Era un cliché de todos los días, mejor dicho, de
todas las noches.
¡Cuadro de miseria!
Amontonados unos sobre otros; las mantas mugrientas cubriendo apenas sus
escuálidos cuerpos, me hacían pensar en uno de los tantos cuadros
terribles que la imaginación fecunda del Dante creara.
¡Las doce y media de la noche! Y allí sobre una acera de la tétrica
calle, donde los microbios sentaban sus reales, los infelices dormían
..., o sé hacían la ilusión de que dormían, porque, ¿es dormir el estar
echado sobre una acera cubierta del rocío de la noche, saturada de
humedad, con la suciedad que millares de zapatos habían depositado allí
por el día en el continuo ir y venir de afanadas personas?
Inquirí la causa de ésto. "Son gentes que por temor a perder el turno al
ir a comprar la leche cuotidiana de sus enfermos, se acuestan ahí,
frente al depósito donde se les vende, con precio usurario un líquido
sucio y viscoso que llaman '"leche"... y así ser los primeros en
conseguir el tan necesario alimento." ¡Qué horror!
Los había allí de todas las edades. Ancianos que por su aspecto sucio y
descuidado, se me antojaban ser cosas irreales; niños rubios con todo el
candor de la inocencia pintado en su rostro, los piecesitos descalzos y
la ropa rota ; zagales cuyas caras demostraban quizás el germen roedor
de la tuberculosis, en fin, todo lo triste, sucio y desgarrador que
pudiera uno encontrar en un libro de Eugenio Sué describiendo los
suburbios de París.
¿Y no hay remedio a este mal?, pregunté. No! No hay leche suficiente. ..
no se sabe por qué... pero el hecho es éste, no la hay!
Y mi imaginación se torturó pensando en un medio que sugerir para poder
remediar este mal. Vergüenza de Puerto Rico, y en particular de San
Juan, donde con la indiferencia del que vive bien, pasan los más felices
en en el carro eléctrico por el suburbio de Puerta de Tierra, viendo la
fila interminable de gente que en confusión se atropella, se empuja por
conseguir la leche necesaria, para un niño enfermo, que deja la madre en
la casa y sale a buscar algo con que conservarle la vida, cuando quizás
al retorno, al llegar ansiosa con el líquido sucio y viscoso, que le han
vendido como "leche" y solamente servirá para acelerar su muerte,
encuentra a su pequeño, inerme, sin vida... Es que Dios doliéndose de su
miseria lo ha llevado a otro sitio mejor donde no sea víctima de la
indiferencia humana...!
G. Navarro Fuentes.
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