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El Mundo
jueves 21 de mayo de 1936   p.9
En Honor a las milicias portorriqueñas

 

 

San Juan, Puerto Rico, Mayo 12 de 1936.
Coronel Luis Raúl Esteves, San Juan, P. R.

 Mi distinguido amigo:

He visto en EL MUNDO de hoy su carta al señor cónsul de España, tratando de conseguir las banderas que usaron las milicias portorriqueñas, y en la cual usted expresa que la Guardia Nacional, de la que es usted el oficial de mas alta graduación, se considera la sucesora de la citada organización militar portorriqueña constituida bajo la bandera de España, y que ésta aspira a ser digna depositaria de las glorias y tradiciones de sus antepasados. Que, con ese fin, añade usted además, no pierde ocasión de recordar a los hombres bajo su mando episodios y hechos de armas acaecidos durante el régimen de la vieja Madra España.

Como de tales echos, los que especialmente atañen a las referidas milicias portorriqueñas, seguramente han de ser los de su mayor consideración, por referirse a los antepasados de la institución que usted comanda, y recordando tener una relación de los muertos durante el sitio de los ingleses a San Juan en 1797, de los cuales la mayor parte de ellos eran milicianos, me permito incluírsela, por si usted no la tiene, permitiéndome sugerirle la conveniencia, ya que estos nombres heroicos casi yacen en el olvido, de que se levante a su memoría un monumento, o por lo menos se haga figurar en el cuartel de la Guardia Nacional de Puerto Rico, una placa de bronce conmemorativa, con los nombres de todos ellos y el motivo de su heroicidad.

La relación de referencia, que fue publicada hace 39 años, en 1897, cuando se celebró el primer centenario de aquella memorable epopeya, fue preparada por mi amigo el digno portorriqueño don Pedro de Angelis, quien con su paciente y constante labor, desenterró estos nombres de los viejos y apolillados libros parroquiales.

Esta relación publicada por el señor Angelis es el único homenaje hasta ahora, que sepamos, que han recibido estos distinguidos compatriotas que supieron muy gloriosamente en holocausto de la defensa de su patria y del cumplimiento de su deber, y nada más razonable, repetimos, que considerándole la Guardia Nacional la continuación de las Milicias Portorriqueñas, sea ella la que busque el medio de rendirles honor, ya que ellos tanto honor merecen.

Aunque los muertos con motivo de tal asedio a la ciudad por parte de los ingleses, montaron a 42, los nombres que a continuación aparecen, son solamente 34, faltando 8, que quizás pudiera hacerse alguna gestión por conseguirlos.

Del libro 13 de defunciones de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de nuestra Santa Iglesia:

Francisco Antonio Rosario: miliciano, natural de Río Piedras, de la compañía de Guaynabo, casado, hijo legítimo de Juan y Clemencía, murió de resulta de un balazo que recibió peleando en el Castillo de San Gerónimo.
Vicente Olivero: miliciano, natural de Mayagiiez, casado, hijo legítlmo de Manuel y de Francisca Castillo, murió de un balazo están de frente al enemigo.
Feliciano Román: miliciano, de Ponce, de la compañía de Toa Ba ja, soltero, hijo de Ignacio y Gertrudis Natal, falleció en el hospital de resulta de un balazo recibido en las trincheras.
Cristóbal Ortega: miliciano, natural de Estepona (Andalucía), de la primera compañía de esta ciudad, agregado a artillería, soltero, de 24 años de edad, hijo legitimo de Alón so y Mariana Rojo, murió de un balazo, en el puente de San Anto nio, y fue sepultado en el campo de San Gerónimo.
Marcos Marcelino de la Rosa: moreno libre, hijo de Antonio y Leonarda de los Santos, casado con Magdalena de la Rosa, falleció en el hospital de resulta de un balazo recibido estando en el campo de operaciones.
Felipe Rodríguez: soldado miliciano de la primera compañía de Guayama, natural de Ponce, soltero, de 26 años, hijo legitimo de Bernardo y María Valentín, murió en el hospital de resulta de un balazo que recibió.
José Manuel Atanasio, pardo, libre, de Toa Alta, casado con Juana Laureano, murió a causa de haberle pasado por encima una carreta que llevaba un cañón.
Casimiro de la Rosa, natural de Toa Baja, cabo primero de Milicias de aquella compañía, soltero, hijo legítimo de Francisco e Inés Morales, murió de heridas recibidas en el campo de batalla.

Ramón Belén, soldado urbano, de Bayamón, soltero, de 22 años de edad, hijo legítimo de Simón y Francisca, murió de un balazo que recibió durante el sitio.
Ramón Rivera, marinero, se ignora estado y naturaleza, murió en el Puente de San Antonio.
Juan negro esclavo de los herederos de don Juan Antonio Blasio, soltero, murió de repente a causa de un fuerte golpe que recibió trabajando en una de las lanchas cañoneras.
Juan Serrano: soldado urbano de las compañías de Arecibo, murió de un balazo recibido en el Puente de San Antonio, siendo sepultado su cadáver en la capilla del hospital. Nadie supo dar razón de su estado y naturaleza.
Nicolás Rapio: murió de un balazo, siendo enterrado en el tinglado.
Justo del Río: soldado urbano, murió de un balazo, fue enterrado en el Tinglado.
Luis de Matos: casado, se le encontró muerto en el campo de operaciones.
Antonio Pacheco: moreno libre, murió de un balazo recibido en Miraflores.
Francisco de la Concepción: matriculado, se ignora su estado y naturaleza, falleció de un balazo que recibió peleando en una de las lanchas cañoneras que hacían fuego al enemigo.

Isidoro del Valle: soldado miliciano, natural de Mayagiiez, casado, hijo legítimo de Fabián y de Francisca Vargas, murió al frente del enemigo, de un balazo que recibió, siendo enterrado en el cementerio.
Juan de Rivera, soldado miliciano, natural de San Germán, de la compañía de aquella villa, casado, hijo legítimo de Gregorio y Manuela Ortiz de Peña, murió de un balazo recibido estando en el campo de San Gerónimo, siendo enterrado allí mismo.
Félix Santiago, francés, murió de un balazo, y fue enterrado en el camposanto del Tinglado de esta capital.
Pedro Ramos, soldado miliciano de la segunda compañía del Partido de Ponce, murió de un balazo, siendo sepultado en el camposanto del Tinglado de esta capital.
José Figueroa, miliciano de la segunda compañía del Partido de Ponce, murió de un balazo, siendo enterrado en el camposanto del Tinglado de esta capital.
Felipe de Santiago, francés, herido en el Castillo de San Gerónimo, de un balazo, murió en el Real Hospital.
Juan Antonio Montalvo, natural de Añasco, soldado de caballería, herido estando en la trinchera, por un casco de bomba, murió en el Real Hospital.
Tomás de la Peña, moreno libre, murió de un balazo.

José Antonio Beltrán, moreno libre, natural de esta ciudad, murió de un balazo.
Miguel Ramírez de Arellano, de Añasco, soldado de caballería, murió de una bomba.
Antonio Ortiz, miliciano, murió de un balazo.
Crispín Valentín, miliciano de Añasco.
Juan Torrent, alemán de los pasados; murió en el Real Hospital.
Juan Climet, alemán de los pasados; murió en el Real Hospital.

Hasta aquí los que figuran en el Libro 13 de defunciones de nuestra Santa Iglesia Catedral.
En el diario del sitio de los ingleses se consigna en el día 30 de abril la muerte de don José Díaz, sargento mayor de Toa Alta, a quien una bala de metralla lo dejó sin vida estando en la orilla del Puente de Martín Peña, hasta donde había avanzado.

De otros documentos oficiales aparecen:
Juan Bruno de Rivera, paisano; su viuda Antonia del Águila, con seis hijos menores de edad y pobre; murió en acción del sitio. 
Felipe José Rodríguez, miliciano, murió de resultas de heridas de bala de cañón, que recibió el día 29 de abril, defendiendo el castillo del Puente de San Antonio.
Me agradará grandemente que pueda ser de algún interés para usted la preinserta relación, y si en algo más puedo servirle en relación con este asunto, ordene a su afectísimo amigo y S. S., 

Conrado Asenjo