramos decir, usando una
frase de Valle-Inclán, que la página literaria del joven escritor "es
todo un pomo de afroditas y nupciales esencias". Porque el asunto es
original y bello y el estilo de impecable arte.
Así, pudimos observar hermosos pasajes de emoción estética como el que
anida las hojas que en Otoño dijeron su canción de olvido.
Indudablemente, "Cuando la Primavera vuelve" es el cuento más bello que
conocemos del escritor amigo. Dígalo si no, la simpatía unánime y
espontánea que expresaron los oyentes.
Los ateneístas volvieron a deleitarse con el arte exquisito del maestro
don Julio C. de Arteaga. Tres de las famosas rapsodias húngaras del gran
Liszt, octava, novena y décima, fueron interpretadas con maestría y
dominio insuperables. El notable pianista comienza haciendo una breve
explicación histórica respecto a cada rapsodia, lo que hace que sus
meritísimas audiciones resulten cada vez más agradables y conquisten
mayor gloria.
Luego oímos a Arturo Gómez Costa, quien recitó tres de una serie de
sonetos suyos titulados "Nocturnos Criollos", que pertenecen a su
próximo libro y que representan varias acuarelas tropicales, traídas al
Verso en éstos sonetos subjetivos. El Condado, El Parque Borínquen y El
Castillo del Morro fueron cantados esta vez.
Eugenio Astol dio lectura a unos hermosos versos suyos que llevan por
título "La Ronda de los Ojos", bello poema emocional pletórico de
líricos arrestos. Después cerró el acto, substituyendo al señor Barceló
que por encontrarse a última hora enfermo no pudo asistir. El discurso
fue brillante y el orador recibió, al igual que por los versos,
calurosos aplausos y felicitaciones.
Se regalaron dos ejemplares de la obra "Viviendo y Amando" cuyo autor es
el poeta Virgilio Dávila. Ambos tomos resultaron pertenecer a la muy
ilustre viuda del prócer, señora Amalia Marín, y a la muy culta y gentil
artista Genoveva de Arteaga.
La velada terminó dejando un grato recuerdo en el pensamiento y un
lírico perfume en cada corazón.
Jorge Manrique.
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