Por Tatiana Díaz Ramos Tatiana Díaz Ramos | Publicado: 21 de
febrero 2022
Diez mujeres que
cumplían sus sentencias en el Hogar Intermedio de Mujeres en San
Juan fueron trasladadas la semana pasada a una institución
carcelaria en Bayamón como parte del cierre de seis
instalaciones del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR).
La secretaria de Corrección, Ana Escobar Pabón, explicó al
Centro de Periodismo Investigativo (CPI) que el Hogar se
traslada a lo que una vez fue el Centro de Tratamiento Social y
de Clasificación, donde ubicaban a menores de edad hasta el
2019.
Los cierres en el DCR responden a una medida de austeridad
requerida por la Junta de Control Fiscal a Corrección para
ahorrar $5.1 millones al cierre del año fiscal 2020 y así consta
en el Plan Fiscal certificado.
Según Escobar Pabón, la Junta “requirió al Departamento de
Corrección y Rehabilitación hacer un análisis de la planta
física, las estructuras, los recursos humanos, la misión de cada
institución, y cuán efectivo o no ha resultado lo que estábamos
haciendo al momento”, y así establecer un plan de optimización.
El cierre del Hogar Intermedio de Mujeres ubicado en Puerta de
Tierra representará un ahorro anual de sólo $70,000, tomando en
cuenta los gastos del 2021. Al Hogar no se le asigna presupuesto
directamente, sino que se realizan compras a nivel regional y se
atienden sus necesidades con los recursos ya existentes en la
agencia, dijo al CPI la oficial de comunicaciones del DCR,
Yvonne Guadalupe.
Desde 1996 esta institución funciona como hogar de transición
para mujeres embarazadas o con hijos menores de tres años de
edad que no cuentan con familiares para su cuidado, de modo que
los infantes pueden convivir con ellas. Su nivel de custodia es
de mínima seguridad, pueden salir a buscar empleo o a trabajar,
utilizando transporte público, y allí reciben servicios
integrales de consejería, terapia contra la adicción y el
alcoholismo, servicios médicos, psicológicos, educativos y
recreativos. Cada una tiene un plan individual de tratamiento
que les provee estrategias de reinserción a la comunidad.
Para la fundadora del programa del Hogar Intermedio, Carmen Peña
Rivera, con este cierre “no solamente pierden las mujeres, que
tienen tan poco, sino la sociedad, que pierde una segunda
oportunidad de enseñarle a estas personas cómo se puede vivir en
un mundo tan cambiante”.
Escobar Pabón planteó que la agencia analiza sus proyectos y
programas ya que su finalidad se ha modificado con el tiempo.
“Desde 2018 no tenemos una sola participante en el programa
embarazada o con niños menores de tres años. Lo que significa
que desde el 2018 hemos estado tratando de modificar el programa
para que puedan participar aquellas confinadas que aunque no
tienen hijos dentro de esas edades, tienen unas necesidades de
tratamiento adicional y pueden compartir en comunidad el proceso
de reintegración”, sostuvo.
Según el Perfil de la Población Confinada en Puerto Rico de
2019, el 8% de las mujeres tenía hijos de 1 a 3 años; un 10%
tenía niños de 4 a 5 años; y 26% de las mujeres privadas de la
libertad tenían hijos entre 6 a 10 años. De las 10 mujeres
residiendo en el Hogar Intermedio de Mujeres, nueve son madres,
pero el DCR no pudo precisar las edades de sus hijos.
En cinco años, el promedio anual de mujeres en el Hogar
Intermedio se redujo de 29 a 13 mujeres, pero Peña Rivera
recalcó que su propósito va más allá de la mujer embarazada y
que es responsabilidad de Corrección identificar quiénes pueden
beneficiarse de este programa de adaptación.
“Si ustedes [DCR] no las traen de la institución, pues no van a
haber [más participantes]. Tiene que ver con los servicios para
la mujer. En el Hogar Intermedio el propósito es también que la
mujer, independientemente de que tuviese el niño allí o fuera,
se le enseña a ser una madre nutridora, una mujer con unos
valores, y antes de que regrese a la casa, también se le ayuda a
que consiga empleo, o si no ha terminado la escuela [se le ayuda
a continuar estudios]. Se le ayuda en todas las esferas, es bien
amplio. Es un proyecto donde la familia se integra, a los
oficiales se les da un adiestramiento para que manejen la
situación de una manera más humana”, abundó Peña Rivera.
La Secretaria achacó el bajo número de participantes en el Hogar
a los requisitos que deben cumplir las confinadas para ser
referidas. “El primer requisito es que tiene que tener un nivel
de custodia mínima y haber cumplido parte de su sentencia.
Nosotros solamente tenemos al día de hoy 230 confinadas, y en
custodia mínima no pasan de 75”, precisó.
Promedio anual de población en el Hogar Intermedio Mujeres
Aunque la población que cumple con los requisitos para estar en
el hogar se redujo 53% el año pasado en comparación con el
periodo fiscal 2016-2017, el programa de adaptación podría
beneficiar a más mujeres, reclama su fundadora.
Otros requisitos incluyen no tener querellas disciplinarias en
los últimos dos años, mantener un plan de salida viable, no
tener padecimientos de salud que le requieran atención médica
constante, haber completado los talleres “Aprendiendo a vivir
sin violencia”, y que resten uno a tres años y medio para
extinguir sus sentencias.
Las mujeres representan el 3% de la población confinada del
país. De esa población, la mitad cumple sentencias de uno a
nueve años, y apenas un 30% se ha beneficiado de programas de
rehabilitación en comunidad, según se desprende del último
Perfil del Confinado.
Mudanza a Bayamón
El Hogar Intermedio de Mujeres fue la Antigua Cárcel Municipal,
un edificio construido en 1938 en la avenida Fernández Juncos de
Puerta de Tierra. Según dijo la Secretaria de Corrección a El
Vocero, mantener estructuras que tienen más de 20 años no es
costo-efectivo. El edificio del Hogar pertenece al Municipio de
San Juan, que cobraba al DCR un alquiler anual de $53,363.
Escobar Pabón argumentó que el cierre de esta instalación “no
significa que se elimina el programa. Lo que estamos haciendo es
transfiriendo a otra facilidad (sic) correccional frente al
Complejo de Rehabilitación de Mujeres de Bayamón”.
Peña Rivera coincide con que las condiciones precarias del
edificio pudieron motivar el traslado de las 10 mujeres al
Complejo Correccional de Bayamón, la única institución que queda
en el DCR para mujeres, pero tiene dudas respecto a cómo la
agencia va a replicar el programa que tenía el Hogar con cabida
para 38 mujeres. Además, destacó tres aspectos en los que se
verían afectadas con la mudanza: accesibilidad al transporte
colectivo, personal adiestrado para atender a reclusas de mínima
seguridad y el proceso de adaptación a la libre comunidad de
estas féminas.
“Es importante que tengan acceso a la transportación, quiero que
se monten en la guagua de nuevo ellas por su cuenta, que
aprendan, para ellas poder conseguir trabajo, ir a las escuelas,
ir a hacer todos sus trámites. Que sea urbano, que no sea una
institución que esté muy retirada”, dijo Peña Rivera.
Del último Perfil del Confinado se desprende que apenas el 36%
de las mujeres encarceladas tenía diploma de escuela superior,
pero 8% estaba estudiando antes de ingresar al sistema
correccional, y otro 8% trabajaba y estudiaba a la vez. No
obstante, un 38% no participaba en la fuerza laboral antes de su
ingreso a la cárcel, 18% estaba empleada a tiempo parcial y sólo
27% estaba empleada a tiempo completo.
El coordinador designado para el traslado de la población del
Hogar a Bayamón, el inspector Juan Rosario, aseguró que cuentan
con transportación para que las participantes puedan salir a
trabajar o hacer sus diligencias.
“La idea de la ubicación [en Bayamón] es que tenemos toda una
zona industrial donde ellas pueden beneficiarse de buscar
empleo. Inclusive los empleos que se otorgan en esta zona son de
distintos horarios y jornadas, que es parte de lo que la
Secretaria ha estado trabajando en términos de ampliar las
posibilidades, que no se concentren en un solo horario, sino que
tengan distintas oportunidades para que puedan maximizar sus
capacidades y destrezas laborales”, dijo.
Sin embargo, Peña Rivera advirtió que los empleados de la
institución en Bayamón deben estar adiestrados “porque no vas a
ver con la misma vara una transgresión dentro del Hogar
Intermedio que dentro de la institución”, es decir, una mujer en
clasificación de mínima seguridad no será amonestada con la
misma severidad que una clasificada en máxima. También tuvo
reparos con que las mujeres del Hogar regresen a convivir con
aquellas de otros niveles de custodia, en un entorno más
restrictivo y punitivo.
Rosario indicó que el personal que trabaja en el Hogar “está
involucrado en la identificación y movilización [a Bayamón] de
este programa y van a continuar trabajando en el programa”.
“Si les voy a enseñar nuevas conductas, nuevos modales, y se van
a meter allí dentro, ¿en qué área las van a ubicar? Porque no
deben de estar nuevamente en contacto con ese mundo”, insistió
Peña Rivera, pues se espera más bien “que empiecen a ver cómo
funcionar fuera de esa área tan restrictiva que es la
institución cerrada”. El propósito es “regresar a la libertad”,
por lo que estas 10 mujeres deben tener “su propia entrada y
salida”.
No obstante, Rosario afirmó que el programa es independiente del
Complejo de Mujeres, “aislado de la población regular”. Para la
Secretaria, “todo sigue igual, lo único es que lo van a hacer
ahora desde Bayamón en vez de San Juan”.
¿Fin de la misión de Rehabilitación y Tratamiento?
El Departamento de Corrección y Rehabilitación ha cerrado en los
pasados cinco años varias instituciones como el Centro Agrícola
de la Montaña, conocido como La Pica, que tenía un programa de
rehabilitación y tratamiento para confinados, en Jayuya; y la
Institución para Jóvenes Adultos en el Anexo 304 de Ponce. La
población fue reubicada en el Complejo de Sabana Hoyos de
Arecibo. El mismo destino le espera a cerca de 60 confinados en
el Centro de Tratamiento Residencial de Arecibo y el Instituto
Educativo Correccional de Bayamón.
De manera parcial, el DCR también ha cerrado las instituciones
Guayama 945 y el Anexo 246 de Ponce.
De acuerdo a datos ofrecidos por Corrección, 5,359 confinados se
benefician de programas de rehabilitación y tratamiento. Otros
6,320 individuos participan de programas alternos al
confinamiento (con o sin supervisión electrónica), programas
residenciales y comunitarios, o los servicios con antelación a
juicio.
No obstante, Escobar Pabón destacó que “cerca de 20 a 25% de la
población, tienen sentencias de 99 años o más”, por lo que no
cualifican para estas alternativas. Además, el Reglamento de
Penas Alternas establece varios delitos que excluyen el
participar de programas alternativos al confinamiento.
Peña teme que estos cierres sean una antesala al fin de los
programas de transición para varones. “Están cerrando el último
que quedaba, que era [el Centro Nuevas Oportunidades de] Arecibo,
así que no van a tener ningún lugar [para terminar sus
sentencias]. Ese es un periodo donde la persona se va adaptando
en los últimos años para regresar a la libre comunidad”, dijo.
Corrección tiene dos programas en Arecibo, el Centro de
Tratamiento Residencial y Redes. El primero es un programa
residencial y provee tratamiento contra la adicción a sustancias
a varones adultos en custodia mínima. Una vez cumplen con todas
las fases del tratamiento, cualifican para salidas familiares y
de gestiones de empleo. Para Escobar Pabón, Redes funciona como
un programa de reintegración a la comunidad, y manifestó la
intención de desarrollar un programa igual para mujeres.
“Tenemos también contrato para Hogares Crea, Hogar Nueva Vida,
Teen Challenge, Upens, que son entidades privadas que le ofrecen
servicios de tratamiento a la población”, añadió la Secretaria.
Ninguna de estas entidades se especializa en salud aunque fueron
contratadas para brindar “servicios relacionados a la salud”.
Las cuatro organizaciones de base religiosa contratadas por
Corrección han obtenido casi $19,000,000 desde el 2012.
Organizaciones como estas podrían beneficiarse de la aprobación
del Proyecto del Senado 54, de la autoría de Thomas Rivera
Schatz, y crearía la “Ley del Programa de Rehabilitación de
Comunidades Terapéuticas”.
La medida que se encuentra desde mayo de 2021 ante la
consideración de la Comisión de Bienestar Social, Personas con
Discapacidad y Adultos Mayores de la Cámara de Representantes,
define comunidad terapéutica como un programa de rehabilitación
para el tratamiento contra la adicción a drogas que “utiliza la
influencia de compañeros y compañeras, mediada a través de una
variedad de procesos de grupo para ayudar a cada persona a
aprender y asimilar normas sociales y desarrollar habilidades
sociales eficaces”.
Para la catedrática de la Escuela Graduada de la Salud Pública
del Recinto de Ciencias Médicas, Carmen Albizu García, la
comunidad terapéutica es un modelo de servicios residenciales de
larga duración cuyo único tratamiento deseable es la
abstinencia, “ignorando la importancia de individualizar el
tratamiento a las necesidades de la persona luego de una
evaluación clínica multidimensional por profesionales de la
salud”. Criticó el PS 54 ya que su acercamiento “asume
erróneamente que una talla le sirve a todo el mundo”.
Albizu García destacó los altos costos de mantener a alguien en
una institución penal en vez de invertir en “tratamiento
efectivo en comunidad para evitar que vayan presos”.
“Dado el perfil de la población penal hay personas que necesitan
intervenciones más allá de un ambiente terapéutico dentro del
penal, de residir en un programa donde estén conviviendo bajo
ciertas reglas terapéuticas. Necesitan intervenciones
psiquiátricas o psicológicas y médicas, y sobre todo, las
personas con trastorno de uso de opioides lo que deben usar son
medicamentos para tratar su condición”, detalló.
Corrección no presentó objeción a este proyecto pero destacó
ante el Senado que ya ofrece múltiples programas de
rehabilitación que, aunque no constituyen exactamente una
comunidad terapéutica, van dirigidos a atender los problemas de
uso de sustancias. Por su parte, la Administración de Servicios
de Salud y Contra la Adicción (ASSMCA) señaló que la medida no
especifica cuál es la entidad reguladora que fiscalizaría el
cumplimiento del Programa de Rehabilitación de Comunidades
Terapéuticas ni con qué presupuesto funcionará, al tiempo que
sugirió que la potestad de seleccionar un programa debe ser del
Secretario del DCR, en vez de imponerle un modelo particular.
Hogar Crea, por su parte, recomendó al Senado que sean las
organizaciones sin fines de lucro las que brinden los servicios
de comunidad terapéutica asignándoles presupuesto y que se
aumente el envío de confinados a estos programas.
Aunque ASSMCA es la agencia encargada del licenciamiento y
acreditación de servicios y proveedores de salud mental y uso
problemático de drogas en Puerto Rico, “dicha supervisión
mayormente se limita a procesos burocráticos para revisar que
los documentos fiscales y legales de dichas organizaciones estén
al día. Aunque se supone que hagan visitas a los proveedores… la
mayoría de las veces no ocurren o sólo se hace una inspección
superficial”, establece un estudio de 2015 de la organización
Intercambios Puerto Rico, que se opone al Proyecto del Senado
54.
Para la entidad, “el Estado no puede continuar financiando
programas que no rinden informes sobre los éxitos logrados”.
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