Nuestra Isla es ampliamente conocida en el exterior por sus focos de arrabal. La Perla en San Juan es sinónimo de angustia, de sórdida pobreza, pozo de infecciones y enfermedades. La Perla tiene un nombre hecho en los anales de la criminalidad, porque el índice más elevado de vicio y criminalidad, en Puerto Rico, nace,.no ya meramente en La Perla, sino en el arrabal.
El arrabal es escuela de abyecciones,cátedra de incultura, jalón de enfermedades contagiosas, plasmadas en epidemias que abortan la salud y la higiene del pueblo. Y según menciono a La Perla, hablo del inmundo arrabal “Santo Domingo", en Arecibo, "El Fanguito", "San Ciprián", "Hoare" entre otros en Santurce, y "La Coal" en Puerta de Tierra, antros verdaderos de mal vivir, de absoluta cerrazón a nuestra vida normal y civilizada.
El arrabal es un trazo retrógrada en nuestra evolución; inhóspita buhardllla donde vegetan, mal viven y se agitan cientos de miles de nuestros compatriotas. El arrabal en Puerto Rico es un mal endémico; costra sangrante, que, como parásito, se ha pégado al cuerpo, con su mugre y pestilencia, y es máximo y superior el esfuerzo para curarlo. Se ha ido inyectando en la sangre del pueblo y del individuo, y parte del pueblo se goza y acepta su modo de vivir, y como si fuera un ente distinto, un algo diferente, ramonea a sus anchas, y se antoja hacer una vida independiente, desprendida de los focos ciertamente civilizadores. No todo el elemento encontrado en el arrabal responde a esta prerrogativa; los más ejercitan
su malévola predisposición sobre los menos, y éstos, que allí viven, se ven agarrotados y sumidos en el caos, por necesidad catrentes algunos de estímulos protectores y civilizados, otros de remedios económicos, y los demás, faltos de vigor emocional para desprenderse de la carroña que les consume.
El problema del arrabal en Puerto Rico irrumpe de muy lejos. No es mal moderno. Vino con la conquista de América, y solazándose con la dificultad y la pobreza se
fueron hinchando sus venas y corrompiéndose su cuerpo. Los escasos limites territoriales de Puerto Rico acuciaron el mal, y se agigantaron con el abandono que de las zonas rurales hicieron las masas campesinas, trasladándose a las ciudades, en pos de una mejor oportunidad de vida. El mayorazgo del lático inmune a la piedad, el latifundio, el despojo tiránico que de las humildes heredades hicieron por otro lado los poderosos, los desahucios violentos por los grandes fundos azucareros, extorsionando flagrantemente la ley y el orden, y el respeto a la humanidad cristiana, coadyuvaron: a la realización del arrabal en las zonas urbanas, especialmente, en las grandes y pobladas ciudades de Puerto Rico. Los
politicos de enana catadura moral, aguijoneados por la torva y descarada politiquería que siempre emanó el triunfo electoral, aumentaron las urbes ya ubérrimas, aunque de miseros contornos, de las zonas de arrabal, ya que por la conquista de un voto, ofrecían el vellocino de oro, a los incautos y a los ignorantes, obligándoles a emigrar desde las alturas del café y del tabaco
prósperos, a la costa preñada de harapos, y contagiadas de hambre, haciéndoles vivir desarrapados, en heteróclita promiscuidad, con indeseables, truhones, mujeres de mal vivir y transgresores de la ley.
Los campos se fueron silenciando, y el machete y la azada dejaron de tejer, con el canto madruguero del peón, el madrigal tonificante y rico, que sembraba de frutos el agro puertorriqueño. La rumorosa copla jibara, que se calzaba tempranera a la orilla del surco abierto para la simiente madura, se perdió en las abras, y se volcó, en bolero pueblerino, en tango trasnochador de bebedores de pitorro, en las callejuelas del arrabal. El mugido de la vaca que como canción de cuna lamía el horario del estanciero, y el poderoso quiquiriquí del manilo sobre la rama del mamey frondoso, irrumpiendo el pesado sueño del destripaterrones, ya no se oyeron
sino de tarde en tarde, porque el abandono de la tierra de altura por nuestros hombres, fué precipitado, acuciado falsamente por las frases del orador de barricada, o por la impiedad del mister norteamericano, o del español advenedizo que los forzaron a vender la yunta deybueyes, y a abandonar la tierra que les vió nacer, para irse a vaciar, como otra gota más de agua, en la maloliente y perversa vida del arrabal.
Las guerras que azotaron a Puerto Rico en el 1914 y en el 1942, hicieron su agosto, acabando de desprender del interior de la Isla a cientos de familias para acomodarlas en los arrabales. Y asi San Juan, nuestra ciudad capital, con una población de aproximadamente 325,000 habitantes,sin contar su población flotante,
tiene una tercera parte viviendo en arrabales. Los índices de la Autoridad
de Hogares de Puerto Rico producen cerca de 90,000 personas viviendo en la zona arrabalera de San y Santurce. Noventa mil personas desparradamas en dieciséis
arrabales inmundos, focos, pestilentes, con muy escasas y limitadísimas condiciones de higiene.
Hay famosos arrabales en Puerto Rico: "La Perla" y el "Fanguito", en San Juan; "Santo Domingo”, en Arecibo; "Portugués", en Ponce; "Israel”, en Río Piedras. En el Fanguito viven aproximadamente cincuenta mil personas, casi diez mil familias. En la Perla hay unas ocho mil personas, o aproximadamente mil seiscientas familias, en un perímetro de tierra que apenas si alcanza a las doce cuerdas. Ocho mil personas viviendo en menos de doce cuerdas de tierra, es algo inimaginable.
Hace ochos años escasos no había sino una mal trazada calle en la Perla, que apenas si cubría una octava parte del perímetro total de la población; ahora La Perla tiene varias calles que la circundan, pavimentadas en hormigón, y aquellos
senderos para transitar de uno a otro extremo, se han ido perdiendo en parte, ya que éstos eran por debajo de las casuchas algo lévantadas, ubicadas en la parte más baja del litoral, casi dentro del mar. La Perla actualmente está desapareciendo bajo la picota de la Autoridad de Hogares de la Capital. Este arrabal está dividido en tres sectores, a saber: Perla Vieja, Perla Nueva y San Miguel, y es aquí donde la Autoridad de Hogares de San Juan ha comenzado su demolición, adquiriendo por compra, sin llegar nunca a los mal vistos procedimientos de desahucio o expropiación, docenas de casuchas, que va demoliendo, para construir allí un moderno caserío, que esperamos se inicie
dentro de algunos meses. En la barriada de "La Perla”, la Autoridad de Hogares de la Capital levantará un proyecto de hogares para personas de escasos recursos económicos, donde se albergarán aproximadamente seiscientas familias. Las demás, que no puedan tener la fortuna de adquirir unos de estos apartamientos, se les dará cobija, bien en el caserío Puerta de Tierra, próximo a iniciarse por la Autoridad de Hogares de San Juan, y parte en los demás caseríos en construcción
y por construirse. Pero antes de seguir adelante, veamos qué son las autoridades de hogares a las cuales me he referido antes.
El problema del arrabal como antes hemos explicado, es y sigue siendo muy complicado, no ya sólo en la zona metropolitana, sino no casi todos los pueblos de la Isla, que más o menos han sufrido del horror cáustico de ver parte de su pobla
ción derrumbarse sobre una miserable pobreza, viviendo en una constante incertidumbre y contaminación, apretujados sus componentes unos con otros como bestias de carga, sin poder, la comunidad o su gobierno local, por las escasez de sus recursos, afrontar el problema. De aquí que, con la ayuda del Gobierno Federal, allá para mayo de 19i8, se crearan los Organismos llamados autoridad de hogares, siendo el más importante, por su capacidad y extensión territorial, la Autoridad de Hogares de Puerto Rico. Hay, además, autoridades de hogares en
San Juan, Ponce, Arecibo y Mayagüez, que son independientes, y autónomas, aunque trabajan afines con la de Puerto Rico, habiendo logrado hasta hoy una magnifica y
fecunda labor de eliminación de arrabales, y construcción de hogares para familias de escasos recursos económicos.
Dos de los más grandes y fervorosos lideres de este movimiento de eliminación de arrabales y construción de caseríos para la clase desheredada de las riquezas materiales, (por sus ingresos moderados y sus difíciles medios de vida), lo han sido y lo son, de una manera contundente y seria, don Luis Muñoz Marín y nuestro Gobernador, don Jesús T. Plñero. Y no decimos esto como mera propaganda politica. No es esa mi finalidad. Pero la mejor demostración la vemos palpable, a través
de siete años de Gobierno Popular Democrático, con una asignación efectiva de dieciséis millones de dólares, aprobada en diferentes piezas legislativas, y en distintos años. Esos fondos han ido a engrosar las arcas de las diferentes autoridades de hogares creadas por ley, y asi hemos visto, cómo, a través de la
Autoridad de Hogares de Puerto Rico, se han realizado las siguientes
obras:
Caserío Dr. Fco. Seín — Lares — 192 unidades.
Caserío Hato Grande — San Lorenzo — 176 unidades
Extensión Hato Grande — San Lorenzo — 24 unidades,
José de Diego — Aguadilla — 178 unidades.
Las Lomas — San Germán -- 100 unidades.
Manuel J. Rivera — Coamo — 112 unidades.
Ext. Manuel J. Rivera — Coamo — 32 unidades.
Salinas en Salinas — 304 unidades.
Ext, Salinas en Salinas — 28 unídades.
Benigno Fdez. García Cayey — 104 unidades.
Guaynabo (rasas modelo} Guaynabo - 8 unidades.
Antonio Roig — Ext. Humacao --125 unidades.
Proyecto de Arecibo -- Arecibo —248 unidades.
Amelia de Guaynabo - 626 unidades (para construirse.)
San José — de Río Piedras — 553 unidades,
Eleanor Roosevelt - solares — 329 unidades (construyéndose.)
Pesquera - - Bayamón -- 500 unidades (a construirse.)
Como antes expresara, las autoridades de Puerto Rico fueron organizadas y funcionan en relación directa con la Autoridad Federal de Hogares de Estados Unidos, y con fondos, en parte, procedentes de asignaciones federales. Veamos ahora, los proyectos de hogares construidos eon asignaciones combinadas
del Tesoro Insular y Federal.
Santiago Vevc Calzada - Fajardo - - Rural - 210 unidades.
Félix Córdova Dávlla — Manatí - Rural — 193 unidades.
Delgado - Caguas semiruar — 120 unidades.
José Mercado — Caguas - rural — 152 unidades.
Dr. Agustín Stahl - Bayamón — semi-rural - - 89 unidades.
Antonio Roig -- Humacao — rural - 200 unidades.
Manuel Corchado Juarbe - Isabela - rural — 170 unidades.
José de Jesús Esteves - Aguadilla — rural - 199 unidades.
Dr. López Sicardó — Rio Piedras - urbano - 256 unidades.
Arturo Lluberas — Yauco — rural — 227 unidades.
Dr. Coll y Tosté — Arecibo - urbano — 100 unidades.
José Severo Quiñones --Carolina - rural — 197 unidades.
Fernando Calimano - Guayama— urbano — 146 unidades (construyéndose.)
Rosendo Matienzo Cintrón — Cataño - urbano - 160 unidades.
El proyecto San José, en Río Piedras, del que hemos hablado antes, se compone de proyectos permanentes y los denominados "land and utility”, de tierra y servicio, o sea, provectos con aquellas condiciones mínimas de agua, servicio sanitario, luz, alcantarillado, repartidos estos servicios en solares de no menos de doscientos cincuenta metros cuadrados cada uno, para que allí las familias de ingresos moderados, bien puedan construir sus casas, o las trasladen de los arrabales. Por estos solares se pagarán cánones sumamente bajos, en tal forma,
que el desprendimiento de uno o dos dólares por cada jefe de familia no será nunca una dificultad para sus Ingresos. Esto solares no podrán enajenarse, ni venderse, o gravarse en forma alguna. La Junta de la Autoridad de Hogares de Puerto Rico, está estudiando la posibilidad de que estos solares sean vendidos, a plazos cómodos, y en cantidades mínimas, a cada jefe de familia que adquiera uno de ellos. Este proyecto San José acomodará no menos de seiscientas familias, o sea,
unas treinta mil personas, y tendrá, además, facilidades recreativas para los menores, salas de descanso, de maternidad y enfermería para las madres, centro comunal para lecturas, bibliotecas y reuniones, tiendas, espacios para centros religiosos y posiblemente algún espacio para cines u otras diversiones. En puridad
de verdad, la mayoría de los proyectos de hogares en las diferentes ciudades, ya construidos, tienen facilidades recreativas, centros comunales, salas de enfermerías y de maternidad, salones para clases y otras facilidades minimas. Según se ha pensado en la demolición de La Perla, y el traslado de sus habitantes
a otros sectores donde hay construidos o se construirán proyectos de hogares, El Fanguito desaparecerá en un esfuerzo combinado de las autoridades de hogares de Puerto Rico y de San Juan.
El proyecto San José, y el caserío "Extensión Las Casita", con cabida para seiscientas familias, en apartamientos permanentes, serán usados para limpiar,
por ahora aproximadamente treinta cuerdas de "El Fanguito”, a ambos lados de la carretera que conduce a Arecibo, antes de llegar, y hasta el puente denominado de Báscula, de la parada quince. El impulso que se le está dando a ambos proyectos nos hace creer que para principios del entrante año esta situación esté ya en franca solución. Después, se continuará la construcción del proyecto San José, que
en su totalidad, con el proyecto Amelia, en Guaynabo, para 626 familias, albergará, si no totalmente, casi la totalidad del arrabal El Fangüito, desapareciendo éste con toda su podredumbre.
La Autoridad de Hogares de la Capital ha adquirido por compra o expropiación todas las tierras asequibles en el perímetro de la zona metropolitana. Ha construido hasta ahora los proyectos de hogares "San Agustín" y "San Antonio", en Puerta
de Tierra: "Las Casas" y "San Juan Bautista”, en Santurce; este último, habiéndose terminado hace aproximadamente diez meses, y habiéndose llenado en sus ciento doce
unidades con habitantes del sector San Miguel, de La Perla, que empezó
a demolerse.
Este organismo está construyendo, como hemos informado anteriormente, el Caserío Extensión Las Casas, para seiscientas familias, y terminó, en la finca Borda, al final de la calle Loiza, el caserío para Veteranos, compuesto de ciento treinta
y dos unidades. En estas tierras, nuestra Autoridad erigirá un proyecto de hogares permanentes para albergar no menos de cinco mil familias, y como el de San José, tendrá todas las comodidades de pequeño y bien organizado pueblo. El día 27 de los corrientes, la Autoridad de Hogares de San Juan subastó el nuevo proyecto de hogares que se denominará "Puerta, de Tierra”. Se compondrá de más de quinientas
unidades permanentes, pero por ahora, y exclusivamente con fondos federales, descongelados recientemente, se construirán doscientas unidades, las otras deberán recibir ayuda federal, o insular, en asignaciones próximas. Aquí se albergarán
preferentemente los habitantes del arrabal denominado "Coal”, que que en el frente marítimo, en las cercanías de la linea de vapores Waterman. Allí pernoctan miserablementé unas ciento y pico de familias. Es un lugar inmundo, desgraciado,
enfermo de cuerpo y de alma. Es Una vista lamentable, ya que queda dentro del mismo corazón de San Juan.
Las autoridades de Ponce, Mayaguez y Arecibo no se han quedado atrás. Han iniciado obras y han terminado otras, resolviendo en parte sus diferentes problemas. La Autoridad de Hogares de Ponce ha construido basta ahora proyectos de hogares permanentes para 568 familias de escasos ingresos; ha construido 732 proyectos de los llamados de tierras y servicios y está construyendo 280 viviendas permanentes con fondos federales combinados con asignaciones nuestras.
La Autoridad de Hogares de Mayagüez ha construido 476 viviendas permanenies, 323 de tierra y servicios, y está preparando el nuevo proyecto de viviendas permauentes para 1,800 familias de escasos recursos económicos.
La Autoridad de Hogares de Arecibo terminnó su proyecto "Tanamá", recientemente ampliado, donde se han albergado innumerables familias, desgraciadas de la fortuna.
Y asi, alrededor da toda la Isla, desde Ponce a Humacao, desde San Juan a Mayagüez, como circundando a la tierra querida en un apretado cinturón de obras, el problema del arrabal se va eliminando, quedando en su lugar, para anatema de los que nada hicieron y ejemplo de los que habrán de seguirle sirviendo al pueblo noblemente, obras no sólo de duradera estructuración física, sino espiritualmente, poniendo a Puerto Rico en el escalón triunfante de pueblo progresivo.
Pero he aquí que estamos comenzando nada más. Este es el inicio. No podemos detenernos. La detención puede costamos la derrota, y la derrota, la superación definitiva del arrabal, que como podre irá abarcando el cuerpo de la Isla. El espectáculo más dolorosamente desgraciado lo ofrece San Juan. Sus dieciséis arrabales, como correa alrededor de nuestra Capital, quie aberrojarla, asfixiarla, nutrirse en su savia y sangre. La Perla, Coal, El Fanguito, Hoare, San Ciprián,
Checoeslavaquia, Shangai, son puñaladas traperas en el progreso colectivo
de nuestra dudad capital.
La labor, el esfuerzo no puede ser, no tiene que ser exclusivamente de parte del Gobierno. Este hace en parte, y es parte integral y eficiente, pero es a nuestro pueblo, noble, de ambiciones sólidas, a quien corresponde ayudar a atacar el mal;
ese mal que es vergüenza para todos, y que a todos denigra y ofende.
Atacando el arrabal, atacamos muy de cerca, posiblemente en su guarida, a la criminalidad, a la vagancia, a la transgresión de la ley contumaz y provocativa, a las epidemias, la tuberculosis, la malaria, la tifoidea. Para resolver en su raíz este problema, se necesitan esfuerzos aunados de todas las clases sociales de Puerto Rico, el tesón titánico de los esforzados; el espíritu emprendedor y valiente de los no claudicantes, y sobre todo, dinero. Más de cien millones hacen falta. Se dirá que es mucho, pero es mucho mayor el mal, y aunque no esperamos
que en pocos años se resuelva el problema, cada año, hemos logrando en forma substantiva, ir decreciendo la causa y los efectos de esta plaga.
El grito de hoy, mañana, de siempre, debe ser, atajar el arrabal; terminar el arrbal; atajarlo primero como cauce sin frenos, luego terminarlo. Y yo, desde esta tribuna amiga de EL MUNDO, clamo por la ayuda de los puertorriqueños, para detener primero y liquidar luego, definitiva y lotalmente, el problema del arrabal.
Que mi voz no se pierda en el abandono de mi pueblo. Es tan serio el problema, que precisa que mi voz, sea la antena y el corazón de los cientos de miles de puertorriqueños que no viven ni padecen del mal del a arrabal, y en beneficio de
los cientos de miles de nuestros compatriotas que, abandonados de todos, todavía, creyentes en Dios, confian en la bondad, y en la pureza de amor cristiano, de sus semejantes.
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