Dicen que la edad es solo un número y de eso puede
hablar doña Paquita Fuentes, quien lució reluciente en un taller de
bomba, en el cual bailó pegadita a su andador, muy coqueta y sonriente a
sus 104 años.
Solo bastaron los primeros toques para que la encantadora corozaleña
moviera su cuerpo al ritmo del tambor, ataviada con turbante, blusa y
falda blanca, sin obviar el collar rojo que hacía juego con sus labios
pintados del mismo color.
Junto a doña Paquita, había cerca de una veintena de residentes del
Hogar Nuestra Señora de la Providencia en Puerta de Tierra, San Juan,
quienes se gozaron las seis clases ofrecidas por el gestor cultural y
músico Pablo Luis Rivera Rivera y la Fundación Felisa Rincón de Gautier,
como parte del proyecto Bomba de Oro.
Con su mente clara y respuesta espontánea, la fémina criada en la
capital desde los tres años aseguró que "me ha ido muy bien, me
encanta".
"Soy feliz. Yo soy una persona que me encanta la música, me encanta el
baile. Para mí es lo mejor. Después que sea música... olvídate; la
bomba, plena, el tango, todo. No había bailado antes. Esto fue una
sorpresa, yo estaba vestida para bajar", dijo la también poetisa al
aclarar que "voy a cumplir 105 el 22 de octubre".
"A mí siempre me gustaba la música y yo quería ser bailarina. Cuando yo
tenía tres años, me acuerdo que decía: 'Cuando yo sea grande, artista
seré, bailaré bonito, en la punta del pie", continuó al relatar su
historia a carcajadas.
A su lado estaba Rosita Ferrer, una arecibeña de 95 años, que no paraba
de decirle a Paquita: "Lo bonita que te ves".
"Esto es una experiencia muy linda, nueva, conocer parte de la cultura
de mi tierra y eso es importante. Yo no conocía prácticamente nada de lo
que me enseñaron. (Ha sido) un aprendizaje, una lección".
Por su parte, el profesor Rivera Rivera describió el proceso de
compartir sus conocimientos con estos inquietos alumnos que "preguntan y
están bien pendientes a todo".
"La experiencia ha sido extraordinaria. Es como una enseñanza
maravillosa en un proceso de vida distinto en la tercera edad y ha sido
estupendo el interés que ellos muestran. Anotan, preguntan, están bien
pendientes. Básicamente no me dejan ir, porque siempre están
preguntando", relató el hombre de 46 años. Para impartir sus clases,
Rivera llevó los instrumentos tradicionales: tambor de bomba, una maraca
y los cuas.
“En este caso, pensamos en el tambor de bomba como doble función: del
buleador que mantiene el ritmo constante, pero también, utilizamos como
primo o subidor cuando se marcan los pasos de las personas que bailan.
Tenemos la maraca tradicional hecha de higuera y también los palos, los
cuas, que se repercuten en el costado del tambor y todo eso hace la base
rítmica de la bomba”, explicó el profesor de la UPR y director del
proyecto Afro Legado.
“Las historias que me han contado han hecho que ellos recuerden
experiencias en sus vidas. Ha sido algo edificante y que nos ha dado la
oportunidad de reencontrarnos con una generación que necesita este tipo
de actividades. Necesitan encontrarse con su cultura y nunca es tarde
para aprender”, apuntó.
De acuerdo con la directora ejecutiva Fundación Felisa Rincón de Gautier,
Hilda Rodríguez Jiménez, el taller de bomba fue parte de los esfuerzos
ejecutados en cuatro hogares de la tercera edad, incluyendo dos en San
Juan y otros en Ponce y Hormigueros.
“Fueron diversos talleres; cada 10 semanas tenían un taller nuevo. Hoy
están terminando el cuarto taller. Tomaron taller de manualidades, de
bomba y de manejo de emociones. Los primeros dos talleres se dieron de
manera virtual para que compartieran su experiencia y ventilaran sus
preocupaciones por la situación de la pandemia”, manifestó sobre el
proyecto que recibió fondos de la Fundación MMM.
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