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El
ex preso político, Carlos Alberto Torres, se
mantiene junto al féretro de la líder nacionalista
Lolita Lebrón, a la llegada de éste al Ateneo
Puertorriqueño./Carla
D. Martínez, El
Nuevo Día |
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Despiden a "Lolita"
lunes,
2 de Agosto de 2010
Llegan hasta el Ateneo cientos de personas
Por Ricardo Cortés y Osman
Pérez / El Nuevo Día
Con un coro de
voces entonando el himno revolucionario fue recibido anoche en el
Ateneno Puertoriqueño el cuerpo de la líder nacionalista Dolores
“Lolita” Lebrón Sotomayor, quien murió ayer luego de batallar
contra una condición cardiopulmonar.
Unas doscientas personas se arremolinaron frente al emblemático
edificio del Viejo San Juan, cuya bandera estaba a media asta. Su
fachada estaba cubierta por otras dos grandes banderas, una de
Puerto Rico y la otra del Partido Nacionalista.
El velorio se llevó a cabo siguiendo los deseos de la propia
Lebrón Sotomayor, tal como los plasmó en un escrito notarizado,
según explicó Linda Alonso Lebrón, sobrina de la dirigente
nacionalista.
A las 9:42 p.m., cuando ya la fila que le aguardaba se extendía
hasta la contigua Casa Olímpica, un grupo de mujeres se tomó de
las manos para recibir a la comitiva que traía el cuerpo de la ex
presa política. Arribó, sin que nadie lo esperara, contrario al
tráfico, como en un último acto de desobediencia contra lo
establecido.
“Lolita Lebrón, ejemplo de valor”, gritaron a coro los presentes
una vez el féretro fue llevado al interior del Ateneo. “Viva
Lolita, que viva Lolita”.
“Puerto Rico necesita mujeres como Lolita”, continuaron gritando,
mientras adentro se acomodó un pequeño altar, frente al cual se
ubicó el féretro.
El presidente del Ateneo, José Milton Soltero, entregó
póstumamente a Lolita la medalla más importante que otorga la
institución, la que le fue colocada a Lolita sobre su vestimenta
rosa.
Pasadas las 10:00 p.m. el público comenzó a desfilar para
despedirse de Lolita, mientras la fila se mantenía afuera. Al
cierre de esta edición la gente desfilaba aún por el Ateneo, que
se mantendría abierto mientras hubiera personas con intención de
despedirla.
Hoy, al mediodía se llevará a cabo una misa en la Catedral de San
Juan y luego sería enterrada en el Cementerio de San Juan.
Antes de llegar al Ateneo, a las 7:00 p.m. había comenzado su
velatorio con una misa en la parroquia San Lucas en la
urbanización El Señorial de San Juan. El cuerpo de Lebrón llegó
allí en un ataúd de madera cubierto por la bandera de Puerto Rico.
En el lugar estuvieron presentes dirigentes del Partido
Independentista Puertorriqueño, amigos y familiares.
El último año, la mayor parte de las energías de la ex prisionera
política giraron en su lucha contra la condición, la que se
complicó con una arritmia y una pulmonía, que finalmente, a eso de
las 11:05 a.m. de ayer acabó con su vida.
Según la doctora de Lebrón, Loyda Campos, hace un año que la
afección cardiopulmonar que padecía se agudizó, lo que causaba
recurrentes hospitalizaciones. Hace dos semanas fue la última
recaída. En la noche del sábado el cuadro clínico se complicó y
Lebrón perdió el conocimiento.
La sobrina de la dirigente nacionalista, señaló que de camino al
hospital, Lebrón se manifestó preocupada porque “no se estaba
haciendo nada por la independencia”.
“Ella murió con la esperanza de que algún día Puerto Rico fuera
libre”, dijo Tere Lebrón, otra de sus sobrinas. Su vida se
concentró en la lucha por alcanzar ese ideal.
Lolita Lebrón, junto a Cancel Miranda, Irving Flores y Andrés
Figueroa Cordero tirotearon el Congreso de EE.UU. el 1ro. de marzo
de 1954.
“¡Yo no vine a matar a nadie, yo vine a morir por Puerto Rico!”,
gritó Lebrón tras ser arrestada por el ataque. Entonces, Lebrón
señaló que lo hicieron para denunciar el estado colonial de la
Isla. Por los hechos cumplió 25 años de cárcel.
Lebrón tuvo dos hijos. Ambos murieron antes de que fuera indultada
en 1979.
A su regreso a la Isla, Lebrón continuó con su lucha. Pero ya en
esa etapa Lebrón había dejado a un lado las demostraciones con
armas a favor de la independencia y recurría a métodos más
pacíficos que, no obstante, también la llevaron tras las rejas.
Específicamente, Lebrón cumplió 60 días de cárcel por realizar
desobediencia civil en los terrenos militares en Vieques.
“Era una mujer con una fortaleza enorme que la hacía superar las
crisis. Su fe fue lo que la hizo sobrevivir los días más duros en
prisión”, dijo su viudo, Sergio Irizarry.
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