Capitolio de Puerto Rico |
Alto al derroche legislativo en
detrimento del pueblo
El Nuevo Día
EDITORIAL
Lunes, 25 de enero de 2O21
Que la Cámara de Representantes de Puerto Rico haya tenido que
desembolsar casi medio millón de dólares para satisfacer las
liquidaciones por vacaciones y días por enfermedad no utilizados
por empleados de confianza que dejan ese cuerpo, es una muestra
de la necesidad de rectificar sus métodos de compensación y
administrar como es debido los fondos que les provee el pueblo.
El Nuevo Día daba a conocer, este pasado jueves, las sumas
astronómicas que recibían los empleados de confianza, a quienes
en el pasado se ha incentivado para que "tomen tiempo
compensatorio" por las horas extras trabajadas, gracias a lo
cual mantienen intactas sus licencias de vacaciones y llegan a
acumular, en algunos casos, hasta 6o días por tal concepto.
A la hora en que dejan sus puestos de trabajo, debido al cambio
de gobierno, a los empleados legislativos de confianza se les
hacen altas liquidaciones, ya que se juntan, en exorbitantes
cantidades inexplicables, los días por vacaciones y enfermedad
acumulados.
Tan solo siete personas de la oficina del expresidente de la
Cámara, Carlos "Johnny" Méndez, se han repartido más de
$221,000, todo un golpe a las finanzas públicas en tiempos de
crisis. Es significativo que el ayudante especial de Méndez, el
exrepresentante José "Ñuño" López, haya recibido una suma de
$67,038, sin olvidar que su salario como ayudante de Méndez
ascendía a $150,000 anuales. No muy lejos está la exdirectora de
la Comisión de Gobierno que presidía el legislador Jorge
"Georgie" Navarro, Thais M. Reyes, quien dejó la Cámara con un
jugoso emolumento de casi $59,000. Y pisándole los talones, con
una compensación de más de $51,000, Nélida Colón, quien fuera
directora de la oficina de la derrotada representante Jacqueline
Rodríguez.
No es en absoluto ético que en momentos en que se negocian los
términos del pago de la deuda del país, y existe gran zozobra
entre los pensionados y los empleados públicos, se premie a los
que ostentaron cargos de confianza con unas sumas que ni
siquiera en sueños ha visto la mayoría de la población.
Las sanas políticas gerenciales hace tiempo recomiendan que los
trabajadores no acumulen demasiados días de vacaciones, en
primer lugar, porque se considera que esas personas, por su
propio bienestar, deben disfrutar anualmente de un periodo de
descanso. En segundo, porque resulta oneroso para cualquier
empresa -privada o pública- tener que desembolsar sumas
cuantiosas, todas a un mismo tiempo, como ocurre cada cuatrienio
con lo acumulado por los que se van en muchas entidades
gubernamentales.
Las finanzas del sistema no soportan esa práctica lesiva a la
salud administrativa. Lo mejor para ambas cámaras legislativas,
y para cualquier otra instancia gubernamental que se vea en la
misma situación, es adoptar medidas para que los empleados
disfruten de sus vacaciones anualmente, como ya se hace en
tantas empresas privadas.
Por otro lado, no se explica el que las oficinas legislativas,
que hasta el presente han estado sobradas de personal, autoricen
tantas horas extras y el disfrute de tiempo compensatorio por
las mismas.
De hecho, algunos llegan al servicio público con la mentalidad
de no consumir las vacaciones para asegurarse un buen cierre al
final, lo que, como ha quedado demostrado, resulta en
gigantescos desembolsos.
Si en el pasado esas compensaciones exageradas no eran noticia,
y se asumían como parte de los procedimientos normales de la
Asamblea Legislativa, ahora irritan a la opinión pública porque
la realidad es otra. Y si los empresarios puertorriqueños deben
apretarse el cinturón y buscar soluciones para superar la crisis
económica, los hombres y mujeres que nos gobiernan deben hacer
lo mismo.
Tenemos que aspirar a un gobierno con ética para exigir
sacrificios, y el ejemplo debe empezar por casa: los ardides
para repartir dinero del pueblo deben frenarse ya.
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