El Archivo es el depositario
oficial de los documentos públicos y está
encargado de custodiar, preservar y divulgar las
fuentes de información primaria que dan fe del
acontecer político, social, económico y cultura
del pueblo puertorriqueño./Ricardo Ramírez |
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El Archivo
General de Puerto Rico
Memoria de nuestra nación
domingo,19 de junio de 2005
Ramonita Vega
Especial El Nuevo Día
La celebración de los cincuenta años del
Instituto de Cultura Puertorriqueña la identificamos con la figura
del Dr. Ricardo Alegría, su primer director ejecutivo. El Dr.
Alegría ha expresado que los inicios de la institución en 1955
correspondieron al interés del entonces gobernador Luis Muñoz
Marín, por la cultura.
No obstante, es en don Ricardo en quien recavó la responsabilidad
de establecer una política cultural. Según el Dr. Alegría, en ese
tiempo se buscaba un balance ante los avances industriales, el
fomento social y económico y la sensación de que las costumbres
del país se estaban perdiendo. En entrevistas para el libro
recientemente publicado La semilla que sembramos, del profesor
Pedro Reina, don Ricardo se refiere a la cultura nacional que el
Instituto fue sembrando en los pueblos de la isla.
A nuestro juicio, antes del Instituto no existía una conciencia
plena de este pueblo como nación. Esa ha sido una contribución
fundamental, como parte del reconocimiento de nuestra identidad
como pueblo diferenciado de otras naciones, y que muchos
reconocemos con orgullo. Es a través del Instituto que se protegen
las diferentes manifestaciones de la cultura, como las artesanías,
las artes plásticas y el patrimonio edificado, entre otras. Es
indudable el impacto que ha tenido el Instituto de Cultura
Puertorriqueña en la vida cultural del país.
En el campo de la historia cabe destacar la importancia que ha
tenido el Archivo General de Puerto Rico, adscrito al Instituto de
Cultura Puertorriqueña. Mi experiencia en el Archivo General de
Puerto Rico en la década de los 80, como archivera, luego como
asesora, me permitió ser testigo de una parte del proceso en aras
del servicio público. En esa época había mucho entusiasmo en el
Archivo por superar las vicisitudes que afloraban en el ambiente,
comenzaron los interminables trabajos de rehabilitación del
edificio, el cual fuera construido en las postrimerías del dominio
español como Hospital y en el siglo XX llegó a ser cárcel,
tabacalera y antes de su habilitación como archivo fue sede de una
destilería.
A comienzos de los 80 en el archivo había un gran anecdotario de
los trabajos que realizaba el Instituto: las bienales, los
conciertos, los festivales teatrales, las ferias de artesanía, los
seminarios de capacitación, las conferencias, el reconocimiento a
nuestros artistas, el apoyo a nuevos talentos, el rescate de
documentos. En este último renglón le correspondía al Archivo una
participación más activa. Como resultado, la investigación
histórica se nutrió de todo tipo de fuentes primarias, y aún
continúa en búsqueda de recursos que faciliten la investigación y
la conservación de sus fuentes.
El Archivo General de Puerto Rico, aunque adscrito al Instituto de
Cultura Puertorriqueña, tiene una misión de gran envergadura, de
tanta pujanza como la de su sede. El Archivo es el depositario
oficial de los documentos públicos y está encargado de custodiar,
preservar y divulgar las fuentes de información primaria que dan
fe del acontecer político, social, económico y cultura del pueblo
puertorriqueño.
La Comisión asesora del Archivo General de Puerto Rico, de la cual
soy miembro, está en búsqueda del consenso legislativo para
obtener una separación fiscal y administrativa que pueda
viabilizar sus funciones. La Comisión tiene ante sí la revisión de
la ley que crea el Archivo y que dispone de los documentos del
gobierno y próximamente someterá un proyecto de ley para conseguir
su autonomía fiscal, aún adscrito al Instituto, en preparación
para su eventual emancipación. En el futuro, el Archivo fungiría
como entidad autónoma, a la cabeza de un sistema nacional de
Archivos. De modo que la semilla, en el fomento de la
investigación y la divulgación del acervo histórico documental de
nuestro país, seguirá dando frutos.
(La autora es profesora y directora de la Asociación de Museos de
Puerto Rico.)
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