Sábado, 12 de noviembre de 1960. Pag. 10
Suplemento Sabatino
Hablando con Lorenzo Homar
Exhiben sus Obras en Instituto Cultura
Por Lillian Skerret de Torres | (Especial para EL MUNDO)
Hablar con Larry Homar es aprovechar el tiempo,
Hemos conversado cerca de dos horas y he comprendido más acerca de la
pintura que si hubiera leído un tratado durante
una semana completa. Con palabras y gestos sencillos Homar me vá
describiendo su desenvolvimiento en el arte de la pintura, donde ha
alcanzado el reconocimiento unánime como uno de los mejores pintores
puertorriqueños. Nacido en San Juan, Lorenzo Homar se trasladó muy joven
a Nueva York, donde por feliz coincidencia, obtuvo trabajo en la famosa
casa de joyería “Cartier”.
“Comencé de aprendiz en Cartier para el 1937, y la disciplina que
adquirí en ese trabajo me ayudó a desarrollar mi natural vocación por el
diseño y la pintura. Visitaba asiduamente los museos de Nueva York, y me
enfrascaba en el estudio del diseño, tanto oriental como occidental, a
través de la historia. Al convertirme en orfebre, apliqué el arte del
diseño a diferentes medios: de aquí nació mi inclinación hacia el
grabado en metal. Luego fuí ascendido a diseñador de joyas, puesto que
ocupé hasta 1950. Francamente, que estos años de trabajo artístico me
ayudaron tanto como los que empleé en cursos rigurosos de pintura y
grabado. En Estados Unidos tuve la fortuna de conocer personalmente a
muchos pintores jóvenes que han sobresalido en el arte contemporáneo, y
tuve por maestros a Tamayo, Osber, y Peterdi, entre otros”.
Homar me cuenta cómo, al volver a Puerto Rico, se dejó absorber por el
elemento puertorriqueño; “La naturaleza y el elemento humano de mi
propio país me ayudaron a encontrarme a mí mismo. Creo sinceramente que
un artista llega a desarrollarse plenamente en el ambiente que conoce,
en aquél que es parte de su propio ser: de este modo, sus obras son
expresiones personales, no copias de obras ajenas.”
Hablando de la pintura en general, Larry Homar opina que muchas personas
se enredan al hablar literariamente de ella. "Ya sea pintura realista o
abstracta, siempre hay un elemento imprescindible; la pintura en sí, o
sea, la aplicación de pigmentos en una forma plástica. La calidad no se
basa en los “ismos”, la buena pintura se impone por sí misma, no importa
a qué escuela o modalidad pertenezca.Y esto se aplica la pintura igual
que al grabado y al diseño. Lo primordial es tratar el arte hasta el
fondo, no superficialmente, dar lo más posible con los elementos que
ayudan a forjar una obra de arte”,
ARTES GRÁFICAS
La palabra “grabado” trae una secuencia aclaratoria: “Creo que en el
campo artístico, la pintura y el grabado tienen igual importancia.
Debido a nuestra situación en Puerto Rico, ha sido factible para los
artistas de aquí poderse ganar la vida como tal, pero ha sido
principalmente a través de las artes gráficas, y no de la pintura pura.
El cartel, la ilustración de libros y el diseño tipográfico son los
medios de sostenimiento de muchos artistas contemporáneos, quienes han
logrado perfeccionarse en dichas fases del arte, pero lo curioso es que
nunca han puesto en pugna la pintura y las artes gráficas, ya que los
grandes artistas de Puerto Rico aman la pintura y la practican, a veces
en sus horas de descanso y hasta altas horas de la noche, mientras
dedican sus horas de trabajo diario a los talleres de artes gráficas”.
Aprovecho el giro de la conversación para insinuar una pregunta: ¿Como
ve él la situación de los artistas en Puerto Rico? “En el mundo entero
cada país se enorgullece de sus propios artistas; las clases compran las
obras de sus pintores y la conservan en colecciones privadas o las donan
a los museos de su propio país; de este modo se estimula el talento y se
ayuda económicamente a los artistas, de modo que puedan vivir de su
arte. Pero en Puerto Rico no hemos alcanzado todavía ese orgullo patrio;
muy pocas personas se interesan por adquirir las obras de nuestros
artistas. He notado que los ex tranjeros que conviven con nosotros
tienen más interés en coleccionar obras puertorriqueñas que nosotros
mismos. Es Una lástima, porque algún día los puertorriqueños se darán
cuenta que nuestros artistas están produciendo verdaderas obras de arte;
la prueba está en que los carteles enviados a diversas exposiciones en
el extranjero han sido aceptados, y compiten con los grandes maestros
del cartel hoy en día”.
Entramos en una de las fases más interesantes del arte en Puerto Rico:
el cartel, que ha logrado destacarse como un medio artístico de
expresión individual. Lorenzo Homar es un enamorado del cartel, y su
entusiasmo se desborda mientras habla: “Puerto Rico posee un material
riquísimo para ofrecer a sus artistas: sus paisajes, sus costumbres, sus
tipos y y caracteres. Por eso el cartel puertorriqueño posee
individualidad propia, sin imitar el de ningún otro país. Como dije
antes, nuestros carteles han obtenido reconocimiento internacional, como
lo demuestra la exposición en el Museo Real de Ontario, celebrada en
junio de este año, donde todos los carteles enviados por artistas
puertorriqueños fueron aceptados compitiendo con miles de carteles
sometidos por otros países. De Ontario pasó nuestra colección a la
Columbia Británica, y ahora en noviembre va a formar parte de la
exposición en Montreal, la cual consta de 550 carteles representativos
de 80 paises. Esto demuestra que en Puerto Rico se ejecuta el cartel con
la misma integridad con que se pinta un cuadro, de ahí su alta calidad,
que lo hace resaltar en cualquier parte".
Le recuerdo a Homar que sus propios carteles, además de figurar en las
exposlciones ya mencionadas, han sido destacados en dos ocasiones por el
Anuario Internacional de Carteles, publicación muy acreditada que se
edita en Suiza. "Sí, y me siento muy complacido, porque para mí el
cartel tiene un hondo significado: es indicio del progreso cultural de
un país, porque le dice al visitante lo que está ocurriendo en ese país.
En Puerto Rico, por ejemplo, se ha hecho notable la cantidad de carteles
artísticos que anuncian conciertos, exposiciones de pintura, de
escultura; concursos de trovadores, de instrumentos típicos, de tallas
de "santeros"; festividades navídeñas, festivales de teatro, de música;
en fin, todas aquellas actividades que ayudan a desarrollar la cultura
de un pueblo. El cartel es una síntesis de color y elementos que llama
suficientemente la atención para que el público se interese en saber de
qué se trata. Este medio de comunicación es bastante antiguo, y fue
elevado al plano artístico por pintores de la talla de Toulouse-Lautrec,
Picasso, Matisse, Bonnard, quienes lo reconocieron como un gran medio de
divulgar el arte universal.
Homar me informa que el hecho de imprimr principalmente en
serigrafía("Silk aereen") los carteles de Puerto Rico, es una de las
causas que contribuyen a su alta calidad. "El artista puede tener bajo
su propia supervisión el proceso completo desde el diseño y la
aplicación de colores, hasta la impresión final, pues trabajando en el
taller de serigrafía, tiene la oportunidad de corregir y perfeccionar
la obra personalmente, en vez de entregar su boceto en manos extrañas
para el procedimiento técnico. Los talleres de artes gráficas de la
División de Educación de la Comunidad y del Instituto de Cultura
Puertorriqueña han contribuido notablemente al desarrollo de este arte
en Puerto Rico, y nos alegramos que la Universidad de Puerto Rico haya
iniciado también sus propios talleres".
Pasamos a hablar especificamene del Taller de Artes Gráficas del
Instituto de Cultura localizado en el edificio anexo al mismo.
Próximamente este taller cumplirá tres años de haber sido establecido,
organizado desde sus principios por el propio Homar, quien habla con
orgullo de los grandes logros realizados, con la cooperación de Avilio
Cajigas, Luis G. Cajiga y Ramón Alicea, y últimamente de Francisco
Rodón. "El Instituto de Cultura Puertorriqueña desea encauzar este
taller hacia una escuela práctica, donde ofrezcan curso sobre grabado en
general, incluyendo grabado en relieve, litografía y grabado intanglio,
además de dibujo, tipografía y serlgrafia. Pero esto no podrá realizarse
mientras las condiciones fisicas y la falta de espacio no lo permitan,
pues actualmente somos muy pocos y apenas tenemos sitio para movernos,
trabajar, y almacenar las obras que producimos en el taller. Estamos
todos tan ocupados en realizar trabajos del propio instituto, que no
podemos alentar a aquellas personas que sólo tomarían clases por pura
distracción. Los pocos discípulos que admitimos tienen que ser artistas
con ínterés profesional, es decir, verdaderamente interesados en abrirse
paso en su profesión".
He palpado personalmente la intensldad del trabajo en este taller
gráfico que diríge Homar, y el entusiasmo con que laboran todos a su
alrededor. El propio Homar me da la clave de este, entusiasmo; "El
taller es vivo en el sentido de que continuamente hay algo sin proceso
de realizarse: ya sea un cartel, o unas ilustraciones, o el diseño para
un libro, y todos están al tanto de lo que
se lleva a cabo. Así, todos se percatan de los diversos medios
empleados, y se dan cuenta de cómo puede mejorarse una obra hasta
perfeccionarla. Cuando uno de los discípulos comienza un trabajo, ya sea
propio de él o para el Instituto, tiene por delante dos objetivos: uno
puramente personal, que se traduce en dar dé sí todo lo mejor, y otro,
ajeno, que es, pertenecer a un taller de reconocido mérito, por lo que
debe mantenerse al nivel de dicho taller. Esto en sí es un incentivo,
pero no quiere decir que se le imponga una idea al comenzar su por el
contrario, dejamos al jóven en libertad de escoger su propia idea,
limitándonos a aclarársela y aconsejarle para que mejore lo que ya él
tiene en su mente. Trabajando en compañía de artistas disciplinados, el
jóven alumno adopta a su vez normas de disciplina, y recibe consejos que
lo ayudan a progresar hasta alcanzar su plenitud.
Este en realidad es el ideal de nuestros talleres: la formación y el
aliento para el talento natural de muchos jóvenes puertorriqueños que no
pueden realizar sus aspiraciones por sus propios medios.
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