Para saludar y festejar la llegada del señor
Barceló, como en otro lugar decimos, se congregaron en el muelle
número 1, dos o tres mil unionistas ardientes simpatizadores del
líder y del ideal independentista.
Después de tributarle el homenaje descrito, al bajar del barco el
señor Barceló y de pronunciar las breves frases que éste dirigió a
las multitudes que llenas de un ardiente entusiasmo le aclamaban, el
líder, unionista partió en auto hacia su hogar, acompañado de su
señora esposa y de sus amigos políticos más allegados.
Pero los unionistas congregados en los alrededores del muelle,
agitando banderas portorriqueñas y dando vivas a la independencia y
a Puerto Rico, deseando seguir en manifestación hasta la casa del
líder que acababa de llegar de los Estados Unidos, para demostrarle
al Gobernador—según decían—, que Barceló no era un jefe sin
ejército, como había dicho en sus discursos alrededor de la isla,
empezó a desfilar con rumbo a Santurce, en nutrido grupo, todos
dando hurras extentóreos y agitando en el aire la bandera de la
estrella solitaria.
El teniente de la Policía insular, señor López de Azúa, que se
hallaba acompañado de otros dos policías montados, a la entrada del
muelle desde el arribo del barco, trató de evitar que tal
manifestación tuviera efecto; pero la juventud ansiosa de llegar
hasta donde se hallaba el líder, le persuadió para que dejara en
marcha a los manifestantes, entre ellos algunos elementos
prestigiosos del Partido, dirigidos por el Representante a la Cámara
señor Tizol.
Así, pues, la manifestación siguió su camino, en medio de un gran
entusiasmo. El teniente López de Azúa señaló desde su caballo a los
manifestantes la calle del Comercio, como el sitio por donde debían
seguir, y aquellos obedecieron la orden, marchando por allí, para no
encontrarse en su camino con la otra manifestación pro-americana.
Al llegar a la parada 3, Plaza de la Lealtad, el teniente López de
Azúa se detuvo, instando a los manifestantes a que se disolvieran en
el acto; pero éstos le dijeron que querían ir a la casa de Barceló,
al Condado, que los dejara marchar hasta allí. El teniente se negó
varias veces y se entabló una discusión entre él, sus agentes y los
directores del gentío en marcha. Pero López de Azúa, párese que no
se hallaba dispuesto a transigir más y sacó su revólver, imitándole
un policía a sus órdenes: Los manifestantes entonces le gritaban:
dispara, dispara! Y un grupo más arrojado siguió adelante la marcha,
siguiéndole los demás. Desde allí entonces el teniente ordenó á un
subalterno que fuera en busca de refuerzos. Y ya la manifestación
por la parada 4 y media, llegaron como doce guardias, unos a pie y
otros a caballo. En esos instantes detuvo el suyo López de Azúa,
llamó a la policía que llegaba en su auxilio, y parándose amenazante
frente a los manifestantes, sacó de nuevo su revólver, en lo cual le
imitaron los demás subalternos y apuntando al pueblo gritó: ¡Vamos a
ver ahora si me van a obedecer! ¡Guardias, disuelvan esa
manifestación!. ... Y comenzó el lanzamiento de caballos contra el
pueblo, y el reparto de macanazos a granel . Los manifestantes se
pusieron en movimiento y se armó una confusión fenomenal. Del motín
resultaron heridos los siguientes ciudadanos, que fueron asistidos
en la Sala de Socorros de Puerta de Tierra por el practicante señor
Nicolás Sevilla.
Justino Oquendo, contratista, que vive en la calle del Sol No. 101,
San Juan, de una fuerte contusión en el tercio superior, parte
externa del antebrazo derecho; Plácido González, de oficio barbero,
que vive en la calle de San Sebastián No. 14, presenta también una
fuerte contusión en el hombro izquierdo y otra en la región
cervical. Estas contusiones fueran calificadas de leves, salvo
alguna complicación.
Santos Canales, bracero, que vive en Santurce, en la calle San Juan
No. 10, presenta una herida contusa de 5 centímetros de longitud en
la región esferoide, interesando el periostio del hueso. Esta es de
pronóstico reservado, por lo que hubo necesidad de pasarlo al
hospital. Los otros dos se trasladaron a sus casas.
Los policías que tomaron parte en este suceso, son: Enrique
Lasatílle, Guillermo Soldevilla, Isabel Matrero, Francisco Ocasio,
Antonio Santiago Alvarado, Domingo LugoToro, Víctor Emanuelle, Juan
M. Candelario y el teniente López de Azúa.
Por fortuna, debido a que entre los manifestantes no salió ninguna
arma a relucir, no se registraron ulteriores incidentes, que en
estos instantes daríamos que lamentar.
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