Visitaba
en la mañana del día, de ayer uno de los más bellos y majestuosos
edificíos escolares de la ciudad de San Juan destinados a esparcir la
fecunda simiente, que habrá de surgir fuerte, robusta, llena de vida y
de fe. Fui allí a apreciar, en todo lo que tiene de grande la labor ruda
y penosa de un simpático grupo de maestros portorriqueños y
continentales, que saben mantener vivo y latente el fuego purísimo del
entusiasmo, haciendo del cumplimiento de su deber un culto sacrosanto. Y
fui también a aquel sitio para admirar la obra grande, sublime y
redentora de ese abnegado mártir de todas las épocas, quien en sus
cotidianas tareas va dejando lentamente una gran parte de su preciosa
vida, consagrada a la misión más sublime y menos recompensada de todas
las actividades humanas.
Y antes de comenzar mi tarea tuve la honra de ser presentado a una
respetabilísima dama, que había ido a aquel sitio a solicitar la ayuda y
la cooperación, siempre entusiate y decidida de los maestros, para
ponerlas al servicio de la niñez huérfana, triste y desvalida.
Cruzáronse unas breves palabras de cortesía entre la distinguida dama y
el que estas lineas escribo y no pudiando aquella acallar por más tiempo
el estado angustioso de su noble corazón, me dijo con voz entrecortada,
temblorosos los labios y asomando a las ventanas de su alma abundantes
Iágrimas, que iban dejando, al surcar su rostro, las huellas, del más
intenso dolor. "LOS NIÑITOS DEL HOGAR INFANTIL TIENEN' HAMBRE". "En la
mañana del día de hoy carecían de alimento, pero un alma altruista y
generosa nos obsequió con una lata de alimento Klin, que sirvió para
apagar las torturas del hambre a sesenta inocentes criaturas. Yo
desearía que usted hubiese contemplado aquel cuadro triste y sombrío
desarrollado esta mañana en el Hogar Infantil, situado en el centro de
una de las más concurridas arterias de la ciudad de San Juan, en un
sitio en donde la vida se nos manifiesta inquieta, activa, llena de
vigor. Y alli hay también, por doloroso contraste, sesenta tiernas
criaturas, que carecen de alimento, de abrigo, de comodidad, de
bienestar en estos días alegres y sonrientes en que todo nos parece más
bello, en que la Naturaleza se nos presenta más hermosa y radiante, para
que los corazones se unan y estrechen en dulce aspiración."
Y pregunto ahora. ¿Es cierto que toda esa alegría del vivir no se
manifiesta con todo su esplendor en aquel humilde rincón en donde
sesenta criaturitas empiezan a arrastrar la existencia, sesenta
inocentes que han entrado en la vida faltándoles aquellos seres, que son
los únicos que saben apreciar y pueden sentir los horrores de la miseria,
de la desventura y de la horfandad?
Y referíame también la noble dama: que los Reyes Magos, se habían
mostrado este año, para con los niñitos del Hogar Infantil, duros, fríos
e implacables, pues al pasar en su vertiginosa carrera y el rudo sus
briosos corceles, cargados de juguetes, olvidáronse que, a la vera de su
camino, iban dejando en el más negro olvido a sesenta niñitos, quienes
se habían ida muy tempranito a sus camitas, en la víspera del tan
anhelado día de Reyes, pensando inocentemente que ellos también habrían
de encontrar, al surgir la aurora del nuevo día, y al lado de sus
cunitas, los tan esperados juguetes con que los Reyes premian a los
niños buenos.
LOS NIÑITOS DEL HOGAR INFANTIL TIENEN HAMBRE
He ahí en pocas palabras todo un poema de dolor, de tristeza y de
amargura escapado desde lo más intimo de un corazón grande y generoso,
que se ha impuesto la tarea de ir llamando de puerta en puerta, pidiendo,
mendigando algunas monedas para llevar a unas inocentes criaturas el PAN
DE CADA DÍA, monedas que en muchos casos se ofrecen con marcado desdén e
hiriendo, a la par, los mas íntimos sentimientos de los que, se han
impuesto el noble sacrificio de acercarlas.
Las condiciones económicas por las cuales atraviesa el HOGAR INFANTIL en
el sétimo año de su existencia no son muy halagadoras. ¿Casas? Pues, las
de todas aquellas instituciones caritativas que surgen y viven a
expensas de lo que voluntariamente se les ofrece por almas altruístas,
nobles y generosas, pero que no siempre tienen la fuerza de voluntad
necesaria para contribuir de una manera regular y metódica a la sagrada
obligación que se han impuesto. Hay que llamar muchas veces a la misma
puerta para que nos alarguen, con visible disgusto, para que nos tiren
al rostro, unas monedas, que deberíamos devolver en la misma forma, al
no habernos impuesto la pesada cruz de "sufrir con paciencia las
flaquezas de nuestro prójimo", en beneficio de la humanidad que necesita
auxilio y poderosa ayuda.
EL HOGAR INFANTIL adeuda a sus empleados los salarios del último mes,
adeuda también sesenta dólares a uno de nuestros Bancos; los niñitos
carecen de alimento, no tienen abrigos, sus camitas presentan un pobre
aspecto que conmueve el alma, y si no se allegan recursos para corregir
estas deficiencias se verá obligado a cerrar sus puertas para echar al
arroyo a pequeños e infortunados seres que no han cometido otro delito
sino "el haber nacido".
No, la ciudad de San Juan, no permitirá que tal cosa suceda. La ciudad
de San Juan, que siempre ha dado grandes pruebas de su gran amor y
compasión por la humanidad que sufre, habrá de acudir, una vez más, al
llamamiento que se le hace, para que asista a la fiesta de caridad que
habrá de celebrarse el viernes trece del corriente en el teatro
municipal con el laudable fin de allegar recursos, fiesta que tiende a
unir los corazones buenos, sencillos y generosos para la realización del
bien, del amor, del cariño y de la fraternidad, fiesta que se propone
envolver las almas buenas en el fuego sagrado y purísimo de la caridad.
Niños queridos de la escuela "Román Baldorioty de Castro"; en el sagrado
recinto de vuestra casa, en la oficina de vuestra principal, se
pronunciaron en la mañana de ayer, por una distingida y respetabilísima
dama, con lágrimas en los ojos y con voz entrecortada, estas aterradoras
palabras: "Los Niños del Hogar Infantil Tienen Hambre". Haced pues, que
esas fatídicas palabras se reemplacen muy en breve por otras más
sublimes, más bellas y más sugestivas, que hablen al espíritu para
decirle constantemente: LOS NIÑITOS DEL HOGAR INFANTIL, tienen alimento,
abrigo, comodidad, bienestar y solícitos cuidados; llamad
insistentemente al corazón de vuestros cariñosos padres y contribuid
también a la felicidad y alegría de aquellos niñitos, desprendiéndose de
algunos de los juguetes que os sobran para que ellos tengan, aunque
tarde, su día de Reyes, que tantas alegrías trae a vuestros corazones.
No hay que dudar que las almas generosas y desprendidas de la capital de
nuestra isla, no habrán de permitir que esos infortunados niños crezcan,
llevando el desaliento en el alma producido. Acercaos a ellos, niños
escolares, para brindarles vuestras alegrias, para caldear sus
infantiles corazones, al contacto de los vuestros, templados al calor
del más vivo y puro amor, y así juntitos cantad con voz dulce y sonora
un solemne himno que se eleve hasta el trono de Dios, a través del
espacio infinito, y del azul purísimo de nuestro cielo.
Celestino BENITEZ.
Juncos, P. R., hoy 11 de enero, 1922. |