En la madrugada de ayer,
domingo, y a la una y media de la misma, fue despertado el vecindario de
Puerta de Tierra, a los gritos de "¡fuego!" y a los disparos y silbidos
de la policía, anunciando la existencia de un incendio en una casa
vecina.
EL SITIO DEL SINIESTRO
La alarma de fuego fue advertida en esta capital, y acudimos presurosos
al sitio de la ocurrencia, para indagar detalles del siniestro. Cuando
llegamos, ya el fuego dominaba totalmente el almacén de "Wm. W. Garic y
Hno.", el cual está situado en la calle de San Agustín, 'esquina a la de
"Valdés", y parte del depósito de maderas que detrás de dicho
establecimiento poseen los Sres. "Aboy, Vidal y Compañía".
EL PELIGRO DE LA "WEST INDIA OIL CO."
Contiguo a la casa de "Garic y Hermanos" están los almacenes y depósitos
de la "West India Oil Company", y desde el primer momento se pensó en la
posibilidad de que el siniestro se extendiera a este establecimiento, lo
q. hubiera traído irremediablemente la destrucción total del barrio de
Puerta de Tierra. Las grandes existencias de gasolina y petróleo que
posee dicha compañía, representaban un gran peligro y una terrible
amenaza ante la proximidad de la conflagración. Con tal motivo, todos
los primeros esfuerzos se encaminaron a aislar la "West India Oil
Company" del fuego; y al efecto, se procedió a la destrucción de una
casa de madera que la separaba del sitio de la catástrofe. Gracias a los
esfuerzos de los bomberos, policía y público en general, y a la
admirable instalación, qué contra incendios, tiene la "West India", se
debió el milagro de que a estas horas existan en pie, libres y salvas,
el resto de las casas que componen aquel barrio.
LA PROPAGACIÓN DEL INCENDIO
Mientras, de un lado se hacían desesperados esfuerzos por detener la
propagación del incendio a los almanecenes de gasolina de la "West
India' por la calle de Valdés, hacia la entrada del muelle de San
Antonio, el voraz elemento seguía extendiéndose con la rapidez del
relámpago, destruyendo los almacenes y talleres de "Aboy, Vidal y
Compañía" y el establecimiento de la "Boston Molasses Company". En estos
momentos, una fuerte brisa lanzó las llamas sobre la manzana del
enfrente, tomando el siniestro proporciones alarmantes. La referida
manzana se componía en su totalidad de grandes y antiguos caserones de
madera, habitados cada uno por centenares de familias pobres, las cuales
corrían despavoridas, con sus muebles a cuestas, a refugiarse, a la
intemperie, en las esplanadas vecinas. El espectáculo que se
desarrollaba a nuestra vista era desgarrador e imponente. Aquellas casas
enormes quedaban convertidas en cenizas en menos de cinco minutos, y una
y otra y otra, hasta que toda una manzana de más de 35 casas era a las
pocas horas, una montón enorme de escombros humeantes. El fuego se
propagó a las casas que daban frente a la carretera, quemándose cuatro
de ellas.
LA OBRA DE SALVAMENTO
Pudimos notar, como desde los primeros instantes, se realizó rápida y
ordenadamente la obra de salvamento de los muebles y objetos de las
casas vecinas. Los soldados, los marinos de la estación inalámbrica,
todos los cuales trabajaron como héroes, ayudados por la policía,
bomberos y el público, desalojaron las casas, colocando los efectos en
sitio seguro. Una gran cantidad de "drums" y cajas de gasolina fueron
sacados de la "West India" y puestos en la carretera bajo la custodia de
un piquete de soldados. En los alrededores del muelle de San Antonio,
podía verse infinidad de montones de muebles y trastos, cada uno de los
cuales denunciaba a nuestros ojos la existencia de una infeliz familia
sin hogar en que albergarse.
MUCHAS DE LAS CASAS DESTRUIDAS ESTABAN ASEGURADAS
Además de infinidad de casas pequeñas que fueron destruidas y cuyos
dueños no nos fue posible averiguar, se quemaron las siguientes: Cuatro
casas pertenecientes a "Aboy, Vidal y
(Continúa en la pá. 3a.)
Compañía", una de las cuales estaba ocupada por "Wm. Garic y Hnos.",
estando aseguradas dichas casas y la maquinaria y existencias de los
Sres. "Aboy, Vidal y Compañía" en $110,000; una casa, asegurada en $1000
y un ranchón denominado "Las Mercedes", asegurado en $4,000,
pertenecientes a Mercedes Portell de Zeno; cuatro casas, aseguradas
$12,000, pertenecientes a Miguel Portell; 2 casas de Rafael Ojeda,
aseguradas, una en $500 y la otra en $1,200; 3 casas, dos quemadas y
destruida, aseguradas en $3,000, pertenecientes a Isabel Iglesias, y
toda una manzana, compuesta de varias casas dos pisos, entre ellas, una
que hacía esquina, construida de bloques, pertenecientes a la Sucesión
Miranda y las cuales estaban sin asegurar, debido que las compañías de
seguros no querían hacerlo por estar dichas muy cerca de la West India
Oil Company. Además de éstas, se quemaron otras, la de un pobre ciego
quincallero, llamado Marcelino Cardo quien no poseía otro tesoro que su
casita, y se salvaron milagrosamente tres casas de madera que quedan
frente a aquella en que se originó el fuego, un ranchón de los hermanos
Hostos y la casa número uno de la calle San Agustín, perteneciente a la
fábrica de hielo, quienes perdieron además, otra que estaba sin asegurar.
VARIOS HOMBRES HERIDOS Y UN NIÑO DE 15 DÍAS, MUERTO
Fue tal la magnitud de este siniestro que nos ocupa, que no podía faltar
una sensible desgracia que lamentar. Una infeliz madre que llevaba en
sus brazos, camino de la salvación, el fruto de sus entrañas, fue
arrollada por uno de los carros de bombas, recibiendo la criatura tan
fuerte contusión, que falleció casi en el acto. En el cuarto de socorros
fueron curados de
leves contusiones las siguientes personas: Manuel Díaz , Guillermo Ríos,
Catalino Fuentes, Ramón Alméstica, Fernando Meléndez, Rafael Santana,
Hipólito Angleró, Martín Canales,
Pedro y Pablo González. En el hospital de maternidad, además
|
|
de la madre del níño muerto
antes mencionado, cuyo nombre es Filomena Rodríguez de Frese, ingresaron
Cruz Fontanes, quien a consecuencias del susto recibido y por hallarse
en estado grávido, sufrió una fuerte hemorragia, y una niña de 5 años,
quién sufrió un ataque espasmódico.
Las pérdidas sufridas son hasta cierto punto incalculables, aunque
algunos son de oinión que las mismas ascienden a un millón de dólares.
Muchas fueron las familias que, debido a la turbación del momento,
perdieron todo lo que tenían, y otras que por encontrarse fuera de sus
casas no pudieron salvar nada. Entre las primeras, debe citarse de
nuestro buen amigo Enrique Contreras, quien tiene una numerosa familia
compuesta de ocho hijos, y cuya situación no es del todo satisfactoria,
perdió todo lo que poseía.
LA LABOR DE LOS BOMBEROS
Aún cuando muchas de las personas que se reunieron en el sitio del
suceso, censuraron la labor realizada por el cuerpo de bomberos,
nosotros nos atrevemos a afirmar, que los bomberos hicieron todo cuanto
estuvo a su alcance para conjurar el peligro, que hubo momentos en que
se mostraron sencillamente heroicos y que acudieron presurosos a los
sitios más comprometidos.
Ahora bien; en San Juan, no hay cuerpo de bomberos, el material
existente es inútil, no es para ser tenido por una ciudad de la
importancia de San Juan.
Sabemos que la nueva administración está tratando este problema y
nosotros nos permitiríamos indicar, que éste es un asunto que no
requiere dilación alguna, ya que en ello se juega nada menos que las
vidas y hacienda de toda la comunidad
LAS AUTORIDADES ACTUANDO
En el lugar de los acontecimientos, estuvieron, desde el primer instante,
el jefe de la policía, el Sr. Schettini, y oficiales a sus órdenes; el
Jefe de Bomberos, Sr. López Díaz, y el Comisionado de Servicio Público,
Sr. Travieso, quíenes prestaron su valiosa cooperación dirigiendo los
trabajos de extinción y localización del fuego. El Sr. Travieso, bien
temprano en la mañana, conferenció con el Gobernador acerca del problema
de alojamiento de las múltiples familias que están sin amparo. Nuestra
primera autoridad civil solicitó del coronel Jarvis la cesión de tiendas
de campaña, y le fueron negadas, alegando que para ello se hacía
necesario un previo consentimiento de las autoridades de Washington. En-
(Continúa en la página 4)
tonces Ios Sres. Travieso y Esteves, comisionado del Interior, quien
también se personó en el lugar del suceso desde el comienzo del fuego,
se hicieron cargo de resolver el problema, y consiguieron acto seguido
la cesión de 60 tiendas de campaña, las cuales fueron levantadas ayer
mismo en los terrenos de la liga insular de Puerta de Tierra. Para el
traslado de los muebles de las familias que conseguían casas donde irse,
el Sr. Esteves, logró la cesión gratuita de camiones, por parte de las
casas de comercio de Finlay, "Los Muchachos", y de don E. Amadeo,
contratista del Barrio Obrero. Además, la Junta del Puerto ofreció los
almacenes del Malecón para guardar los muebles que las familias en
desgracia no pudieran llevar a las tiendas de campaña. Frente al muelle
de San Antonio fueron inmediatamente levantadas las casas de campaña
usadas por la policía en la pasada huelga de los muelles. La Cruz Roja,
bajo las órdenes de su presidente, Licdo. Emilio del Toro, y secundada
por el Secretario Ejecutivo de la misma, coronel Mitchel, la
"head-nurse" Miss Kathleen D'Olier y el Sr. A. Montalvo Guenard, se hizo
cargo de atender a la repartición de alimentos y ropas a los más
necesitados. Las Sras. de Hutchinson y Brown repartieron almuerzo en sus
respectivas residencias, y el Sr. Travieso concedió un permiso para que
las tiendas pudieran vender ayer domingo provisiones para este fin.
El representante a la Cámara, Sr. Bird, manifestó a un redactor nuestro
que en la sesión de hoy, en la Cámara, se trataría el grave problema
planteado con motivo de la espantosa hecatombe sucedida, con el
propósito de buscar un remedio al conflicto. La Cruz Roja nos encargó
rogar a todas las personas que, quieran hacer donativos, se sirvan
enviarlo a dicha institución.
UN RASGO DE LOS MASONES
El Dr. Lippit entregó al Sr. del Toro $500 que la masonería donaba para
aliviar la situación.
LA IMPRESIÓN GENERAL
A presenciar los efectos del incendio han acudido millares de personas,
muchas de los pueblos cercanos, y en todos se nota la profunda impresión
que les causa, sobre todo cuándo miran el cuatro horripilante de
centenares de infelices que en, los alrededores del siniestro
improvisaban sus tiendas con sábanas y cobertores. Toda la capital ha
experimentado una enorme sensación ante este suceso, ya que otro igual
no se recuerda en la historia de las grandes calamidades que hemos
presenciado en esta población.
PROCEDER NOBILÍSIMO DE LOS "CABALLEROS DE COLÓN"
La orden de los "Caballeros de CoIón" ha dado asilo en la casa, que
ocupa en San Juan a unas cincuenta y cinco personas que quedaron sin
albergue en Puerta de Tierra.
Las generosas damas "Isabelinas" se han encargado de suministrarles que
comer.
Así nos informa el gran caballero de la orden, nuestro amigo el Licdo.
Martínez Alvarez.
|